Los 007 de la Revolución Bolivariana
Cómo me hubiese gustado que este artículo se hubiese referido al grupo musical 007 que se formó en 1966 en Caracas, integrado inicialmente por José Galparsoro, guitarra y voz; Guillermo Berincua, guitarra y voz; Javier Atance, bajo y voz; Manolo Álvarez, batería y voz, y Jorge Chapellín, voz solista. Se encontraba dentro del mismo perfil Fusil Pop que consistió en tomar éxitos internacionales o temas con posibilidades de éxito en las carteleras anglosajonas, a fin de adaptarlos, en español, al mercado nacional. Lograron pegar en la radio los temas El último beso (Last Kiss) de Wayne Cochran, Falta amor (I’m Believer) de Neil Diamond, popularizada por The Monkees, Detén la noche (Retién La Nuit) de Charles Aznavour e interpretada por Johnny Hallyday, Soplando en el viento (Blowin’ In The Wind) de Bob Dylan, entre los más destacados.
Pero no, para dolor de la Patria Querida y Bonita, se refiere más bien James Bond, personaje de ficción creado por el novelista inglés Ian Fleming en 1952, año en que fue publicada su primera novela, Casino Royale, en donde el autor se refiere a Bond como a un relevante y peculiar agente secreto al Servicio de su Majestad. Bond protagoniza sus propias aventuras, que poseen un aspecto en común: su trabajo como espía internacional y las aventuras amorosas que desarrolla con cada misión. Su profesión le otorga la denominación de agente encubierto, con licencia para matar, afiliado al Servicio Secreto de Inteligencia británico, conocido actualmente como MI6.
Los 007 del Proceso que se dice defensor de los derechos humanos, de la vida y de la felicidad del pueblo, actúan impunemente amparados en la resolución 008610 que permite el uso de armas de fuego para controlar las manifestaciones, y en el decreto 1605 que dicta el reglamento de contrainteligencia militar que tiene dentro de sus funciones “conducir, coordinar y ejecutar las actividades tendentes al descubrimiento, prevención y corte de la actividad enemiga”.
Con licencia para matar, nuestros 007 bolivarianos matan a gusto y por placer; la preservación de la vida humana no es una prioridad de nuestros cuerpos policiales revolucionarios, concebidos para la aniquilación, la represión y la tortura, ya los humanitarios dirigentes de la Revolución lo expresaron con total e indiscutible claridad: Tenemos celdas disponibles en Ramo Verde. Nuestros 007 están al Servicio de su Majestad, quien desde el palacio de las Mil Flores, decide la vida, la muerte y la suerte de los disidentes. En todo caso, es conveniente recordar lo expresado por Alain Badiou: “La sociedad alienta sistemáticamente la violencia y luego se ve obligada a combatirla con una represión terrible. Como la violencia está constantemente incitada, hace falta un aparato policial para controlarla. El resultado es que terminamos agregándole a la violencia social la violencia del Estado”.