“La planta insolente” del Siglo XX y la del XXI
Para 1902 en Venezuela reinaba un verdadero caos político-económico, con sus derivaciones sociales. En plena guerra civil, continuación de la de Independencia, afrontaba enorme deuda externa en estado de mora. Los Bancos europeos que habían financiado esa interminable guerra y, sin duda, la corrupción que de ella dimanó, acudieron a sus gobiernos a los fines de recuperar la inversión. Aquí las empresas privadas y los particulares extranjeros cobraban indemnizaciones por daños de guerra. La tormenta perfecta la completó el contencioso del gobierno con la New York & Bermúdez Company, filial de General Asfalt, financista de la “Revolución Libertadora” y otras colaboradoras como la compañía alemana del Gran Ferrocarril de Venezuela y la Compañía Francesa del Cable Interoseánico.
El general Cipriano Castro ejercía la Presidencia de la República desde el 22-10-1899, luego de haber invadido desde Colombia el 23-05-1899 al frente de una tropilla que, descolgándose por las laderas de la cordillera, fue ganando adeptos y batallas hasta derrotar al ejercito del gobierno de Ignacio Andrade. Entró a Caracas y acampó con sus mesnadas en la Plaza Bolívar. La deuda no había sido contraída por su gobierno, pero tenía que pagarla. Los acreedores apremiaban.
Así tenemos que el 09-12-1902 las armadas de Inglaterra, Alemania e Italia, a las que se les unió la de Francia, bloquean los puertos venezolanos, hundieron algunos barquichuelos que hacían de flota naval y desembarcaron sus tropas para hacer efectiva la cobranza. Hubo alguna respuesta valerosa y Castro lanzó la proclama: “La planta insolente del extranjero ha hoyado el sagrado suelo de la patria”, un llamado a combatir en su defensa. Al mismo tiempo acordó con los embajadores de Brasil y Argentina solicitar la intervención de USA. El presidente Theodor Roosevelt moviliza la flota para defender su espacio vital con apego a la doctrina Monroe: “América para los americanos”. Los invasores se retiraron. Aceptaron rebajar sustancialmente la deuda y la cancelación mediante la retención del 30% de la recaudación mensual en las aduanas. Los marines ni siquiera desembarcaron. Lo hicieron las petroleras, pero esa es otra historia.
Con el amanecer del Siglo XXI regresamos al pasado, el de la pesadilla de las dictaduras. La instaurada por Hugo Chávez Frías, la del Socialismo Siglo XXI, tan depredadora de los dineros públicos como la de los gamonales, igualmente encarcela, tortura y asesina activistas de la oposición, civiles o militares. Pero hay una diferencia: el cruel ensañamiento de los gamonales era en contra de los líderes, mientras la sevicia de la castro-chavista golpea toda la nación, con escases de alimentos y medicamentos, desempleo, inseguridad personal y jurídica, y servicios derrumbados; con el agregado de prohijar la diáspora que solo lleva consigo un morral lleno de incertidumbres.
Desde 1936, a pesar del bache dictatorial 1948-1958, Venezuela avanzó por la ruta del desarrollo económico en democracia con acento social, truncada en 1999. El castrocomunismo, lobo feroz con piel de cordero, confeccionó un discurso de ofertas engañosas y la mayoría del electorado cayó en la trampa socialista del SXXI. Chávez y Maduro, en interminables peroratas, estimularon el odio social, retrotrayendo al país a tiempos de la Guerra Federal. El indetenible robo de los dineros de la nación la ha conducido a la ruina total. Agricultura, industria, educación, salud y las comunicaciones radioeléctricas transformadas en chatarra, las carreteras y calles semejan un paisaje lunar, la calidad de vida ha sido degradada a nivel cuartomundista. Si algún daño les faltaba por ocasionar: abrieron las puertas a Cuba, Rusia, China y a terroristas islamistas para que controlaran los puntos estratégicos, y sus ejércitos hoyaran, con sus botas ensangrentadas, “el sagrado suelo de la patria”.
La “brujería” y sus efectos toparon con 40 años de democracia, tatuada en la conciencia venezolana. Y como un pronunciamiento militar es improbable, debido al control que de la FANB tienen tropas cubanas y rusas, apostamos, con el 90% de los venezolanos, a la intervención militar de USA con sus marine, como la de 1902, para liberarnos y rescatar su “patio trasero”. La no intervención es socorrida guarimba de tiranías abominables.