La metódica del Esequibo
El grave problema que dejó el proceso de conquista de los territorios amerindios por parte de los Imperios de la Europa primera, fue el desorden y el caos en la distribución del territorio de los nacientes Estados Nacionales. La República Bolivariana de Venezuela inicia su historia con la conquista y colonización europea de su territorio, desde 1498, cuando el cuarto viaje de Cristóbal Colón (14515-1506), se explora el territorio; las primeras poblaciones establecidas por los españoles en Venezuela fueron La Isla de Margarita (en la parte insular) y Cumaná (en tierra firme), en el oriente venezolano; en el área occidental se dieron las primeras divisiones territoriales, formándose la provincia de Margarita (1525), la provincia de Venezuela (1528) y la provincia de Nueva Andalucía, cuya capital era Cumaná(1568), en 1570, se crea la provincia de La Grita.
Sería para 1777, que se crea la Capitanía General de Venezuela, jurisdicción bajo la cual se unieron la provincias de Caracas, Cumaná, Guyana, Margarita, Maracaibo y Trinidad; y para 1811, se comienza, de manera incisiva, las escaramuzas revolucionarias contra el gobierno español y se proclaman las provincias de Barcelona, Barinas y Trujillo; con la independencia se modificó la división territorial al convertirse Venezuela en departamento de la Gran Colombia, estos departamentos se subdividieron en provincias, las provincias en cantones y los cantones en parroquias; y esta fue la nueva estructura político administrativa del territorio venezolano.
Conjuntamente con este proceso de ordenamiento territorial, se fue dando otro proceso menos racional pero sí bajo el criterio de astucia y mala intención; se comenzó un proceso de descomposición de los límites originarios y su alteración para beneficiar Estados Nacionales vecinos. La creación de la República de Colombia (llamada por los historiadores La Gran Colombia), fue la excusa perfecta para unificar territorio que luego, al disolverse ese sueño de unificación bolivariano, trajo consigo problemas de adjudicación de territorios y de sinceración de los mismos en razón de los documentos históricos existentes.
En el 2015, el periodista venezolano Earle Herrera (1949-2021), publicó su ensayo crítico titulado: ¿Por qué se ha reducido el territorio venezolano? En sus páginas Herrera describe que no solamente el Esequibo ha sido una bandera de disputa para Venezuela, sino que todo el territorio limítrofe venezolano ha sido, de alguna manera u otra, despojado de la manera más descarada e inocente.
Herrera alcanza definir algunos síntomas con influir en la toma desproporcional de buena parte del territorio nacional; citando al periodista Carlos Ramírez Faría, resalta Herrera que en la geografía de Agustín Codazzi, la mejor descripción existente de Venezuela para mediados del siglo pasado, el territorio bajo nuestra soberanía, o reclamado por nosotros en ese entonces, tenía una extensión de 35.431 leguas, o sea, aproximadamente 1.099.424 kilómetros cuadrados. Hoy en día ese territorio suma en total 898.805 kilómetros cuadrados; es decir, ha sufrido una merma de 200.619 kilómetros cuadrados. Si se considera que en determinados momentos las pretensiones territoriales más o menos fundadas de Venezuela llegaban a 1.200.000 kilómetros cuadrados, la frustración de nuestras reclamaciones equivale a la pérdida de alrededor de 300.000 kilómetros cuadrados.
El poeta y abogado Andrés Eloy Blanco, en el Congreso de 1941, hace referencia Herrera, dijo que Venezuela había perdido la quinta parte de su territorio “sin disparar un tiro”, frase esta última que sacada de su contexto ha sido interpretada en un sentido totalmente contrario al que le quiso dar el poeta cumanés; a lo largo de este reportaje hay una demostración que se ha acercado a los procesos históricos que han conducido a cada uno de los despojos territoriales de que ha sido objeto Venezuela.
A juicio del historiador Ángel R. Lombardi Boscán (1949), entre los años 1846 y 1848 los Estados Unidos de Norteamérica, invadieron México; desembarcaron en Veracruz y tomaron más luego la capital. ¿Motivos? El expansionismo estadounidense alojado en Texas. México era en ese entonces un país dislocado, débil e invertebrado. Aún hoy lo sigue siendo. Pérdidas territoriales: Alta California, Nuevo México y Texas, que hoy forman los actuales estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado y parte del hoy llamado Wyoming. Estamos hablando de una pérdida del 55% de la totalidad de la geografía originaria de México.
