¿Le llegó a los venezolanos realmente la hora de «jugarse a Rosalinda»?
A comienzos del mes en curso, en Formato de Futuro… se hizo presente el uso del gentilicio criollo cuando quisimos razonar a fondo acerca de lo que se sí -o no- estaba planteado en el sentir de los venezolanos, como opción para solucionar su vigente problemática política, económica, social y gubernamental.
Surgió la especie de la condición de «MALETEADOS» para definir la razón por el amplio porcentaje de rechazo y opinión que tienen los dirigentes y sus respectivos partidos políticos, tanto los de la oposición como los del régimen. Y, como consecuencia, lo que se describió fue que, por sobre todas las acusaciones, sin embargo, resulta muy lamentable e injusto el rechazo que envuelve a toda la dirigencia por igual. ¿Por qué?. Presuntamente, porque sí hay excepciones.
Ahora, ¿en qué se fundamentan las diferencias? Para ofrecer respuestas ajustadas a hechos que las sustentan, antes hay que explicar y describir en qué consiste el origen, contenido y objetivos de un partido político. Asimismo, qué es una franquicia y cómo se relaciona esto con la situación política venezolana.
En cuanto al partido político, de lo que se está hablando es de una entidad de interés público con el fin de promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática, y de contribuir con la integración de la representación nacional. Los individuos que la conforman, comparten intereses, visiones de la realidad, principios, valores, proyectos y objetivos comunes, para, de una forma u otra, alcanzar el control del gobierno o parte de él, hasta LLEVAR A LA PRACTICA ESOS OBJETIVOS EN BENEFICIO DE LOS CIUDADANOS .
Si se acepta la vigencia de dicha definición como la descripción de lo que debe ser un partido político, sería interesante reflexionar con base en la siguiente pregunta: ¿Los que se denominan partidos políticos y dirigentes en Venezuela, se ajustan actualmente a esa definición, o más bien se podrían relacionar más con la definición de franquicia ? Saque sus propias conclusiones.
En cuanto a las franquicias: Las mismas conforman un sistema de organización y de negocios que, bajo un patrón, se rigen por un código o modelo particular de compromiso con el franquiciado, a quien le prometen protegerlo, además de asistirlo en la realización de operaciones productivas y rentables económicamente. Desde luego, previamente, el franquiciado debe cumplir y proteger fielmente las directrices de la casa matriz franquiciante.
Si bien es cierto que durante los pasados 23 años los ciudadanos venezolanos, sus partidos políticos, gremios, productores, empresarios, militares y organizaciones civiles de todo tipo han luchado y asumido sacrificios, con grandes y dolorosas pérdidas de vidas, además de privación arbitraria de libertades, incautación de bienes y tantos otros lamentables sacrificios, también se han suscitado otros efectos. Y los mismos se tratan de que, en ese largo transitar, han habido muchas traiciones, deslealtades y turbios negocios.
Es decir, los hechos los han llevado a proyectarse como responsables de situaciones que han empañado y desdibujado a la opinión ciudadana sobre la dirigencia política opositora. Mientras que, por otra parte, siguen dando la impresión de no ser «LIDERES», sino de candidatos ideados para ocupar posiciones en un gobierno. Pero no para servirle a la ciudadanía, sino para beneficio propio, por lo que es casi normal que se le acuse de sufrir de «CANDIDATURITIS CRÓNICA» como único objetivo, a la vez que ponen de manifiesto que su desenvolvimiento se asemeja más a una franquicia que a un partido político.
Adicional -y lamentablemente- muchos no han querido entender que los integrantes del «RÉGIMEN» tampoco conforman una unidad o un partido político DEMOCRÁTICO , sino que proyectan lo obvio: conforman una organización vertical, radical y dictatorial, donde no hay reglas, sino que se trata de células que encuentran apoyo en un régimen personalista, y en grupos de corte subversiva que no obedecen a patrones de acción, y menos a comportamientos democráticos. Por lo que continuar pretendiéndose confrontarlos en elecciones ¿DEMOCRATICAS? Supervisadas y controladas por el régimen, no es posible.
Actualmente, entonces, pretender ir a un proceso comicial jugándose el todo por el todo, apostando a «JUGARSE A ROSALINDA» sólo impulsados por sentimentalismos, equivale a ir a unas elecciones primarias donde se acentuarán más las acusaciones y los resentimientos, como antesala para luego escoger un único candidato que, de acuerdo a las encuestas, cuentan con una menguada popularidad. Mejor dicho, actuar en una contienda en la que, adicionalmente, se asistiría subsidiados por el régimen, a la vez que competirían candidatos «alacraneados» que también irán para restarles votos a los candidatos de la oposición.
Definitivamente, los hechos y la lógica de lo que está planteado indican que no se puede seguir cometiendo el mismo error terca e irresponsable. De esa pléyade de candidatos, ninguno de ellos, lamentablemente, logrará rescatar la credibilidad necesaria, menos el éxito o apoyo de la enorme y mayoritaria oposición.
Definitivamente, para lograr el triunfo deseado y reducir la abstención al mínimo, hay que seleccionar un CANDIDATO DE CONSENSO, honorable, experimentado, reconocido nacional e internacionalmente, de poco rechazo y acompañado de un equipo técnico profesional con experiencia, y con una propuesta fundamentada en un Programa de Gobierno pre definido y presentado públicamente, además de capaz de demostrar cómo es que sí se pueda sacar el país de este desastre.
Es indispensable que, en esta oportunidad, los partidos políticos y sus dirigentes, en honor a sus verdaderos principios, entiendan la realidad de la situación, y que, conjuntamente con las variadas representaciones de la SOCIEDAD CIVIL, se sumen a la necesidad de respaldar a un candidato de CONSENSO, sin confrontación. Y que logre un apoyo unánime de toda la oposición, a la vez que propicie y logre, a como dé lugar, que los venezolanos en el exterior puedan votar (CONDICIÓN SINE-QUA-NON).
Indiscutiblemente, llegar hasta allí, hace posible lo que se considera que es imposible. Y es que, aun teniendo en rol de adversarios al Consejo Nacional Electoral y al Tribunal Supremo de Justicia en su tradicional desempeño de estructuras administrativas sumisas al régimen, serán derrotados. Y los venezolanos que creen en la Democracia y el ejercicio de la vida en libertad, podrán conducir el país por la senda del verdadero progreso y del bienestar como derecho, y no como privilegio gubernamental.