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Lo peligroso de ser periodista en América Latina

Lorenzo Agüero

En países donde aflora la ilegalidad, y la impunidad judicial es moneda corriente, el periodismo puede ser la única fuente para revelar verdades que incomodan. Pero no a todos les gusta que se hagan preguntas. Basándonos en el índice 2019 elaborado por Reporteros sin Fronteras, podemos afirmar que en Latinoamérica se profundizó el deterioro de la libertad de prensa.

Para analizar el grado de libertad con que se ejerce el periodismo, RSF realiza en primer lugar un registro cuantitativo de los actos de violencia cometidos contra periodistas. A esto más tarde se le agrega un cuestionario destinado a expertos que indaga sobre el estado del pluralismo, la independencia de los medios de comunicación, el ambiente de trabajo y el grado de autocensura de los periodistas, el marco legal, la transparencia y la calidad de las infraestructuras para la producción de información. El resultado puede ir de lo mejor posible, que es 0, a lo peor, que es 100.

América completa exhibe un puntaje de 32, el segundo peor del mundo detrás de los Balcanes europeos con 21. Pero lo más dramático es que ninguna región cayó tanto como la nuestra durante el 2018: un 3,6% peor. Para sumar, Costa Rica, que ostenta un 12,24, es el único país latinoamericano donde la situación puede ser considerada buena y está entre los diez mejores países del mundo (el más destacado es Noruega, con 7,82). En el resto de la región la situación no es tan afortunada.

Es clara la relación entre democracia y libertad de prensa; la una no se puede pensar sin la otra. Por eso, la caída en autoritarismos que sufrieron Venezuela (49,10) y Nicaragua (35,53), sumada al deterioro democrático de Bolivia (35,38) y el siempre presente totalitarismo cubano (63,81), pocas esperanzas dejaban para una mejora en el oficio del periodismo.

Otro factor que hizo aumentar el peligro para los periodistas fueron los ataques que sufrieron en el marco de las numerosas elecciones que se celebraron durante el 2018. Brasil (32,79) es el mejor ejemplo de agresiones dirigidas a periodistas a lo largo de una campaña electoral donde desde varios lados se fomentó la desconfianza y el odio hacia la prensa. Muchas de estas embestidas se hicieron mediante la difusión de información falsa en las redes sociales sobre periodistas críticos con el ahora presidente Jair Bolsonaro. Esto se repitió en Honduras (48,53), Nicaragua (35,53) y Colombia (42,82).

Párrafo aparte merece México (46,78), que se consolida como el país más mortífero de la región para ejercer el periodismo y, tomando a todos los países del mundo, solo es superado por Siria y Afganistán. Las diez muertes de periodistas en México solo se explican por la confabulación de muchos gobiernos locales con carteles que no se andan con vueltas cuando se trata de liquidar a alguien que busca arrojar luz en sus oscuros negocios.

Ante el asolador panorama, nunca está de más destacar la increíble valentía de quienes día a día se ponen en total riesgo para llevar un poco más de transparencia a sus países.

Diálogo Político – Fundación Konrad Adenauer Uruguay

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