La tozudez de Nicolás
Isaías A. Márquez Díaz
La actitud del presidente Nicolás Maduro es la de un individuo que sufre un aislamiento patológico encerrándose en sí mismo con pérdida de contacto de la realidad e imposibilidad de comunicación con los demás, ya que se encuentra sumido en la rimbombancia de un término que menciona, eventual e impropiamente, (falso positivo) empleado en Medicina para referirse a un error por el cual al realizar una exploración física o una prueba complementaria, su resultado indica una enfermedad determinada, cuando en realidad no existe.
Parece que no realiza o, por adulancia de su equipo, no le indican las actitudes que le están acreditando rechazo absoluto; sobre todo, al negar el ingreso de un canal de ayuda humanitaria tan necesario en estos momentos cuando, según Harvard, “Venezuela está cerca de vivir el peor colapso mundial en 50 años, sin incluir a Libia y Sudán”, análoga a la revolución coreana y a la crisis de Haití durante unas dos décadas, cuyas secuelas persisten aún.
Al negar al país la asistencia humanitaria a causa de la crisis sociopolítica que genera sus desvaríos y ambiciones, nos expone a otras situaciones más acentuadas e inquietantes, que, tan solo con un minuto de reflexión que él dedique al tema, bastaría para sobrevivir ante tantas injusticias y divisiones que podrían desembocar en un etnocidio por irresponsabilidad suya al desestimar lo que tiene ante su investidura como presidente de la República conforme a la confianza, que un número determinado de electores le asignara tan democráticamente, privilegio que muy poco estima y actúa, sarcásticamente, ante las necesidades de su pueblo, las cuales pretende remediar mediante políticas dadivosas ineficaces, ya que el problema de fondo está en la paralización de la economía y sectores conexos.
