La masacre de la idiosincracia venezolana
Eduardo Soto Álvarez
El régimen chavistoide se ha hecho notorio por las grandes crisis que ha producido. La de la educación pública: sinónimo de adoctrinamiento, ficción estadística que gradúa cantidades de profesionales inorgánicos, pues como el dinero no tienen respaldo. La de la economía: hiperinflación descontrolada, destrucción implacable del aparato productivo y pulverización del signo monetario. La de la salud: maternidades y hospitales en la carraplana, farmacias sin medicamentos y riesgos epidemiológicos crecientes. La de las Fuerzas Armadas: soles y estrellas amasando fortunas sin tapujos ni pudor ytransformándose en aparato represivo del régimen, para colmo acatando órdenes extranjeras.
Sin embargo, por muy calamitosa que sea la situación, merece atención especial la crisis del pueblo venezolano, que amén de sufrir las anteriores, se le añade el intento de control del régimen, mediante el vil artificio del suministro por goteo, yugo recurrente que alivia pero no curala penuria; que pretendemanipular políticamente a través de un carnet oficialista mal llamado de la “patria”, o que se ve forzado a emigrar en cantidades tales, que han producido la mayor crisis migratoria del continente.
Por desgracia, el régimen, con la funesta tutela castrista, ha tratado de distorsionar la tradicional forma de ser de los venezolanos y con un incesante formateo mental de casi veinte años, algo va consiguiendo.
En un ejercicio, por demás perverso, tratande extinguirnuestrohistórico espíritu de lucha por la libertad, nuestro apego a las instituciones democráticas y cada vez somos menos un pueblo animado y vivaz, para ser más apático y maleable.
Fuerzan la aceptación de limosnas denigrantes con aviesas intenciones, en vez de ofrecer trabajo honrado que siempre dignifica, pero que el régimen destruye sistemáticamente, pues es más fácil lidiar con un pueblo que dobla la cerviz, aunque tenga que convertirlo en holgazán y pedigüeño.
El andamiaje administrativo del régimen está en ruinas, el cohecho hace de las suyas, la moral de la nación se tambalea, la criminalidad se desborda, la impunidad campea y se han envilecido todos los poderes del Estado.
Las cosas materiales, por muy grave que haya sido eldaño, siempre son más fáciles de recuperar. Pero sería un abominable crimen, permitir que se termine de masacrar la idiosincrasia del pueblo venezolano, lo que parece ineluctable, de no corregirse pronto elderrotero.