¡La militarización de la Guardia Nacional! (I)
La mayoría de los venezolanos, por no decir la generalidad, piensa que el estatus del guardia nacional como militar es lo que le ha dado su poder y fortaleza institucional, sin pensar, que ese estatus militar y su ubicación como órgano y parte de las fuerzas armadas, es lo que le ha generado su conducción desequilibrada y fuera de los parámetros que orientaron su creación y fundamento institucional.
Desde su fundación, su prestigio surgió de la dedicación y el valor desprendido, creado en cada uno de sus integrantes, cuando de manera institucionalizada, cumpliendo los llamados servicios específicos y el apoyo a los otros entes de la Administración pública en múltiples actividades llamadas de cooperación, como policía administrativa y auxiliares de la justicia, lo que le permitió demostrar a los conciudadanos, que todos eran resplandor para el brillo de su divisa: ¡El honor!, ese honor que representa: dignidad, decoro, distinción, honradez, conciencia, decencia, título y honestidad.
Por muchos años tuvimos el gozo y placer de integrar a la institución como oficial efectivo, comandante de unidades en todos los niveles, hasta el de comandante de operaciones en la institución, jefe e integrante de su estado mayor, instructor y profesor en todas sus escuelas de formación y especialización en varias de sus materias específicas, cuya preparación para ello, nos permitió acceder al ejercicio actual como docente, y a la conformación del Derecho Ecológico, cátedra que regentamos desde hace 35 años, cuya base se originó de la práctica del resguardo nacional, la seguridad y el orden público, materias forestales, protección de la fauna silvestre, control de la minería ilegal, aplicación del derecho petrolero, la protección fronteriza y el resguardo de instalaciones básicas, entre ellas las instalaciones de Punta Cardón y Judibana en la península de Paraguaná, la cooperación en el control del ingreso ilegal y las plantaciones de coca y mariguana en la sierra de Perijá, también en la iniciada descontaminación del lago de Maracaibo, en la protección y control de la explotación del hierro en la Ferrominera del Orinoco, así como la protección del orden en la Siderúrgica del Orinoco, con mención especial, la cooperación para el normal desarrollo del complejo industrias del hierro y el aluminio en la zona industrial de Matanzas en Puerto Ordaz, en la protección durante el inicio de la siembra en Uverito, mano a mano con su mentor, el ingeniero J.J Cabrera Malo; en la protección de espacio y trabajadores en la ampliación de Edelca y la represa de Guri; en la protección del parque Nacional Canaima, con especial énfasis en el control de la explotación minera de la zona que hoy ocupa el Arco Minero del Orinoco, donde nunca se permitió la explotación como hoy se hace, dado el conocimiento que se tiene de la fragilidad geológica de los suelos del Gran Macizo Guayanés, que a pesar de su inmensa riqueza en minerales, requieren una explotación científica moderna y no la burda industrialización que hoy se hace, incluyendo una empresa militar.
No por azar, sino con precisión de criterios en materia de seguridad social y orden público, fue creada la Guardia Nacional el 4 de Agosto de 1937. Ella no merece los epítetos que hoy le endilgan, y tampoco merece ser malpuesta al desprecio como muchos lo hacen, ya que surgida como lo fue, de una necesidad social, hoy esa necesidad se ha agravado, al extremo de que así como maltratan a la “dama ciega de la justicia” por el mal proceder de quienes se sirven de ella y debieran defenderla, también maltratan a la Guardia Nacional, cuyo emblema y carapela asimilan el respaldo con la balanza de la justicia.
Se preguntarán, ¿Por qué defendemos a la Guardia Nacional? Y respondemos sin recato: ¡porque la Guardia Nacional, como institución servidora pública, es atacada por tirios y troyanos!, que en coloquio podemos decir, es atacada por gran parte de la ciudadanía, cuyo ataque es reforzado por sus colegas dentro de la Fuerza Armada Nacional. Es triste decirlo, pero igual que sucede en muchas instituciones del Estado, se agravó su situación, cuando al militarizarla como un componente de la Fuerza Armada Nacional, se le discriminó en su uso como fuerza militar, limitada solo a la “cooperación” en la defensa militar, asignándole una función específica de “conducir la operaciones para el mantenimiento del orden interno del país”, que ni el mismo constituyentista supo definirla.
Mas grave aún, en la misma Constitución se apartó a las fuerzas armadas en la cooperación para el mantenimiento del orden púbico, que siempre hizo mediante el famoso y connotado plan Ávila, derogado totalmente con el artículo 332 de la Constitución, que crea cuatro organizaciones “para mantener y restablecer el orden público,…”, entre ellos la Policía Nacional; concluyendo al cierre del artículo con que “…los órganos de seguridad ciudadana son de carácter civil…”. Queda claro, para el buen entendedor, que la CRBV apartó a las fuerzas armadas y con ello a la Guardia Nacional, de la función que siempre cumplió de “cooperación en el mantenimiento del orden público”.
Sin mucho análisis, debemos entender, que se cumplió el deseo de Chávez de eliminar a la Guardia Nacional, y lo que logró minimizándola y exponiéndola al escarnio público, que se evidencia en utilizar un solo uniforme para todos los componentes, lo que permite usar a cualquiera de ellos en funciones represivas, mientras que los ciudadanos solo identifican a la Guardia Nacional.
(II) ¿Cuándo, cómo y por qué se inició la militarización de la Guardia Nacional?
(III) Consecuencias sociales, políticas y de seguridad en la militarización de la Guardia.