La verdad no es negocio
En artículo reciente publicado por Pedro Pablo Fernández, que titula: “La verdad es buen negocio”, aun cuando no le encontramos relación con su contenido, nos ha parecido necesario criticarlo de buena fe, en razón de la verdad, que no poseemos, por cuanto trata de enredar más el presente con el pasado, intentando encontrar o madejar, así lo creemos, una realidad sobre lo que ocurre en el país, que no nos parece verdadera o cercana a la verdad. Decir, que “el modelo populista rentista, responsable del pobre desempeño económico de los últimos 40 años, llegó a su fin. Urge sincerar el debate político y económico, darle contenido”, no creemos sea cierto como una verdad ineluctable. Es cierto, que el modelo populista rentista es el responsable del mal manejo económico y que ha conducido al país a la debacle que vivimos, pero no puede englobarse en un cartabón que abarque 40 años, toda vez que, si queremos ser sinceros, tenemos que decir, que es un modelo que se perpetuó en Venezuela desde la década de los 20’ del siglo pasado, cuando el petróleo comenzó a ser el maná de la política. Muy distante en tiempo para radicalizarlo en 40 años, que es la cifra del período demagógico de este gobierno “revolucionario”.
Se acerca a la verdad, cando nos dice que “el populismo es el peor de los males que ha sufrido América Latina”, igualmente, cuando refiere que, “la oferta de que el gobierno se va a hacer cargo de los ciudadanos es la causa principal del subdesarrollo”, también es aceptable, ya que son los parámetros principales en los estudios que tratan la teoría del desarrollo, aun cuando debemos referir, que no en los 40 años, sino en los últimos 17 años, de este gobierno ineficaz y torpe, se eliminó el cambio de política económica emprendida desde la década de los 50’, cuando en el gobierno de Pérez Jiménez, se dio inicio a la política de “sustitución de importaciones”, que dio pie a la industrialización del país. Política seguida por los gobiernos surgidos del 23Enero, hasta que caímos en esta debacle del “chavismo”, cuando se emprendió la política contraria de sustituir la producción nacional, por las importaciones, con la estúpida excusa de “eliminar la oligarquía”, dando inicio al permanente control de cambio y la destrucción de la industria interna.
Yerra Fernández, cuando dice que “el liderazgo político desde hace mucho tiempo en lugar de promover la cultura del trabajo, del esfuerzo, de la creatividad y del emprendimiento, ha cultivado la idea de que el Estado debe, con la renta petrolera, proveer todos los bienes y servicios que hacen falta”. Esto es cierto, pero no es desde hace mucho tiempo, ya que los gobiernos anteriores se preocuparon por emprender planes de desarrollo, que contenían un máximo de interés en desarrollar la producción y la industrialización, que fueron cambiados por los hoy llamados “planes de la patria”, que son un ensarte de demagogia con politiquería, sin base ni teórica ni lógica económica.
No queremos parecer destructor de idea del interfecto, por la misma razón de no ser poseedores de la verdad, pero hemos creído alertarlo de que descubre su intento de atacar como un bloque a los gobiernos de los “40 años”, en un intento, que percibimos de deslindarse en un solo intento de los de la 4ta y los de la 5ta, algo así, como una tercera vía, que no es mala idea, si no quisiera meter en un solo saco a los políticos de las 4 décadas, con el uso de una sola política. Malo también, que intenta compararnos con Arabia Saudita, solo por la producción petrolera, sin mencionar las políticas, ni compararlas con el número de habitantes y la forma de gobierno. Igualmente, compararnos con Noruega por su “igualdad social”, que descolla y en verdad lo es, pero que debe esa igualdad a la política de ahorro del excedente petrolero, que no usa el populismo, sino el socialismo verdadero. Un modelo, que en lugar de seguir, el gobierno de estos últimos años “revolucionarios”, hizo todo lo contrario; el excedente lo cogió para la demagogia con los países que lo acompañaron en la triste ALBA y Petrocaribe.