La intolerancia y el exclusivismo dañan
Si uno se detiene a analizar el por qué no hemos podido, hasta ahora, superar la crisis y generar el cambio que el país requiere y casi diríamos implora, no es porque el régimen tiene un inmenso apoyo popular, sabemos que es lo contrario, tampoco es porque hay esperanza de que las cosas van a mejorar, basta leer cualquier encuesta para ver lo contrario, ni porque el pueblo venezolano está resignado y perdió la capacidad de lucha, eso no es así, basta ver el número creciente de protestas que ocurren a diario, a todo lo ancho y largo del país . Entonces, uno se pregunta ¿cuál es la razón de que no ocurra nada, que el cambio no se de?
Tal vez, uno de los factores que impide que ello suceda es la profunda división que existe, no solo en la clase política, sino en gran parte de la sociedad venezolana. Pareciera que nadie estuviera contento con ninguno que se asome a la palestra pública y como la mayor parte sigue su propio camino, hay tantas opciones, que termina por no haber ninguna.
Pero además de eso, hay una tendencia manifiesta a excluir a determinadas personas ya sea porque pertenecieron en algún determinado lapso al régimen actual, a otros, por haber participado en el proceso de diálogo en Santo Domingo, exigido en su oportunidad por el Vaticano, la Unión Europea y la mayor parte de las naciones de nuestro hemisferio y que también contó con la anuencia tácita del gobierno de EEUU. Además, podemos agregar a los que detestan a los que llamaron a votar o a los que sostuvieron que era preciso abstenerse.
El denominador que une a esos que no le reconocen a nadie o a casi nadie el derecho a representarlos políticamente, es la intolerancia y la incapacidad de entender que solo lograremos la solución sumando a todos, los que nos gustan y los que no, incluidos los que abandonaron, por las razones que fueran al régimen y están dispuestos a luchar para alcanzar un cambio, que en verdad si sea incluyente.
La experiencia histórica nos muestra que toda transición de una dictadura a una democracia requiere unión, incluyendo a los que una vez fueron nuestros enemigos y que lo mejor es dejar la venganza a un lado. Cuando tengamos de nuevo las instituciones democráticas funcionando estas serán las que procederán a hacer justicia, con base en la ley, y no necesariamente conforme a nuestros deseos.