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Lomito, gato y la revolución bolivariana

Paradójica es esta revolución hablachenta e ineficiente que predica un Socialismo del Siglo XXI basado en la igualdad, pero que, en realidad, ahonda las desigualdades, las diferencias, las exclusiones y el surgimiento de una nueva casta social que disfruta de todos los privilegios y prebendas, especialmente a la hora de beber y de comer.

Esta nueva casta, cerrada y exclusiva, está integrada por los miembros del cogollo revolucionario, por sus familiares y allegados, por los llamados bolichicos, boliburgueses o enchufados. A la hora de yantar sus preferencias son muy claras: lomito de lo que sea, de res, de salmón, de cerdo, de mero o de corvina bien cocido siempre, regado de buenos caldos franceses o españoles, y del consabido mayor de edad.

La insidiosa prensa venezolana informa que en las dignificadas cárceles bolivarianas, donde no hay presos ni presidiarios, sino privados de libertad – esta es una revolución de eufemismos –, no se cuenta con presupuesto para la comida de la creciente población penitenciaria, y por esa razón se ha recurrido a la nutricia carne de gato. El sacrificado animal presta sus servicios calóricos y proteínicos a la Patria de diferentes formas: asado, estofado, en pinchos, molido, desmechado. Nada se desperdicia, se engullen sus patas, sus vísceras, y con la cabeza se prepara un gustoso consomé que desprovisto de bigotes, es plato único para la cena.

Los pranes, siempre consentidos por los personeros del Proceso, comen gato también, pero importado: gatos persas enviados en vuelo directo desde Teherán por nuestros solidarios hermanos iraníes, en compensación por los insumos provistos para sus plantas nucleares. Ya el gato forma parte de la gran familia penitenciaria socialista y bolivariana que, en sus largas y tediosas horas libres – se divierten viendo las comiquitas del gato Félix, del lindo gatito amigo de Piolín, de Don Gato. Se reverencia sí, a toda hora, al Gato con Botas.

La funcionaria encargada de las prisiones hará un viaje a Corea del Norte acompañada de sus panas pranes, para firmar un acuerdo para la importación de perros al vacío que dicen – serán la envidia y la comidilla – de los presos del ALBA. En el reciente viaje a China, nuestros excelsos dirigentes socialistas prefirieron los inmundos millardos de dólares americanos al cargamento de gordas y suculentas ratas que los camaradas orientales deseaban cambiar por petróleo de la Faja.

Por su parte, el pueblo llano, los ciudadanos de a pie, la inmensa mayoría de los súbditos bolivarianos, hace ordenadamente su larga y cotidiana cola bolivariana para comer lo que se consigue. La mala noticia es que gato tampoco hay pa´todos y que los perros coreanos todavía están en vientre y tardarán en llegar. Ya el creativo cogollo rojo- rojito está en conversaciones con gastrónomos y entomólogos para ver las propiedades nutritivas de los zancudos, las cucarachas y las moscas ¡que si hay pa´todos!

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