La Nasa y la extinción de Venezuela
Un científico asociado a la Nasa acaba de suscitar algunos titulares de prensa, al sostener la probabilidad remota, pero probabilidad al fin, de que el planeta sea embestido por un meteoro que pueda generar niveles de extinción generalizada de la vida. El tema parece propio de una película de ciencia ficción, pero no lo es porque ya ocurrió hace millones de años.
Y tampoco lo es porque hay un país de América Latina que está siendo extinguido, no por la fuerza de choque de un objeto espacial, sino por la avasallante destrucción perpetrada por la hegemonía despótica y depredadora que en ese país impera. Y ese país se llama, claro está, Venezuela. Un país que ha sido arruinado en medio de una gran bonanza petrolera, y que está siendo corroído hasta sus cimientos, en nombre de una supuesta “revolución bolivariana”, acaso la estafa histórica más gravosa de su accidentada trayectoria nacional.
¿Los países no mueren? Claro que mueren. De hecho, una dinámica central de la historia a largo plazo es la muerte de los países. Desde luego que también nos referimos a la pérdida de la viabilidad como nación independiente, y de la capacidad de ofrecer un futuro humano y digno a su población. Dentro de estas referencias, Venezuela es un país en vías de extinción. Y con la velocidad acelerada, conforme a las recientes loqueteras monetarias que sólo producen angustia máxima y visibilidad de la miseria.
Los jóvenes profesionales del país están saliendo para establecerse en otras naciones de la región, del hemisferio e incluso mucho más allá. Un país que exporta sus recursos naturales, que exporta –o depreda, sus recursos financieros, y que exporta una parte significativa de su capital humano, es un país que se va vaciando a sí mismo. Va quedándose como un carapacho en el cual la delincuencia organizada –de arriba y abajo—encuentra un santuario para la corrupción y la violencia.
Y estas realidades son propias de países que pasando la frontera del decaimiento, entran en los terrenos de las crisis humanitarias, y también en el de las crisis terminales. La profunda y extensa descomposición que azota a Venezuela, ¿es irreversible o no? La respuesta a esa interrogante se irá haciendo más ardua en la medida que la hegemonía continúe controlando el poder.
Si la autodenominada “revolución” se propuso destruir la República, lo logró. Si se propuso destruir la democracia, lo logró. Si se propuso destruir el Estado institucional, lo logró. Si se propuso destruir la economía productiva, lo logró. Si se propuso destruir los fundamentos de la convivencia social, lo logró. ¿Y qué pasa en un país sin República, sin democracia, sin Estado institucional, sin economía productiva y sin convivencia social? Repito, ¿qué pasa? Pasa que ese país está siendo aplastado y extinguido por una camarilla hegemónica. Y no hay que ser un científico de la Nasa para darse cuenta.