La Segunda Vuelta o Ballotage
En diversos regímenes republicanos, democráticos, presidencialistas y multipartidistas (no tiene sentido en sistemas bipartidistas) se aplica la regla electoral del ballotage o segunda vuelta, cuyo fin consiste en dotar al gobierno de mayor representatividad y apoyo electoral básicamente.
El término ballotage viene de Francia pues fue en esa nación donde se aplicó por primera vez este mecanismo.
En sistemas electorales como el venezolano, donde el Presidente de la República se elige simplemente por “mayoría” de votos, se pueden presentar situaciones inconvenientes para la gobernabilidad, por ejemplo, en una elección donde voten 4.000.000 de electores sobre un universo de 7.000.000 -57% de participación- y de estos 4.000.000 votan 1.500.000 por el candidato “A”, 1.200.000 por el candidato “B”, 800.000 por el candidato “C”, y 500.000 por el candidato “D”, tenemos entonces que el nuevo gobierno solo contará con el 37,5% del apoyo popular pues solo obtuvo 1.500.000 de los 4.000.000 que ejercieron su derecho al voto (mayoría simple) por lo tanto, nace con un 62,5% del universo electoral en contra (2.500.000 votantes que votaron por otros candidatos) y sin tomar en cuenta el factor abstención, que lo haría aún más impopular ab origine.
En estos casos, cuando el partido ganador no cuenta con la mitad más uno de los votos (mayoría absoluta), es conveniente realizar una segunda vuelta entre el candidato ganador de la “primera vuelta” y el que llegó en segundo lugar. En estos casos, suelen ocurrir que las tendencias políticas se reagrupan en torno a los dos primeros candidatos creando fórmulas o coaliciones integradas por los partidos que obtuvieron el primero y segundo lugar con los partidos ideológica o pragmáticamente afines, forzando negociaciones políticas a fin de blindar a los dos candidatos o fórmulas electorales que pasarán a competir en segunda vuelta, de este modo, la fórmula ganadora se asegurará de forma segura que contará con al menos la mayoría absoluta del electorado, por cuanto en una contienda de dos fórmulas electorales, el ganador siempre obtendrá la mitad más uno de los votos, aunque no necesariamente el ganador del ballotage sea el que consiguió más votos en le primera vuelta.
De este modo se logran estructuras de gobierno más sólidas, tanto desde el punto de vista electoral como político, pues como se señaló anteriormente, los partidos se ven obligados a reagruparse en torno a la mejor fórmula que consideren, haciendo más interesante de este modo el debate político para el elector.
Esta institución puede aplicarse no solo para elegir al Presidente de la República sino también a gobernadores y alcaldes, y para que pueda ejecutarse en Venezuela habría que reformar el artículo 228 de la Constitución o solicitar una acción de interpretación constitucional de ese artículo a fin que el Tribunal Supremo de Justicia aclare si en una ley puede contemplarse la institución del ballotage o segunda vuelta electoral, puesto que el vocablo “mayoría” no señala expresamente que se trate de mayoría simple o absoluta, aunque se infiera que se trate de mayoría simple pues solo hace referencia a “mayoría de votos válidos”.
Actualmente los siguientes países contemplan el ballotage en sus legislaciones: Argentina, Austria, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Chile, Chipre, Colombia, Costa Rica, Croacia, Ecuador, El Salvador, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Francia, Ghana, Guatemala, Indonesia, Perú, Polonia, Portugal, República Dominicana, Rumania, Serbia, Ucrania, Uruguay y Zimbabue, entre otros.
Como vemos, la regla del ballotage se aplica al menos en 12 países latinoamericanos.
En mi opinión, el sistema del ballotage o segunda vuelta electoral fortalece la democracia republicana en regímenes presidencialistas multipartidistas, vacunándolos de aventuras autoritarias.
