Logros y desafíos de la Unión Europea
La Unión Europea (UE) es sin duda el sistema más avanzado de integración económica jamás logrado entre Estados-Nación, con elementos de integración política, sin ser exactamente una federación o confederación de países unidos.La Unión Europea no es un organismo multilateral. Se acerca más a un Estado supranacional. Los Estados-Nación delegan en órganos supranacionales la implantación de políticas públicas y estrategias económicas, sociales, políticas y de seguridad, así como la regulación, supervisión, vigilancia y sanciones en determinadas áreas comunes, como las políticas agrícola, comercial, monetaria y de justicia, entre otras. Hay campos donde las facultades de gobierno son compartidas, como la política energética.
Existen instituciones supranacionales, siendo las principales, la Comisión, el Parlamento, el Tribunal de Cuentas y el Tribunal de Justicia; y, aunque la UE no cuenta todavía con una entidad única de gobierno supranacional, el Consejo Europeo (integrado por los jefes de Estado o de gobierno), órgano intergubernamental, como máxima autoridad política y legislativa, ejerce de hecho y derecho tales funciones.
Son cinco los logros más importantes desde la firma del Tratado de Roma en 1957 (con algunas insuficiencias en mejoría continua):
1.La paz entre naciones antes enfrentadas y la consolidación de las democracias liberales del continente, donde el Estado de Derecho y el respeto por los derechos humanos resplandecen en el universo de las naciones;
2.La construcción de una economía social de mercado comunitaria, generadora de riqueza y empleo con distribución equitativa del ingreso;
3.La edificación de un sólido sistema de seguridad social garantizada para todos sus ciudadanos, con un sistema de salud eficiente, un seguro de desempleo y jubilaciones razonables.
4.La constitución del mercado único europeo, con libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales para sus 28 Estados miembros y más de 512 millones de personas;
5.La Unión Económica y Monetaria en 19 de sus Estados miembros, con una moneda única y un Banco Central Europeo que fija autónomamente la política monetaria de los países miembros de la zona euro.
Ninguna región del mundo ha logrado tanto. Ningún conjunto de naciones ha avanzado tanto en la integración de sus economías. La UE ha avanzado más lentamente en su integración política y años atrás, por el voto de dos o tres países miembros, no se logró suscribir la Constitución supranacional, que si habría sentado las bases para lo que Winston Churchill llamó “los Estados Unidos de Europa.”El Tratado de Maastricht (1992) constitucionalizó la formación de una Política Exterior y de Seguridad Común, creando la figura del Alto Representante o ministro de Relaciones Exteriores comunitario, cuyo primer titular fue el respetado estadista español, Dr. Javier Solana Madariaga. Más difícil ha sido, por ejemplo, una política fiscal única, como lo es la monetaria, mientras se avanza gradualmente en la supervisión supranacional del sistema financiero después de la crisis mundial de 2008-2009.
Al cumplir este mes de mayo su 62do aniversario, la Unión Europea enfrenta desafíos sustanciales que han moderado, más no detenido,su curva ascendente de integración. Continúan existiendo disparidades en los niveles de productividad de sus economías, evidenciadas por las diferencias de ingreso por habitante, entre, por ejemplo, Alemania y Grecia, u Holanda y Portugal. De manera que el primer reto a superar es el de la competitividad de sus economías a la luz del surgimiento de potencias económicas e industriales en Asia. El Tratado de Lisboa (2007) fijó como meta hacer de la Unión Europea la economíamás competitiva del planeta para el 2020; meta nada fácil de alcanzar, pero plausible a un plazo mayor.
La Revolución Tecnológica de las últimas décadas ha hecho indispensable la adaptación de Europa a los progresos científicos y técnicos del planeta; y ello es ahora fundamental para el éxito del proyecto integracionista europeo. Para ello, los economistas consideran necesario flexibilizar los rígidos mercados laborales comunitarios y fomentar la innovación tecnológica y el emprendimiento empresarial, mientras a su vez (y aquí si hay avances importantes), la Comunidad Europea se coloca a la vanguardia del cumplimiento de las metas fijadas por el Tratado de París (2015) sobre Cambio Climático.
El surgimiento de movimientos políticos de ultraderecha, xenófobos y populistas, amenaza la unidad europea, registrándose ya el equivocado referéndum del Brexit, donde un puñado de líderes políticos inescrupulosos, mediante una campaña mediática agresiva, llena de falsedades, medias verdades y falsos positivos, lograron una pírrica mayoría que sumió al Reino Unido en una crisis sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Además, han emergido partidos de izquierda radical que también dan pábulo al populismo y al asistencialismo irresponsable con slogans superficiales y soluciones mágicas ya históricamente comprobadas como erróneas y fracasadas.
La fragmentación política, vista las elecciones del 28 de abril en España, también dificultará la gobernabilidad nacional con incidencia en el proceso de integración europeo. España cuenta ahora con cinco fuerzas políticas en el Parlamento: el PSOE, partido socialdemócrata de centro-izquierda; el Partido Popular y Ciudadanos, que disputan el centro-derecha del espectro político; Unidos – Podemos, excomunistas y militantes de la izquierda radical; y VOX, un nuevo partico de ultraderecha. Todo ello sin contar con los partidos regionales en las Comunidades Autónomas, algunos de los cuales, en flagrante violación de la Constitución, han asumido posturas independentistas, como en Cataluña.
No es España el único país de Europa que muestra fisuras y corrientes en los dos extremos del espectro político. En Austria y Alemania hay nuevos partidos de extrema derecha simpatizantes de la peligrosa herencia Nazi; al igual que en Italia y Holanda. Es cierto que existe un hartazgo de sectores de la sociedad con los partidos tradicionales; pero es necesario tener cuidado y concientizar a la ciudadanía europea acerca de los efectos nocivos que pueden tener en la integración europea o en sus propios países, tanto los brotes xenófobos y ultranacionalistas, como las soluciones mágicas que siempre ofrecen los movimientos de extrema izquierda o extrema derecha.
No obstante, confiamos en que la Europa de Jean Monnet y Schumann sigua integrándose, aunque sea ralentizada.
@lxgrisanti