La solución constitucional
Leo con cierta angustia un artículo sobre la convocatoria de una Asamblea Constituyente en Chile, más bien sobre el amplísimo respaldo que la población le ha dado a esa idea. En las frases conclusivas del artículo se señala entre muchos otros objetivos o más bien finalidades que la Constitución deberá “…garantizar la educación, la salud, el sistema de pensiones, vivienda entre otros asuntos…”. La angustia me la produce que Venezuela ocupa el primer puesto en Constituciones y Asambleas Constituyentes y la primogenitura con la de Julio de 1811; y sin embargo estamos sumidos en un foso donde no existe “educación, salud, sistema de pensiones, vivienda entre otros asuntos”.
Chile ha sido considerado como y es nuestra antípoda en Sur América: Nosotros en el vértice norte y Chile en el vértice sur, nosotros con el mayor número de “constituciones” en los dos siglos y diez años que van del 19 de abril de 1810 hasta la fecha y ellos con el menor número; y por eso no puede menos que causarme angustia el optimismo que despierta el masivo respaldo que a la convocatoria de una Asamblea Constituyente se ha generado en Chile.
Desde luego la Constitución es un marco imprescindible en la cual se definen las obligaciones que deben acatar y cumplir los ciudadanos pudiendo hacer todo aquello que la Constitución o las leyes no le prohíban; y lo más importante, define lo que los funcionarios públicos únicamente pueden hacer; y lo que la constitución les autorice, o más bien les ordene hacer, es lo único que pueden hacer.
Es por eso que se me hace difícil entender cómo es posible que la aprobación por parte del pueblo de la convocatoria a una Asamblea Constituyente cuyo objetivo es redactar un nuevo texto constitucional, puedan los representantes electos llegar a redactar un texto que garantice “la educación, la salud, el sistema de pensiones, vivienda y un largo etcétera que solo es capaz de garantizarlo no una “constitución” sino una economía pujante, productiva de riquezas cuya distribución equitativa debe tomar en cuenta el aporte hecho por cada quien a la generación de esa riqueza, la satisfacción de las necesidades mencionadas “educación, salud etcétera” y sobre todo, que lo que ha de corresponder a cada quien, se defina de modo tal que aunque cualquiera pueda pensar que le ha tocado menos de lo que le corresponde, que eso será siempre así, no se sienta tentado a no contribuir, si lo que recibirá es tan menguado, que no vale la pena el esfuerzo.
Es por eso que me ha generado reservas un par de frases que de seguidas cito y creo que refuto. “Necesitamos 2/3 para hacer los cambios estructurales que el pueblo de Chile demanda”. El concepto de que la soberanía reside en el pueblo, hace de la soberanía un concepto indivisible por lo que puede decirse que no reside en la mayoría, cuyo gobierno los griegos definieron como la demagogia, sino en la totalidad.
Como consecuencia de esos 2/3 arrogándose el poder soberano está la otra frase “primero hay que liberar a los presos del 18 de octubre del año pasado, afirmando que la votación registrada en pro de la Asamblea Constituyente es el triunfo de esos jóvenes, que es como decir que el resultado de las elecciones es un “indulto anticipado” a quienes incendiaron y demolieron la Iglesia de la Asunción.
Venezuela ha probado demasiadas veces que no es una nueva Constitución lo que define la línea de progreso de la libertad, ni del bienestar económico.