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La oposición contra la oposición

En el curso de mi dilatada militancia y actividad partidista he presenciado desde acalorados debates internos, relacionados con la definición ideológica y consecuencial postura ante la problemática mundial y doméstica, hasta divisiones pasando por la clásica “trompada estatutaria” Gonzalo Barrios dixit. Cuando las posiciones se hicieron irreconciliables, el grupo que ventiló el asunto interno en los medios de comunicación se marchó antes de que lo echaran o lo echaron antes de que se marcharan.

En los días que corren, desde los años 90 del siglo XX, los asuntos se dirimen de diferente manera. Algo se rompió en el camino y pocas diligencias se hacen para determinar, con filosófico sosiego, las causas del quiebre; todo lo contrario, llueven las descalificaciones a compañeros de tolda y agresiones en contra del adversario que, al menos en las palabras, está en la misma trinchera de lucha contra la tiranía castrocomunista.

En el pasado ¡qué le vamos a hacer! los mayores contamos acontecimientos de nuestros tiempos. En el pasado, repito, por los años 40 del siglo XX el debate político se caldeó hasta el combate cuerpo a cuerpo; una guarra entre caníbales que concluyó cuando la escena fue copada por las tropas del Alto Mando Militar, comandado por Marcos Pérez Jiménez, que derrocó al Presidente Don Rómulo Gallegos. Y fueron necesarios nueve años para dejar de vernos con enojo, aceptar que el enemigo era la dictadura, para no “disparar” a los lados contra los compañeros de ruta, dar comienzo a un proceso de reconciliación entre civiles, conquistar la voluntad de militares descontentos con el régimen y lograr el derrocamiento del tirano y su camarilla.

Quienes en algo contribuimos al derrocamiento de esa dictadura militar, así como los que con su esfuerzo creador (trabajadores, campesinos, maestros, universitarios, intelectuales y las mujeres de cuyos vientres salimos) dieron piso y robustecieron la democracia rescatada el 23 de enero de 1958; hoy nos agobia la inmensa pena de no otear en el horizonte ninguna señal de unidad, proveniente de la dirigencia política, empresarial, sindical, profesional o estudiantil proposiciones, articuladas en un programa mínimo que rescate la confianza del ciudadano en la actividad política, para emprender el proceso de reflotación de la democracia, con pasos firmes y cautelosos, para recuperación económica, social y política, como requisito indispensable en la galvanización de la oposición en bloque monolítico, que conquistaría la voluntad de la nación, incluido la del  sector militar porque a ella pertenece y se debe.

Ojalá que la locura de hacer oposición contra la oposición a palo y pedrá comience a ser cosa del pasado, que las baterías verbales sean utilizadas desde ya, porque mañana es tarde, contra la tiranía que boquea y tambaleante tira palos de ciego, para derrotarla junto con el Socialismo del Siglo XXI y asociados corruptos.

Sólo con la voluntad y acciones como las de 1957 podrá rescatarse la libertad, para que el venezolano vuelva a sentirse dueño de su propio destino, como parte integral del sistema democrático al que pertenece y a él pertenece.

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