Para 1824, resalta Lombardi Boscán, el mariscal Antonio José de Sucre al mando de su ejército republicano, formado por fuerzas mixtas de todos los países de América del Sur, logró ponerle fin al dominio continental de la monarquía hispánica para luego dar el escenario perfecto para la República de Colombia (Gran Colombia), entre 1819-1831; al igual que México comenzó un desmembramiento bajo el predominio de caudillos y revoluciones que en realidad se convertían en empresas de saqueo. Se dio un proceso de “balcanización” (desmembración de un país en comunidades o territorios enfrentados), acelerándose la descomposición secular que la guerra contribuyó en ahondar en los que fueron los territorios hispánicos.
Venezuela ha tenido que padecer, explica Lombardi Boscán, lidiar en su frontera oriental con Inglaterra, y en la occidental con Colombia, pero con una diplomacia habilidosa; ambos países arrebataron el 44% del territorio nacional; Lombardi Boscán, comparte unos datos soberbios: Año 1882, contaba con 1.639.398 kms2; en el Año 2021, se tiene de manera efectiva 916.445 kms2; el margen de pérdidas del territorio de nacional ha sido de 722.953 kms2.
En este sentido, aclara Lombardi Boscán, solamente con la Guayana Esequiba se perdieron 159.000 km2, bajo la manipulación y manejo burocrático de Inglaterra, la potencia hegemónica mundial más imponente en el siglo XIX, y nuestra vecina el flanco oriental de nuestro país, Inglaterra, la misma que con su Legión Británica, ayudó a Bolívar y Páez a vencer en la decisiva batalla de Carabobo del 24 de junio de 1821, lo que ha sucedido es un triunfo descarado de la ironía como habilidad y destreza diplomática.
A juicio de Alejandro de Humboldt, comentado por Lombardi Boscán, la seguridad política de las Provincias Unidas de Caracas y de Nueva Granada, depende íntimamente de la defensa de las bocas del Orinoco; la coherencia del despojo inglés sobre el territorio oriental venezolano. Primero obtuvieron de España las islas de Trinidad y Tobago en 1797 y, luego, sus avanzadas de inventaron la famosa Línea Schomburgk a partir del año 1841. El Laudo Arbitral de París del año 1899, terminó siendo la puntilla; para 1823, los Estados Unidos invocaron la doctrina Monroe, la cual se sintetizada en la frase “América para los americanos”, elaborada por John Q. Adams y atribuida al presidente James Monroe, establecía que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos de Norteamérica la doctrina en sí fue proclamación por parte de EE.UU, de su oposición al colonialismo en respuesta a la amenaza que suponía la restauración monárquica en Europa y la Santa Alianza tras las guerras napoleónicas.
Coincidimos con el abogado Hermán Escarrá, que preside la comisión especial para la Defensa del Territorio de la Guayana Esequiba de la Asamblea Nacional, que si un país cuenta con pruebas, documentos, testimonios y títulos a mano para fundamentar que el Laudo Arbitral de 1899, es írrito, ese país es Venezuela, y es deber de la institucionalidad de Venezuela, por la vía del Estado y sus habitantes, ratificar que ese territorio es venezolano. Dice Escarrá: “…Hay que hacer más presencia en el Esequibo, hay que penetrar en el orden social, hay que intentar restablecer proyectos que ya se habían elaborado y que en algún momento se dejaron, es decir, hay que hacer una labor verdadera en ese territorio venezolano, y también hay que hacerla con los esequibanos que ahí se encuentran…” No se trata de un tema más de la política exterior venezolana en este momento, sino una prioridad para llevar a la praxis las políticas sociales y económicas al Esequibo para aumentar la identificación de sus habitantes con Venezuela y viceversa. No solamente se tiene la necesidad de tomar posesión sobre un territorio que nos fue despojado, sino que necesitamos ser reconocidos por los habitantes de ese territorio como sus hermanos y conciudadanos, con todos sus derechos y deberes.
