La reconstrucción
No por las acciones de Capriles y de la MUD, que más bien lo ayudan a mantenerse en pie, sino por la debacle económica.
Es difícil predecir cuándo se concretará la caída, pero es inevitable. Por eso, quizá no debamos preocuparnos tanto por el cambio de gobierno, sino por la reconstrucción del país.
Después de tantos años de destruir la infraestructura, la industria y el campo, no será fácil reactivar el aparato productivo.
Tomemos el caso del sistema eléctrico, que se colapsó una vez más el viernes pasado. A partir de un cambio de gobierno, tardará a los menos cinco años construir las plantas que hacen falta y renovar las líneas de transmisión, aun contando con los recursos necesarios.
Lo mismo puede decirse de las refinerías y de la reactivación de los campos petroleros; así como de las industrias básicas del hierro y el aluminio.
Para que el sector construcción arranque de nuevo, habrá primero que recuperar la producción de cemento, de cabillas y de muchos otros insumos. La industria automotriz requerirá de divisas que no existen, ni existirán aún después del cambio de gobierno.
En principio, la agricultura y la ganadería necesitarían menos tiempo para reactivarse, pero no olvidemos que ellas dependen del suministro de maquinarias, productos químicos y de créditos, así como de un buen sistema de almacenamiento, precios justos y un mercado seguro.
Hasta ahora me he referido únicamente a los procesos productivos, pero obviamente para que el aparato económico pueda funcionar hace falta garantizar el derecho a la propiedad y a la seguridad, lo cual requiere, después de un cambio de gobierno, depurar el sistema judicial y rehacer los cuerpos policiales.
En fin, son tantos los problemas que deben enfrentarse para reactivar la economía, que convendría conformar un equipo de expertos que defina desde ahora las medidas deberán tomarse en el futuro próximo.