Ley Orgánica de Educación Superior (I)
La sociedad venezolana, el país nacional y los ciudadanos hemos visto en estos años la promulgación de muchas leyes, algunas acertadas, otras totalmente desfasadas con el mundo actual, con los desafíos que impone la globalización de la economía, la tecnología, el conocimiento y las propias exigencias de un ciudadano global y no un súbdito o espectador pasivo.
Valga señalarse la responsabilidad que tiene en todo país el Poder Legislativo, tanto en su aspecto contralor como de manera transcendental en su aspecto legislador. Redactar un Proyecto de Ley, que posteriormente con la asesoría técnica, la obligación de su discusión y debate por parte de los sectores involucrados y los ciudadanos, no es pelar mandarinas o soplar y hacer botellas, una de las áreas vitales en cualquier sociedad del siglo XXI es la seguridad, la salud y la educación, ámbitos que no deberían ideologizarse y desnaturalizarse precisamente por ser procesos y sectores técnicos y prioritarios en cualquier país, por ende, no se puede politizar ideologizar la salud, la seguridad y la educación y es lo que en nuestra Venezuela contemporánea ha ocurrido.
El Presidente Chávez en su momento escucho muchas voces y sectores y tuvo el acierto y la responsabilidad de vetar y no darle el ejecútese de Ley al Proyecto de Ley Orgánica de Educación Superior. Nadie desconoce la necesidad de avanzar, de adecuar los parámetros y estructuras, currículos, contenidos y paradigmas alrededor de la educación superior en Venezuela. Pero repetimos no es un tema sencillo o de perogrullo, soplar y hacer botellas. Nuevamente vuelve a colocarse en el tapete además de ser prioridad legislativa un nuevo proyecto de educación superior. Repito incisivamente no es soplar y hacer botellas. Hemos señalado que el gobierno ha forzado la marcha histórica, política y social del país, e incluso he hecho aprobar un conjunto de Leyes Orgánicas que no sólo no han tenido el debate requerido y la discusión con los sectores involucrados en las respectivas materias. Pero más aún, la Asamblea Nacional ha aprobado leyes que carecen de técnica legislativa, coherencia, claridad, pertinencia y fundamentalmente son inconstitucionales al atentar contra artículos, títulos y principios muy bien expuestos en la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999.
Las leyes en todo país persiguen reglamentar, ordenar, modernizar y estructuras sistemas, pautas, conductas, instituciones, legislaciones y prácticamente con poquísimas excepciones las Leyes Orgánicas han sido para mejorar, optimizar, progresar. No estamos hablando de cualquier área o materia, si se empeñan en politizar e ideologizar la educación superior en Venezuela sencillamente estarían desvirtuando así procesos, dinámicas, sinergias de orden técnico, científico, humanístico y tecnológico. No podemos perder de vista que la educación en sus diversos niveles es el tema más importante, sensible y además transcendental en la sociedad globalizada del siglo XXI, sustentada en el conocimiento, en el saber y en el hacer.
Una nueva Ley de Educación Superior debe abocarse a lo medular a los procesos técnicos, científicos, humanísticos y tecnológicos. Las Universidades Autónomas en Venezuela requieren como nunca antes de apoyo, de presupuesto, de auditorías y controles estoy de acuerdo, pero respetando su esencia, sus dinámicas autonómicas, su naturaleza y fines propios y no cercenando su funcionamiento al quitarle los recursos financieros o promulgarle una Ley de Educación Superior como camisa de fuerza o como un mecanismo castrante con una visión populachera.
El activo más importante que tiene Venezuela son sus universidades, ellas han permitido que la sociedad venezolana sea una sociedad profesional, democrática, profesional, plural y critica. La única posibilidad que Venezuela tiene en el mediano plazo de recuperarse, es con un papel protagónico de sus universidades además del concurso del sector privado en términos de la pequeña y mediana industria y el conglomerado empresarial. El Estado venezolano es una entelequia que en muchos ámbitos colapso y requiere una redimensión buscando equilibrio, eficiencia, transparencia y desempeño. El gobierno no puede seguir aferrado a una visión ortodoxa, retrógrada y reaccionaria llevando a Venezuela por un sendero equivocado.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes
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