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¡Las honrosas jineteras!

Nos apartaremos en esta oportunidad de la técnica del buen escritor como lo reclama el formalismo clásico, escribiendo en primera persona, con el fin de dirigir el mansaje directo, sin desvió en interpretaciones personales, ya que haré alusiones indicativas, que aunque no dejan de ser cursi, sirven al debate político y ético de este nuevo tiempo lacerante aún, que desestabiliza la mente de algunos personajes o personeros de la notoriedad, que no quieren entender que Venezuela cambió para bien, a pesar del manejo de un gobierno usurpador, que es respaldado por instituciones, que, algunas legítimas, quedan deslegitimadas cuando toleran el surgimiento y actividad de otras que no deben existir.

Sin mucha prosa, el TSJ chavista que actúa en la sede de la Avenida Baralt; quiere aparentar legalidad a la fuerza, respaldada por el mando militar; dictando sentencias devastadoras y absurdas, como la del 11 de junio de 2014, la cual concluye así: “…la participación de los integrantes de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana en actos con fines políticos no constituye un menoscabo a su profesionalidad, sino un baluarte de participación democrática y protagónica que, para los efectos de la República Bolivariana de Venezuela, sin discriminación alguna, representa el derecho que tiene todo ciudadano, en el cual un miembro militar en situación de actividad no está excluido de ello por concentrar su ciudadanía de participar libremente en los asuntos políticos…” ¿y el artículo 330 de la Constitución?

Entonces les pregunto a los indignos e ilegítimos magistrados: ¿por qué meten preso al militar que diga una sola palabra en contra del régimen que lo mantiene en el hambre, en la miseria o se niega a torturar a sus compañeros y a otros ciudadanos que no están de acuerdo con el ¡Uh Ah!? ¿Por qué permiten y avalan el uso de armas de fuego a los cuerpos de seguridad que reprimen manifestaciones y producen muertes sin enjuiciar? ¿Por qué permiten que funcionen, avalando sus actos irregulares y antijurídicos el SEBIN y la DIGECIM, que no son órganos de policía ni auxiliares de justicia?

Tienen mucho que confesar estos magistrados, no solo en su actuación política, que es absurda, sino que defienden solo el cambio que les perjudica, así como la relación de sueldos y pensiones, que grotescamente han permitido que no se les pague a los diputados de la Asamblea Nacional, inventando un engaño jurídico intencional y ridículo como “el desacato”. ¡Váyase a ver en que fuente del derecho aparece esta figura institucional!

Pero el particular que animó el título, fue la descabellada, y pienso que impensada declaración de la magistrada Carmen Zuleta de Merchán, cuando dice: “…las mujeres en Venezuela son dueñas de su propio destino y cuando optan por prostituirse, como en todas partes del mundo, es porque son putas…” Obviamente, no entiendo, como una colega abogada, luchadora de los derechos de la mujer, feminista como se ha autoproclamado, no sepa que en Venezuela, como lo ha sido siempre en Cuba, muchas mujeres, madres muchas de ellas, se valen de prestar sus servicios sexuales para complementar sus ingresos, que hoy nadie logra obtenerlos en lo necesario para subsistir. Y en el caso que se plantea, el hambre las obliga a optar por la presión de la debilidad natural del sexo, para que sus carceleros (ilegales) les den el obligado alimento.

Me contaba una médico que trabajó en Cuba, que muchas o muchísimas mujeres, optan por este oficio, para completar su medio para vivir. Y las llamadas jineteras, pululan en las puertas de las tiendas solo para turistas, con el fin de convenir el pago de algún producto que le haga falta. A estas tiendas no puede entrar un cubano si no es llevado por un turista.

Aprovecho la oportunidad para dirigirme a los colegas profesores de Derecho para preguntarles: ¿enseñan ustedes en sus clases universitarias el mismo derecho falso que practican? ¿no les da vergüenza enseñar a sus alumnos lo que no practican, o es que les enseñan solo jurisprudencia como maña de engaño?

Se ha dicho y ustedes lo han demostrado, que el TSJ y muchas ramas del Poder Judicial han sido prostituidos, al igual que las fuerzas armadas, pero es oportuno el momento para aclararle a la magistrada Zuleta de Merchan, que prostituirse no es ser “puta”. La prostitución es degradación de vida, que deviene por muchos motivos entre ellos el deterioro institucional que se generalizó en Venezuela con el ¡Uh Ah! Muy aclamado y avalado por ese alto tribunal.

Por eso decimos: ¡Las honrosas jineteras!

@Enriqueprietos

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