La polarización: el mal de nuestro tiempo
La polarización en Venezuela ha sido exacerbada desde que irrumpió en la vida política nacional Hugo Chávez Frías, con su visión binaria de que la realidad correspondía a un enfrentamiento constante entre el bien de la revolución y el mal de los que se oponían a ella.
Esa visión dicotómica del país ha producido efectos perversos en nuestra vida cotidiana, pues ha destruido la sindéresis necesaria para construir país, sustituyéndola por una radicalización de los extremos.
Curiosamente, las encuestas de opinión pública muestran que la inmensa mayoría de los venezolanos no desea seguir viviendo en un escenario de polarización radical, y sensatamente se están desplazando hacia el centro.
Esa realidad ha conducido a los actuales detentores del poder a tratar de frenar la tendencia con la bizarra consigna de llenar los espacios de la administración pública con el mensaje: «Aquí no se habla mal de Chávez». Al dar esa orden, quien tuvo la idea al parecer no se percató que lo que logra es hacer público el hecho de que un alto porcentaje de los venezolanos ya considern que el responsable de la crisis actual es, en gran parte, el comandante.
Ahora bien, la polarización existe también en el otro lado del espectro político, y la representan aquellos que no ven ninguna solución al problema, más allá de la total erradicación del chavismo de la vida política del país.
La gente, en su mayoría, piensa que la solución está precisamente en acabar con la polarización y propiciar espacios de entendimiento, que permitan tomar medidas para superar las causas principales de la crisis que hoy está destruyendo a Venezuela.
Solo tendremos paz y futuro promisorio cuando se imponga, de ambos lados, el amor por Venezuela, por encima de la pasión.