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La política de pico y pala y la transición venezolana

“El malestar de la política es bastante viejo, pero sus causas van cambiando a lo largo del tiempo… Lo que actualmente desacredita a la política no es una actitud autoritaria sino la distancia entre lo que habría que hacer y lo que se hace, la discrepancia entre las palabras y los hechos, la precipitada apelación a que no es posible hacer otra cosa. Lo que molesta de la política es su desconcierto e incapacidad… La amenaza actual de la política no es tanto la violencia o el caos como la impotencia de una escenificación rutinaria”. Daniel Innerarity, 2002.

Analizar la historia política contemporánea de Venezuela es una tarea compleja por la cantidad de variables, actores y elementos presentes en la crisis del país andino. Valga señalarse que los problemas estructurales que han llevado y producido la crisis y los déficits de la democracia en Venezuela están incubados en  la década de los noventa en el siglo XX, y reproducidos posteriormente en la primera década y media del siglo XXI, muchos de los problemas imputados a gobiernos y épocas anteriores persisten en el país, e incluso, se han profundizado con la llegada y gobierno del presidente Chávez y posteriormente Nicolás Maduro, entre ellos, desigualdad social, fragilidad de los partidos y del sistema de partidos, pobreza, hiperinflación, desempleo, precariedad del Estado de derecho, elevado riesgo país, estancamiento y una manifiesta incapacidad por parte del Estado venezolano de cumplir con sus objetivos fundamentales, incluyendo aspectos transcendentales como la observancia de la Constitución como norma suprema y vigencia del Estado de derecho.

La profundización de la crisis de Venezuela en el último trienio (2016-2018) es inédita por su complejidad, dimensión y efectos perniciosos en la gobernabilidad, en el deterioro del andamiaje democrático y Estado de derecho, y con una ramificación y efectos directos en las finanzas, industrias, tejido institucional, ciudadanía, calidad de vida y algunas otras áreas, que colocan a la revolución bolivariana en su peor momento, en un cisma y en una suerte de fin de siécle donde la figura central es el presidente Maduro con la peor gestión y valoración en la historia de Venezuela y el más alto rechazo o impopularidad, es decir, al decir de John Magdaleno con la presencia de dificultades sistémicas y situaciones límites como aspecto medular de la actual crisis y posible transición política en este vertiginoso 2018.

La Especificidad Venezolana: 

Estamos viviendo momentos de crisis, de cambios muy profundos. Toda crisis implica un proceso de destrucción y construcción que nunca es simultáneo, un proceso en el que, al diagnóstico conocido de los vicios presentes, a la certeza de las estructuras e instituciones viejas, se opone la incertidumbre de lo desconocido y de las alternativas futuras, y reiterando los análisis y enfoque de John Magdaleno “no podemos desconocer que toda transición per se posee incertidumbres por su propia naturaleza”. La experiencia venezolana posee por su propia dimensión, actores y circunstancias, mayores incertidumbres alrededor de un proceso de transición, apertura, liberalización, democratización o incluso regresión a un modelo calificado de “autoritarismo hegemónico con rasgos totalitarios”.

Los venezolanos hemos podido constatar como el actual gobierno ha venido acelerando un proceso de sustracción de valores, derechos elementales, ha desconocido atribuciones, poderes constituidos, competencias, espacios y demás, con daños relevantes en términos de institucionalidad, Estado de derecho, ciudadanía y calidad de democracia. Esos daños se derivan cuando el gobierno aprueba instrumentos jurídicos, leyes, decretos y fundamentalmente acciones que se apartan de la letra y espíritu de la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999,  se invade, confisca, expropia y demás a la propiedad e iniciativa privada, sin justificación y desconociendo el debido proceso, estas directrices y acciones no tienen soportes técnicos y jurídicos sino estrictamente político-ideológicos, es una política no de adversarios sino bipolar amigo-enemigo en la tipología de Carl Schimitt, situaciones y realidades  que no sólo no figuran ni aparecen amparadas en la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999, sino además constituyen el más nefasto precedente de desconocimiento elemental de derechos, libertades y garantías constitucionales y su acumulado terminaran siendo la debacle de la mal llamada Revolución Bolivariana y proceso.

