La salida de Maduro
La crisis política del cabellomadurismo generada por las políticas equivocadas y las contradicciones de los herederos del Comandante extinto, no sólo han provocado las protestas de amplios sectores de sociedad civil y de la oposición, sino también la crítica de centenares o miles de militantes del partido de gobierno, que no encuentran alimentos ni medicinas, aún después de hacer largas y humillantes colas en diferentes mercados y supermercados, produjo la derrota estruendosa de los candidatos del oficialismo en las elecciones del 6 de diciembre. Los incondicionales de otros tiempos, cuando los arengaba Hugo Chávez y creían en la infalibilidad de su palabra y en el cumplimiento de sus promesas, con su voto empujan a Nicolás Maduro a la renuncia o hacia su sustitución a través del voto mayoritario de los venezolanos, en posible referendo revocatorio.
Un porcentaje importante de candidatos a la Asamblea Nacional de los llamados jefes de brigadas chavistas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) seleccionados previamente por Diosdado Cabello y el Presidente de la República, para conocimiento de los militantes de esa organización política al momento de depositar su voto en las urnas correspondientes, provocó la rebelión de algunos que se habían ganado el respaldo de sus compañeros de la base y fueron derrotados por los favoritos de la dupla Cabello-Maduro.
Esa insubordinación produjo consecuencias negativas muy graves para los candidatos impuestos por el dedo de la cúpula Cabello-Maduro, que quedaron en minoría en la Asamblea Nacional. Y si a ello se agrega la organización y cuestionamiento de dirigentes agrupados en la Marea Socialista y de varios ex –ministros, quienes también, hasta ahora, han sido subestimados y agredidos por los herederos del difunto Comandante en Jefe, la salida de Maduro para inevitable.
Ya no es posible que las intimidaciones o enjuiciamientos de algunos funcionarios públicos que no se sometan a los dictados de los nuevos gobernantes, contribuya a callar algunas voces, de los sin tierras, sin viviendas, sin empleo, amenazados por el hampa todos los días, a quienes se les dijo que el socialismo es para todos, que tenían derecho a participar y a ser protagonistas de la historia. Después de 16 años de oír mentiras, se mantendrán protestando en las calles y no votaron por los candidatos del oficialismo que impusieron para las elecciones parlamentarias del 2015, muchos se abstuvieron y otros sufragaron en contra.
Todo indica que estamos en presencia de una crisis política que se origina en las contradicciones de una prédica socialista y una práctica capitalista de Estado, que ha mantenido engañados a miles de venezolanos a quienes no se les han solucionado sus problemas económicos y sociales, pero que ven muy de cerca cómo muchos de los jerarcas del gobierno, que Chávez llamaba pata en el suelo, se enriquecen de la noche a la mañana. El verbo hipnotizador de los herederos del Presidente no existe e incluso su voluntad de hacer algo por su pueblo, se ha estrellado, después de 16 años de gobierno, contra una realidad económica y social que no admite políticas equivocadas que ya fracasaron en otros regímenes totalitarios o de simple tendencia autocrática.
En el supuesto de que a los diputados que ganaron 54 curules en las elecciones en 2015, los obliguen a aplicar la misma política de hegemonía de la cúpula Cabello-Maduro, negándole al pueblo el ejercicio de los derechos que la Constitución del 99 les otorga, la crisis política no podrá ser contenida con las dádivas que ya no permiten los bajos precios del petróleo, y generan colas desesperantes para conseguir comida y medicinas, y una inflación incontenible.
La mayoría de sus políticas, las más importantes, aprobadas mediante la última Ley Habilitante, sin consultar y menos orientar a un cambio económico, social y político, profundizará seriamente la crisis del cabellomadurismo, lo que constituirá un rotundo fracaso del personalismo, del autoritarismo, también por obsoleto y antihistórico, que conducirá a una segura salida del Presidente mediante un posible referendo revocatorio.