La situación de Venezuela con Guyana es un asunto de manejo honesto de una delimitación que se hizo y bien pero que ha perdido credibilidad. Guyana es un país ubicado al Sur de la América segunda, limitando al norte con el Océano Atlántico, al este con Surinam, al sur y oeste con Brasil y al oeste con Venezuela; la llamada región del Esequibo, es objeto de una disputa territorial con Venezuela, es una zona que se especula rica en recursos naturales, incluyendo petróleo y oro.
Esta controversia entre Venezuela y Guyana, se remonta a más de ciento ochenta años y ha sido objeto de varios acuerdos y tratados internacionales, incluyendo el Acuerdo de Ginebra de 1966, que estableció un mecanismo para resolver la disputa; el Acuerdo estableció un mecanismo para resolver la disputa indicando que si los dos países no pueden ponerse de acuerdo en una solución pacífica, el Secretario General de las Naciones Unidas, debería elegir posibles mecanismos de solución, contenidos en el artículo 33, de la Carta de Naciones Unidas; además, el acuerdo establece que se debe buscar una solución práctica y satisfactoria para ambas partes.
El artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas establece que los medios para procurar la solución pacífica de controversias, que incluyen la negociación, la investigación, los buenos oficios, la mediación, la conciliación, el arbitraje y el arreglo judicial u otros medios pacíficos de su elección.
Hoy día la controversia ha llevado a tensiones mayores entre los dos países; las informaciones acerca del caso es que la disputa territorial debe tener una solución mediante e diálogo; en el 2018, Guyana introdujo el caso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y en noviembre de 2023, la CIJ rechazó las nuevas objeciones de Venezuela en la disputa territorial. En noviembre de 2023, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, reafirmó que se celebrará una consulta sobre la disputa territorial que mantiene con Guyana (a celebrarse el 3 de diciembre, pese al pedido de Georgetown a la CIJ para que suspenda el referendo).
A juicio de Carlos A. Romero, en un ensayo que escribiera en el 2021, titulado “Venezuela-Guyana: razones de un conflicto”, Venezuela ha buscado salir de esta situación de conflicto, no solamente con el caso de la Guyana Esequiba, sino con todos los problemas que aún subsiste entorno a la limitación de tierra y agua nacional.
El siglo XXI, indica Romero, Venezuela buscó fomentar un mejor espacio de entendimiento con los países caribeños, con la promoción del programa energético Petrocaribe y la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). La apertura al tercermundismo y las causas antiimperialistas por parte de Venezuela habilitaron de manera parcial ese proceso. Pero Guyana no solamente no participó de manera integral, sino que se distanció de ellos; mantuvo el apoyo del Caribe, en un contexto de coaliciones regionales e internas muy diferentes de los «momentos» progresistas que se observaron en Guyana bajo el liderazgo de los primeros ministros Forbes Burnham y Cheddi Jagan; Guyana tiene un largo historial de país tercermundista que ha sabido orientar para salir airosa de sus diferencias con los gobiernos venezolanos del periodo democrático, tildándolos de agresivos, imperialistas y asociados a EE.UU.; Venezuela se concentró en su reclamación, tratando de reducir al mínimo el impacto de esas acusaciones en su diplomacia deliberada de presencia caribeña. Guyana ha intentado reactivar los apoyos históricos que ha recibido desde 1966, incluyendo el de Cuba y el Caribe, a pesar de las estrechas relaciones que Venezuela ha mantenido con esos países y muchos más dentro del Movimiento de Países No Alineados. Los EE.UU., y el Grupo de Lima. Quizás la única manera de evitar males mayores sea que ambos gobiernos se pongan de acuerdo y llamen a terceros a mediar sobre sus controversias, sean gobiernos u organismos multilaterales.
Ahora bien, para lograr ese consenso, hay que tener una actitud flexible y creativa frente a las posiciones maximalistas mantenidas por cada país. Caracas está comprometida con la tesis de volver a lo estipulado en el Acuerdo de Ginebra, y Georgetown, con las presiones para que Corte de la Haya decida sobre el caso. ¿Será posible diseñar otras vías para salir del actual estancamiento al que lleva tal rigidez? Esta pregunta de Romero se responde: Sí, existen otras vías para salir del estancamiento al que lleva la rigidez; hay consejos y estrategias para salir de una situación de bloqueo o estancamiento. Algunos de estos consejos incluyen adquirir un nuevo hábito, establecer objetivos claros y crear una hoja de ruta, reflexionar sobre las posibles causas del estancamiento, aprender del éxito de otras personas para inspirarse y cambiar algo en la vida, y hacerse la pregunta de «¿Por qué y para qué estoy viviendo esta situación?». En general, se trata de buscar nuevas perspectivas y enfoques para abordar la situación y encontrar soluciones prácticas y satisfactorias para las partes.
