La toma los sacó de quicio
Aunque no se atrevió a lanzar contra los manifestantes del 1S a sus colectivos paramilitares súper armados, por estar consciente de que los ojos del mundo estaban focalizados en Venezuela, el gobierno desplegó toda su batería de intimidación totalitaria para sembrar miedo en quienes estuvieran inclinados a participar en la Toma de Caracas. Invitamos a los lectores a rememorar lo dicho en sucesivas cadenas presidenciales, en declaraciones de ministros y otros funcionarios de elevado rango para que se aprecie el calibre de tales amenazas reiteradas y orquestadas.
En rebeldía contra expresas garantías constitucionales de libertad de pensamiento y expresión política, el propio Maduro y sus lugartenientes más aguerridos, con el muy violento Diosdado a la cabeza, abusiva y arbitrariamente despidieron a aquellos funcionarios públicos que habían firmado en favor del Revocatorio. Siguiendo el ejemplo de los de arriba, los encargados de la distribución de las bolsas de comida, los famosos CLAP, también discriminaron a quienes aparecían como sospechosos de no haber seguido la línea oficial de pronunciarse contra el Revocatorio.
Por cierto que esta línea dura no les dio resultado, hasta las parroquias del Municipio Libertador, consideradas inexpugnable coto chavista, firmaron en favor del Revocatorio. El poder civil en Venezuela ahora está concentrado sólo en Maduro y en un reducido, pero muy agresivo, contingente de lugartenientes a quienes les aterra encontrarse fuera del gobierno.
Constantemente la prensa reseña la oposición política de calle en diversidad de países en todos los continentes. En Brasil, lo vemos en televisión, hay una movilización permanente de partidarios y adversarios de la presidenta constitucionalmente inhabilitada. Las llamadas fuerzas del orden permanecen impasibles. Algo parecido estamos viendo en Argentina. La ex presidenta Cristina Kirchner no se resigna a estar fuera del gobierno y se ha dedicado a hacerle la vida difícil al nuevo presidente, Mauricio Macri, quien permanece imperturbable, en resignación republicana. Si acaso la Kirchner incurrió, como parece ser, en graves actos de corrupción, serán los jueces quienes actúen no el ejecutivo.
Ese derecho democrático universal, de manifestar pacíficamente contra el gobierno de turno ha venido siendo implacablemente cercenado en Venezuela en los últimos 17 años. Ya hicimos referencia al Municipio Libertador, cuyo alcalde nunca ha permitido que una manifestación opositora ingrese a su territorio. Ignoramos cómo va a reaccionar ahora ese alcalde al constatar que está montado en el aire, sin pueblo que lo apoye.
Lo que sí sabemos es que, al tener la calle perdida, la única respuesta de este régimen es más y más represión. ¡No nos dejemos!, sigamos tomando la calle, ¡hagámonos más visibles!.