Carlos Blanco (2002) es un estudio precursor de hace algunos años de forma preclara haciendo una síntesis apretada de los aspectos más emblemáticos de la revolución destacan:

  1. Control de las ramas del poder público: produciéndose una alineación de los cinco poderes públicos al servicio de la revolución;
  2. Militarismo: el régimen muestra como nunca antes una exagerada presencia de oficiales de las fuerzas armadas nacionales ya sea en condición de actividad o de retiro, en toda la administración pública, cancillería y demás cargos;
  3. Caudillismo: como valor social, como expresión basada en el culto a la personalidad y al líder;
  4. Centralismo: no sólo se ha promovido una redistribución del poder sino una concentración del mismo tanto en lo institucional, lo financiero (situados) como en lo territorial en manos del poder ejecutivo relegando poderes y autoridades locales;

Si tuviésemos que caracterizar la última década diremos que el sistema político venezolano mostrará entre otros rasgos: la supeditación de la Fuerza Armada más que al país y nación a un proyecto político especifico, la promoción de una educación ideologizada, la participación popular subordinada a los designios del Ejecutivo, la ampliación de la cobertura comunicacional estatizada en radio prensa y televisión, la concentración del poder central a partir del manejo casi absoluto y discrecional de los recursos financieros públicos en detrimento del proceso de descentralización, las propias regiones y, finalmente, el despliegue de mayores esfuerzos por controlar el aparato económico nacional y hacerlo más dependiente del Estado a través de la promulgación de diversas leyes y decretos, incluyendo la postergación de elecciones, referéndum  o su realización en condiciones no competitivas, justas, y transparentes.

La presencia militar ha sido un rasgo definitorio que revela no sólo la propensión del régimen de militarizar  lo civil, sino además, la ausencia y no creencia en partidos políticos como entes de mediación, canalización, representación y ejercicio de poder, y de instituciones diversas que cumplen labores de control como el parlamento o asamblea nacional y otros, en su lugar emerge una lógica y dinámica que privilegia lo militar en menoscabo de lo civil paradójicamente en pleno siglo XXI. De tal manera que el crecimiento sostenido del estamento militar y la ocupación de espacios netamente pertenecientes al ámbito civil ocurre en detrimento de la democracia, de la Constitución y claro está de la ciudadanía.

Chávez – Maduro y la MUD en su Laberinto:                      

La Fuerzas Armadas Nacionales indiscutiblemente son objetos de críticas, además, han sido afectadas en su seno, sus objetivos, su misión y espíritu en las dos últimas décadas, trastocando su condición y tradición al tratar de imponerle un giro en sus patrones de conducta, que se contradice con las raíces ideológicas y los valores tradicionales de la institución. Muchos señalan que se hizo de la institución armada un ejército revolucionario, una institución al servicio de un proyecto político fuertemente ideologizado.

Desde su arribo al poder, el gobierno presidido por Chávez (1999) y posteriormente Maduro (2013) registramos una serie de acciones destinadas a controlar y copar la realidad política, económica y social del país. Se disuelve el Congreso, se convoca a una Asamblea Nacional Constituyente Legal (1999), se elabora una nueva Constitución, se eligen nuevas autoridades y nombran además nuevas autoridades, nuevas figuras e instancias no electas, y además no previstas en la Constitución de 1999. Sostenidamente en poco más de década y media Venezuela registrará una exagerada presencia y protagonismo del sector militar copando toda escena pública, civil y política, aspecto que coincide que una suerte de secuestro de los poderes, deterioro de los partidos políticos y una etapa de desmovilización, indiferencia, apatía y abstencionismo.

La propensión de militares en la política venezolana nunca antes fue tan marcada como en el ejercicio de gobierno del Presidente Chávez (1998-2012) y ratificada en la presidencia de Nicolás Maduro (2013-2018). Venezuela exhibe en pleno siglo XXI un régimen profundamente pretoriano, caudillista, personalista y populista.

En la Venezuela contemporánea pudiéramos hablar de un régimen o sistema hibrido donde convergen paradójicamente algunos elementos democráticos, otros de orden autoritario y la presencia también de elementos totalitarios, donde destacan apoyándonos en las tipologías de Juan Linz, Robert Dahl y otros:

1.- El intento de establecimiento de un régimen de partido hegemónico en partido único;

2.- La promoción de una ideología única (socialismo del siglo XXI);

3.- Sobredimensión y concentración de atribuciones y funciones en manos del presidente de la República;

4.- Desconocimiento de derechos elementales y garantías constitucionales (transito; trabajo; pluralismo; asociación;   alternancia; propiedad privada; opinión y expresión; etc.);

5.- Criminalización de la política y de la disidencia u oposición (represión policial, judicial y mediática)

6.- Ausencia real de la división de poderes públicos;

7.- No rendición de cuentas (acountability);

8.- Culto y exacerbación  a la personalidad del líder asumiendo rasgos cuasi religiosos (Chávez);

9.- El ejercicio arbitrario del poder en manos de un grupo reducido (militares, miembros del PSUV, etc.):

10.- Pluralismo político limitado;

11.- Legitimación del poder, sistema e ideología invocando la patria, el orden, la familia, el bolivarianismo, el socialismo del siglo XXI.