Ahora bien, entre Venezuela y Guyana qué hay: ¿conflicto o discrepancia? Hay que recalcar que cuando se hace mención a conflicto, no se está aludiendo a que se tienen discrepancias; las discrepancias son una parte central del buen trabajo y la buena colaboración entre dos partes; una parte fundamental de la colaboración es animar a que las negociaciones sean abiertas y honestas entre sí; las discrepancias son diferencias que necesariamente tienen solución por la vía de un diálogo coherente y racional. La discrepancia se convierte en un conflicto cuando las partes se sienten inseguras e incapaces de lograr la solución; recurrir a las estrategias de resolución de conflictos para comprender mejor las causas del conflicto y encontrar juntos una solución, es un asunto no de sabios, sino de la elaboración de un discurso coherente y del cual no salgan más fricciones y fracturas entre las partes.
En el caso de la disputa limítrofe entre Venezuela y Guyana, había discrepancias, hoy día hay conflicto. Las estrategias hasta ahora útiles todas se han aplicado: la mediación, donde se convocó a un tercero imparcial ayuda a las partes a llegar a un acuerdo mutuo, el mediador no llegó a tomar decisiones, sino que ayudó a las partes a comunicarse y a encontrar soluciones; la negociación, donde las partes involucradas trabajan juntas para llegar a un acuerdo mutuo; la conciliación, se buscó un tercero imparcial para que ayudara a las partes a llegar a un acuerdo mutuo, pero también esta solución no alcanzó a tener éxito; y en lo que hoy aún se está creyendo, el arbitraje, donde un tercero imparcial toma decisiones vinculantes para las partes involucradas, pero para alcanzar esa solución las partes presentan sus argumentos y pruebas, y el árbitro toma la decisión final.
Se aprecia fácil esta salida pero no lo es, es quizás la más compleja y difícil; el Esequibo, a juicio de Rodrigo Sedano, en el 2021, es un territorio fronterizo que constituye cerca del 60 % del actual territorio de Guyana y retornó al centro de la disputa entre ambos países en 2015 después de que la multinacional estadounidense ExxonMobil descubriera un nuevo y prolífero yacimiento petrolífero, que según Venezuela se encuentra en las aguas en disputa.
La reclamación de este territorio, explica Sedano, supone uno de los pocos puntos de encuentro entre la oposición y el Gobierno en Venezuela, que no acepta la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de declararse competente para dirimir el caso. Guyana demandó a Venezuela ante la entidad internacional y, ese día, el organismo aceptó la solicitud de las autoridades venezolanas para aplazar la audiencia del juicio que se lleva adelante. Venezuela pidió ese tiempo para realizar consultas sobre la contienda, pero ya llegó el momento de volver ante el tribunal.
A todas estas, el argumento que sigue asumiendo el equipo de negociadores de Venezuela, se basaba en la inclusión de este territorio bajo la soberanía de la Capitanía General de Venezuela en 1777; el conocido como Laudo Arbitral de París de 1899, se resolvió a favor de Gran Bretaña y se estableció la «línea Schomburgk» como la frontera entre ambos territorios; pero en 1949, el supuesto hallazgo de unos papeles que comprometían la imparcialidad del jurista ruso Friedrich Martens en el juicio llevaron a Caracas a denunciar el fallo ante la ONU.; en 1966, Venezuela y Reino Unido firmaron el pacto conocido como Acuerdo de Ginebra, por el que se comprometían a encontrar una solución pactada para la disputa. Sin embargo, la independencia de Guyana tres meses después dejó el documento en un vacío jurídico, pero no cambia la postura de Venezuela de no aceptar la decisión de 1899 y Guyana, por su parte, se niega a otra decisión que no sea esta.
