La señora Ímber
Simplemente Sofía. Chelena me dice: Papá, ¿quieres leer el libro de Sofía?. Estábamos en una habitación de emergencia del hospital JFK de Lantana Road, Florida. Una experiencia inolvidable. Pero el tema es otro.
Así, en esas condiciones, iniciamos la lectura del espectacular trabajo que realizó Diego Arroyo Gil al escribir, en primera persona, las conversaciones que mantuvo, durante tres años con ese portento de mujer que es Sofía Imber.
Nos lo bebimos en menos de doce horas. Creemos que nunca habíamos leído con tanta fluidez y avidez, ningún libro de esa extensión.
Sofía es un personaje extraordinario, único, de la feminidad y de sus diversas intervenciones públicas en amplios sectores de la vida nacional.
Periodista de vocación participó, con papeles preponderantes, en las empresas periodísticas más importantes de Venezuela. Así como lo escribimos, sin la menor duda.
Narra desde su nacimiento en un pueblo de la actual Moldavia, todo ello prolijamente aderezado con los detalles de la vida familiar en cada etapa de su vida.
Hermana de la primera mujer que se graduó de médico en toda Venezuela, su hermana mayor, Lía ya era una poderosa razón para que sus actuaciones fueran difuminadas. No fue así. Sofía fue trazando su existencia con parámetros precisos, profundos, ambiciosos, inconmovibles.
Trabajar con el mayor empeño y con una obsesiva persecución de la perfección, sin transformarla en una función paralizante. Recordemos aquello de que “lo perfecto es enemigo de lo bueno”, eso es para el mortal común.
Su vida afectiva es narrada con todo detalle y amor hacia sus dos maridos: Guillermo Meneses y Carlos Rangel. Dos hombres de la mejor calidad, como ella se mereció y con cuidado, escogió. Pensamos que no es común, que una señora narre, con tanto detalle y amor, el desarrollo de cada uno de las relaciones con sus maridos, el significado que tuvieron esos pasos de su vida y como dice la canción que interpreta magistralmente Bebo Valdés, …como se pueden querer, dos personas a la vez…y no estar loca. Bebo lo dice con su género.
Guillermo Meneses, el padre de sus cuatro hijos, fue el factor formativo imprescindible. Con él, construyó sus nociones y pasiones de todos los entresijos de su conocimiento cultural, humano y geográfico. París y toda Europa fueron escenario de esos conocimientos y formación.
Carlos Rangel fue motor fundamental de sus actuaciones en la vida venezolana. Casi como yuntas de trabajo rural recorrieron los estudios de televisión, escribieron, editaron, promovieron y llegaron a la cúspide, o a una de ellas, con la concepción, el proyecto y la ejecución de ese portento cultural que es (o fue) el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, truncado y robado por el régimen que nos destruye.
Sofía es uno de los mejores exponentes de un ciudadano ejemplar. Workoholica, perfeccionista, exigente, intransigente. Todo ello acompañado de la mejor calidad y de una continuidad impresionante.
No la conocemos personalmente. La hemos seguido con la mayor atención. Hemos sido testigos de galería de algunos de los eventos narrados. La admiramos y hemos disfrutado sus conversaciones con Diego Arroyo Gil con el goce y la sensación que puede y debe seguir un testigo.
No pretendemos enterarlos de los detalles, ellos los escriben de manera magistral. No se pierdan esta obra.
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@rafael862