12.- Movilización alta y permanente  sostenida o basada a través del partido único (PSUV) y la ideología (Socialismo del Siglo XXI);

Dificultades Sistémicas y Transición Política:

No hay dudas que en este vertiginoso y globalizado siglo XXI donde pululan fenómenos muy diversos asociados a progreso, desarrollo, nuevas tecnologías, avances en muchos órdenes, y también la presencia de distorsiones, de lunares y de laboratorios que nos indican básicamente que algunos países y economías registran proceso regresivos no sólo con deterioro material, económico, financiero sino en términos de calidad de vida y espiritual. Venezuela se convirtió en el mayor laboratorio del mundo, precisamente por albergar un cúmulo de fenómenos y  procesos en el orden económico, social, político, lamentablemente con elementos regresivos.

La lista de distorsiones económicas presentes en la economía venezolana son las principales claves para entender la crisis actual que no tiene antecedentes dado la magnitud del deterioro económico, social, productivo y demás. Dentro del inventario de fallas y distorsiones encontramos:

Inconsistencias que arrastran las políticas monetaria, fiscal, el alarmante declive que exhibe nuestra industria petrolera, a lo que se une ahora la caída sin parada de los precios internacionales del petróleo y que naturalmente generan un clima muy sensible de incertidumbre y desconfianza que ahuyenta las posibilidades de inversión de capitales nacionales y extranjeros entre otras cosas por el elevado riesgo país de Venezuela;

No hay duda de que la condición de Venezuela como país mono productor aunado a ese marcado rentismo nos ha hecho mucho daño, y en pleno siglo XXI hemos descuidado los asuntos energéticos, y peor aún, hemos concebido erráticamente una propuesta energética no consustanciada con el mundo de hoy, Venezuela es de los pocos países que habla y califica a los recursos naturales como estratégicos y habla de industrias básicas cuando universalmente lo que observamos es una manejo eficiente por parte del sector privado no sólo haciendo una explotación eficiente sino rentable.  Venezuela debe modificar su enfoque de política energética sino además aprovechar y potenciar el peso de las regiones para desarrollarlas y hacerlas polos de crecimiento e impactar positivamente a las mismas y al país nacional en términos de progreso, empleo, calidad de vida y demás.

Los graves efectos de la indisciplina macroeconómica y la destrucción del sistema de precios es un aspecto medular en cualquier análisis, padecemos en el tiempo de graves distorsiones en materias o áreas como los precios de la economía, tipo de cambio, tasas de interés, el debilitamiento sistemático de las instituciones públicas responsables de la elaboración y producción de las estadísticas económicas. Aunado a una combinación perversa de controles generalizados y expansión monetaria a gran escala.

Cuando analizamos las misiones como la labor asistencialista que ha desplegado la llamada revolución bolivariana, entendiéndolas como paliativos y como un avance desde el punto de vista de que el Estado venezolano identificó los diversos déficits de atención en muchas áreas. Sin embargo, las misiones en su manera de concebirse y ejecutarse no han erradicado los graves problemas que el país y su población padece. Más aún hay misiones que tiene una década de lanzadas y no se aprecia su impacto o metas alcanzadas en términos de las cifras, aspecto que condiciona los supuestos éxitos de las mismas aunado a las cifras invertidas por parte del Estado venezolano.

La institucionalización de la política social no sólo requiere diseños técnicos y procedimientos universales que garanticen, a quien se encuentre en estado de necesidad, obtener la ayuda sin tener que vender su dignidad a nadie; también necesita del compromiso de todos los líderes políticos de que nuca más se aprovecharan de las dificultades del pueblo, para sacar provecho, y ventaja a los demás competidores, con tales prácticas populistas

Insistimos que la política regulatoria y especialmente los controles de precios han sido desproporcionados ya que, en muchos casos, las autoridades imponen precios que no cubren los costos, condenando a productores y distribuidores a trabajar a pérdida, sin perder de vista que los controles no sólo desestimulan la producción sino que también desincentivan la inversión. En Venezuela no se podrá derrotar la inflación sin una formulación de política fiscal, monetaria y cambiaria, aunado a estimular la oferta de bienes y servicios, y la necesidad de lograr un mercado más natural con menos controles de precios y de cambio, entre otras medidas que persigan controlar la hiperinflación creciente en Venezuela que es la primera del mundo, unida al mayor riesgo país y otros estadísticos que colocan a Venezuela en una nefasta posición en términos de economía, finanzas y demás.

Corolario:

Ciertamente la realidad venezolana, la Venezuela del 2018 tiene presente un conjunto de dificultades sistemáticas, entre ellas, altos niveles hiperinflacionarios, endeudamiento, diversas distorsiones que arrastran los mercados monetario, fiscal y cambiario, el declive de la industria petrolera a niveles de retroceso jamás antes registrados, afectación de las reservas liquidas, mucha opacidad en el manejo de la renta petrolera, promoción del Petro, entre otros, son la expresión de la baja calidad de nuestras instituciones políticas  y económicas que reclaman un rediseño y reingeniería a lo cual se le suma lo niveles de pobreza, miseria, hambre y malestar en un sector importante de la población, sin contar graves distorsiones y problemas en términos de servicios públicos (agua, electricidad, transporte, seguridad, salud, etc.) que sin dudas conforman problemas y escoyos serios en términos sistémicos y de estabilidad del modelo actual que luce inviable sin descartar la emergencia de situaciones limites

Venezuela no puede producir un cambio de modelo y sociedad sino asume ciertamente un conjunto de acciones de Política macroeconómica orientadas a disminuir la tasa de inflación, Política fiscal basada en una sostenibilidad fiscal, aspecto que demanda el balance del presupuesto y sus fuentes de financiamiento, mejorar la eficiencia del gasto público, reducir la vulnerabilidad fiscal; Política monetaria, urge recuperar el valor del signo monetario o moneda, la confianza y capacidad de ahorro, aspecto vinculado a contar con una arquitectura fiscal y monetaria cónsona con la estabilidad económica. Política petrolera, es urgente lograr un tipo de cambio competitivo para estimular justamente a los sectores transables distintos al petrolero con un papel técnico y central del BCV en el manejo de la tasa de cambio; a lo cual se le suman una conjunto de política sectoriales en petróleo, industrial, capital humano, política social y afines como rasgos de un nuevo modelo viable, moderno, eficiente.

Veremos si la crisis económica en Venezuela expresada repetimos en la mayor escasez, la mayor inflación del mundo y riesgo país en su historia, colas para poder comprar medicinas y alimentos, malos servicios públicos, inseguridad y otros problemas y distorsiones producen una situación límite como inicio de un proceso de ruptura y transición, donde jugará un papel destacado no sólo la oposición, sino el propio gobierno y el llamado “chavismo critico o revisionista”.

Al analizar la situación actual de Venezuela y la figura del presidente Maduro no hay dudas de las carencia en términos de carisma y liderazgo, aunado a una serie de contrariedades y contradicciones en el seno del chavismo y del propio PSUV, pugnas entre civiles y militares, un pretorianismo y militarismo en ascenso y muy marcado en la actualidad al colocar y delegar todo la administración pública y el manejo del Estado en la figura del ministro de la defensa General Padrino López, que junto a la peor crisis económica de Venezuela en su historia, y una debilidades en el seno de la oposición que enarbola una política de pico y pala cargada de errores, deficiencias en términos de equipamiento y liderazgo, una ciudadanía coyunturalmente desmovilizada perfilan aspectos y variables que  sitúan y condicionan por una lado la continuidad de la revolución bolivariana y por otra parte suponen también limitantes frente a un proceso exitoso de transición política.

Los próximos días, semanas y meses serán determinantes para el futuro inmediato de Venezuela, más allá incluso de que se celebren o no las elecciones del 20M y de sus resultados. Varios aspectos y variables serán determinantes en el rompecabezas venezolano del 2018, entre ellos, la opinión pública nacional, la movilización social masiva, la opinión pública internacional, los organismos multilaterales, la presión de los presidentes y ex presidentes de América Latina y Europa, el chavismo crítico, revisionista y descontento, la iglesia católica, las FAN, posibles diálogos, negociaciones y acuerdos y por supuesto la ciudadanía. Complejidad e incertidumbres serían las dos variables y situaciones que mejor pueden definir la Venezuela del 2018 y dentro de esta la transición política o peor aún una profundización del autoritarismo. Veremos …

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail: [email protected]

 

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