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La procesión va por dentro

“Si así llueve que no escampe” podríamos imprecar ante las contundentes movilizaciones que se han desplegado durante el presente mes en todo el territorio nacional, que lo convierte en el enero más convulsivo en lo que va de siglo XXI, acumulando más de 100 protestas laborales aún cuando estamos iniciando la cuarta semana. 

Deberíamos preguntarnos: ¿será que se fundió la estrategia propagandística de echarle la culpa al bloqueo económico de la miseria nacional? ¿ya no le funciona al régimen la permanente política de odio de pretender dividir a los venezolanos en “escuálidos y revolucionarios”? ¿estarán dispuestos trabajadores y sindicalistas chavistas a abandonar el desprestigiado barco de “la revolución”? ¿será que Maduro perdió la calle? ¿será que los trabajadores ante la pobreza general perdieron el miedo a protestar? ¿Qué piensan los trabajadores de la hemorragia de bonos en lugar de aumento de salarios?

Resulta evidente el agotamiento del ideario comunicacional de la tiranía en su objetivo de maquillar el desplome de nuestro país, al haber manipulado durante toda su gestión un discurso que pretendía mantener en vilo a la población en torno a supuestos magnicidios, tanto de Chávez como de Maduro, en base al mismo guion del tirano cubano señalado siempre como la “victima” de decenas de atentados, la existencia de guerras asimetricas del imperio, para finalmente durante la actual gestión achacarle la culpa a las sanciones económicas impuestas por la UE y EEUU desde 2017.

Estas campañas han sido acompañadas de una discrecional asignación presidencial de bonos en menoscabo del salario, y por otro lado empleando el garrote mediante el acoso a las marchas con los colectivos motorizados y las fuerzas policiales, sustentados con la ofensiva del poder judicial, el SEBIN, el DIM apresando, hostigando, fabricando falsos expedientes, a trabajadores, a sindicalistas, dictando medidas cautelares en procura de acallar la protesta laboral. Se da el caso de la gerente del Hospital Coromoto de Maracaibo increpando la semana pasada al personal “aquí al que proteste lo boto y de paso lo meto preso” o en Guanare Estado Portuguesa donde la directora del liceo encerró a los educadores como ganado para impedir su participación en la movilización.

Toda esta parafernalia de abuso de poder, de “guapos y apoyaos” no ha podido detener la ola masiva de movilizaciones, que ha incorporado incluso a sindicalistas y trabajadores chavistas, quienes no han tenido miedo a aparecer en las marchas realizadas en ciudades y pueblos del país. Incluso en las redes sociales se ha identificado a voceros políticos y sindicales del régimen manifestando su divergencia con la política gubernamental que ha empobrecido a todos los sectores laborales.

Como decía una educadora en la marcha del 23 de enero en Caracas “ahora el miedo se cambió de acera”, no es para menos, la protesta exige respuesta inmediata al régimen en cuanto a definir un salario y un trabajo decente, al que aspiran millones de sobrevivientes, ya que el resto partió en la diáspora mas notoria a nivel global.

A la impresionante movilización nacional laboral del 23 de enero el régimen tuvo como respuesta, la convocatoria a una marcha oficialista cuya consigna central fue la denuncia contra las sanciones. Como se pudo observar el llamado del tirano fue un fracaso rotundo ante la pobre concurrencia de unas huestes agobiadas por la pobreza y los bajos salarios, engañadas y manipuladas por el PSUV y su gobierno, comienzan en corrillo a comentar “no es el bloqueo sino el saqueo el culpable del hambre que sufrimos”.

Le corresponde entonces a los promotores de las movilizaciones durante el mes de enero, a promover la mas amplia unidad de todos los sectores laborales en protesta, sin exclusiones ya que todos son necesarios en la confrontación contra una dictadura que ha pulverizado la condición humana del trabajador venezolano. 

Me luce que es el momento propicio de acumulación de fuerzas no de anuncios altisonantes de paro general, o de huelga indefinida, recordando el viejo adagio que señala “guerra avisada no mata soldado y si le pasa es por descuidado”, ya vivimos la experiencia hace 20 años y es propicio aprender de las lecciones del reciente pasado.

Son buenos indicios para este año 2023, como aquellos hechos de febrero de 1936 cuando la lucha de la incipiente clase trabajadora encabezada por los trabajadores petroleros no solo conquistó el derecho a fundar los sindicatos, también le abrió las puertas a la conquista de la democracia en Venezuela.  

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