El pacto de 1966 declara que, de no haber solución pactada, el secretario general de la ONU debe encontrar otros mecanismos de solución. Pero hasta ahora no ha sido posible; la posición venezolana frente al papel de la CIJ, muestra la intencionalidad de ambos países de participar en la primera audiencia de este juicio organizada por la Corte de la Haya. Las posturas inamovibles de ambos países en torno al disputado territorio hacen difícil pensar en una temprana solución para la soberanía sobre el Esequibo.
A todas estas, la postura de Guyana es que Venezuela recibió la boca del río Orinoco y acordaron, como parte del Tratado de Washington de 1897, aceptar la decisión del tribunal de arbitraje como final y definitiva. Por lo tanto, Guyana explica estar respetando el acuerdo; ese reclamo acabó en ese momento: Venezuela recibió territorio, Guyana recibió territorio y el tratado operó sin problemas.
Para rematar, el argumento de Guyana sentencia que ellos están conscientes de que las fronteras no son nunca perfectas, así que no se tiene mayor expectativa de que los problemas vayan a desaparecer completamente, pero el reclamo en sí mismo es un absurdo, ya que Venezuela nunca ha ejercido soberanía sobre el Esequibo.
Hoy estamos a las vísperas de un proceso de consulta que debería llamarnos a la reflexión, no se trata únicamente de reclamar un territorio legítimo pero que nunca ha querido ser reconocido, sino que necesitamos con urgencia contar con un pacto nacional republicano que nos una como país y que nos permita una subsistencia capaz de disfrutar la vida y el trabajo de manera digna, y no bajo la amenaza de compatriotas que aspirando llegar al poder hacen lo imposible para hacer entrar aguas a la Gobernanza del proceso de cambio revolucionario y dejarlo incapaz de responder a las necesidades más sensibles de la población. El Esequibo en espíritu e intencionalidad patriótica es de Venezuela; por la acción imperialista y de los grupos de poder internacional, ha contaminado la consciencia de los árbitros neutrales evitando tomar una decisión que devuelva a Venezuela lo que por acontecimientos históricos y por esfuerzo de nuestros próceres es de Venezuela.
Y no olvidemos que Simón Bolívar fue un acérrimo defensor del Esequibo; en 1822, Bolívar dio instrucciones a su ministro plenipotenciario en Londres, José Rafael Revenga, para que denunciara las invasiones de colonos ingleses en territorio venezolano. Bolívar siempre invocó en defensa de la Gran Colombia el principio del Uti Possidetis Juris, que consagra los territorios que eran propiedad de la Corona española como propios ahora de los países liberados luego de su independencia; en 1814, Gran Bretaña quedó en posesión de los territorios coloniales holandeses de Demerara, Berbice y Esequibo, para Bolívar esto fue un acto de despojo.
Este recuento histórico nos lleva a definir una postura ante el problema del Esequibo, y en el caso que nos ocupa, es la misma postura que la del Presidente Maduro: “…Venezuela seguirá la lucha incansable y firme por defender los 160.000 kilómetros cuadrados de territorio en disputa;…el Acuerdo de Ginebra de 1966, es el único instrumento válido y vigente para resolver la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba, mediante negociaciones políticas en aras de una solución práctica…”
En noviembre de 2023, Maduro convocó a un debate nacional para afianzar la posición soberana de Venezuela sobre el Esequibo. En general, la opinión de Maduro sobre el Esequibo ha sido de defensa de los derechos de Venezuela sobre el territorio; esta consulta nacional tendrá el siguiente cartel de preguntas: 1.- ¿Está usted de acuerdo en rechazar por todos los medios, conforme al derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba? 2.- ¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba? 3.- ¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la Jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba? 4.- ¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios conforme al derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional? Y 5.- ¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el derecho internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?
Si nuestro criterio de respuesta es en consenso “sí”, estamos ante esta potencial afirmación de postura nacional del tema del Esequibo: Los venezolanos estamos de acuerdo con que la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba, debe salir de cualquier consideración de vigencia o aceptación por las partes; ante lo cual el pueblo apoya el Acuerdo de Ginebra de 1966, como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana; y estamos de acuerdo con la postura del Gobierno de Venezuela de no reconocer la Jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba; y el pueblo se opone, por todos los medios, conforme al derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional; unificados en razón de la idea de un estado Guayana Esequiba, donde se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el derecho internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano.