La procesión de los ceros
Eduardo Soto Álvarez
Al leer el reciente Comunicado Oficial de la Casa Amarillista, viene de inmediato al espíritu las palabras de Jesús Nazareno: ¿Por qué miras la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en el propio?
A pesar que los desaguisados del Ministerio de Relaciones Exteriores, sean difíciles de igualar, por los veinte años de continuo disparatar que tiene el régimen, sobresale su monumental desfachatez, al denunciar las sanciones a PDVSA, que le impedirían cumplir con sus programas de asistencia humanitaria.
Con todo lo lamentable que esto pueda ser, la memoria acomodaticia del chavismo, le hace olvidar la ignorancia criminal del comandante difunto al despedir, de golpe y porrazo, a veinte mil trabajadores de PDVSA, la flor y nata de nuestra industria petrolera nacional, condenando la empresa a un inexorable deterioro y a los venezolanos a la paulatina degradación de sus niveles de vida, a tal punto que empresa y pueblo están tocando fondo.
Ya no se trata solo de la perniciosa actitud de un régimen, sino que estamos lidiando con un caso patológico, que ya no es susceptible de tratamiento sino de cirugía, por razones humanitarias para los venezolanos y de profilaxis para la comunidad internacional.
El régimen parece como mendicante, cuando es el autor de la corrupción más colosal de la historia, solo superada por la devaluación del bolívar, que han tratado de maquillar con cambios de adjetivación, pero, por ahora, un dólar equivale a bolívares 400.000.000.000 de 1998, cuando una histórica equivocación, permitió al chavismo iniciar su marcha destructiva y traicionera.