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La generación del terremoto

(Este es un resumen de mi discurso a la primera generación que se gradúa de la Universidad Iberoamericana tras el terremoto que el pasado 19 de septiembre afectó gravemente a México.)

Este es un discurso muy distinto al que pensaba pronunciar. Iba a pedirles que desobedecieran, que no le hicieran caso a los políticos, que no tuvieran miedo de cuestionarlo todo, que no se quedaran callados, y que me enseñaran un México lleno de esperanza y posibilidades. Pero se me adelantaron.

Ustedes son la primera generación que se gradúa tras el terrible terremoto que sacudió recientemente a una parte del país y esa es, temo decirles, una enorme responsabilidad. A ustedes les toca rescatar, proteger y cambiar a México. La suya es la generación del rompimiento, la del sismo social.

Estoy -estamos- extraordinariamente orgullosos de la manera en que muchos de ustedes reaccionaron momentos después del temblor. Sin importar los riesgos y ante los enormes vacíos del gobierno, se lanzaron a las calles a rescatar gente, a mover bloques de cemento, a coordinar la ayuda de otros ciudadanos y a poner en práctica todo lo que han aprendido en esta universidad por los últimos cuatro años. No esperaron a que nadie les diera instrucciones ni permiso. Ustedes se graduaron, literalmente, con una prueba de fuego.

Por eso no estoy de acuerdo con los que han descrito a la generación de los millennials como apática e indiferente. Hasta hace poco tuve a dos millennials en casa, trabajo con decenas de ellos y he aprendido mucho de ustedes. Como periodista, aprecio que dudan de todo y de todos. Y como inmigrante -soy mexicano pero hace años que vivo en Estados Unidos- reconozco su lucha por la igualdad. Nadie es superior o inferior. Y en una sociedad tan desigual como la mexicana se necesitan personas como ustedes que no permitan que nadie sea discriminado por su origen social, religión, color de piel, orientación sexual o por el saldo en su cuenta de banco.

Ustedes son la primera generación que sabe usar la última tecnología mejor que sus profesores. (Es quizás una cuestión de cercanía: qué levanten la mano los que anoche durmieron pegaditos a su celular). Pero déjenme decirles dos cosas. La primera es que los principales problemas del mundo no se resuelven con una aplicación en el teléfono. Y lo segundo es que los celulares, como otros lo han dicho, nos acercan a los que están lejos pero nos separan de los que están cerca. No se vayan con la finta. No permitan que sus encuentros terminen como una cena de nucas. Levanten la cabeza y vean quien está delante de ustedes. Sí, usen sus celulares pero no se olviden de vivir la vida en vivo. Créanme que el más feliz y exitoso no es el que se lleva más likes a la tumba.

Ustedes, con sus celulares y en las redes sociales, tienen la voz más potente que ha existido en la historia de México. Nadie puede gritar más fuerte. Usen esa voz. Primero para denunciar. No es normal que nos maten a más de 87 mil personas este sexenio. No es normal que desaparezcan a 43 estudiantes de Ayotzinapa. No es normal que tantos expresidentes y exgobernadores sean multimillonarios. No normalicen la violencia, la impunidad y la corrupción. Nos merecemos un país mucho mejor que el que nos han dado los gobernantes de turno.

Ya les dije por qué los admiro tanto y los felicito. Pero ahora viene lo más difícil. A menos de un año de las elecciones presidenciales, ustedes no pueden hacer como que se les apareció la virgen y que no es con ustedes. Sí, es con ustedes. Están obligados a llevar al país en una dirección distinta.

Yo soy de la generación a la que se le cayó la universidad. En el temblor de 1979 se nos cayó la Iberoamericana y pusimos en práctica el dicho de que la universidad no son las paredes y los techos. Aprendí televisión en un cartón de colores. Pero la adversidad nos hizo más fuertes y mi generación es de creadores, de preguntones y de gente que no se deja.

Ustedes son la generación del terremoto. Les toca romper con un México viejo y construir el nuevo. En los últimos días nos han demostrado de lo que son capaces. Ahora, por favor, levanten la cabeza, vean de frente y usen su poderosa voz. Tras el terremoto ya lo demostraron: ustedes van por delante.

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