La obstinada mediocridad
“Porque el hombre que está en tiniebla no podía convenientemente ser alumbrado sino por otra tiniebla”
San Juan de la Cruz
Sin un asomo de corrección, muy poco de preocupación, apelando a la misma retórica y a historias llenas de mentira y cinismo para encubrir el miedo de decir lo único que todos esperaban que dijera, oímos de nuevo un discurso agotado, de un Sísifo que cae y recoge las mismas piedras una y otra vez para no llegar a ningún lado. Un aburrido sermón, ahora ni siquiera amenizado con las burlonas añagazas que acostumbraba el ocurrente “vendedor de milagros”.
Más de lo mismo. Balbuceos de una supuesta política económica sin sentido que atizará las calamidades de la inflación y el desabastecimiento: un mayor volumen de dinero desvalorizado en la calle y unos oferentes nacionales de bienes asediados por los comisarios que combaten una ridícula “guerra económica”. Notable la ausencia de medidas de verdadero contenido económico, como serían, elevar la calidad del gasto publico, estimular las inversiones, desmontar los regímenes de control, entre otras. Nada distinto podría esperarse de quien es alumbrado por un sanedrín económico, que en lugar de economistas tiene militares, como parte de un gabinete escogido por incondicionalidad y muy poco por aptitud. Esto por contraste nos recuerda cómo Juan Vicente Gómez, originalmente un arriero y quizás con menos escolaridad que quien hoy gobierna, fue ejemplar en rodearse, sin complejo, de las mejores mentes del país para darle lustre a su administración.
Este mensaje presidencial nos hizo evocar a nuestro apreciado y recordado Simón Alberto Consalvi, al referirse a aquellos hombres de poder que desconociendo las realidades de la política y, sobre todo, su propia condición humana, “…terminan por sentirse como dioses poderosos capaces de verlo todo, menos el precipicio que se les abre a los pies”.