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La genealogía de la moral

La religión, incluso en su forma más burda, sancionó las normas morales mucho antes de la era del razonamiento artificial y de la filosofía. Adam Smith

Hemos tomado este título prestado de la obra de Friedrich Nietzsche  en la cual, el gran filósofo alemán, denuncia al cristianismo como una moral para los débiles, y allí ataca severamente a la sociedad bien pensante, de su tiempo. Nuestro filósofo a martillazos, Lou Andrea Salomé y el poeta Erich María Rilke vivieron un triángulo amoroso, despreciando abiertamente la moral del matrimonio cristiano. Al final Friedrich, enloquecería y pasaría sus últimos días en un sanatorio. Otro desdeñoso e inveterado enemigo de la moral burguesa, fue nada menos que Jean-Paul Sartre, quien practicó una especie de matrimonio abierto con Simone de Beauvoir la gran feminista, que quedó toda magullada anímica y hasta económicamente de esta relación.

Sea como fuere, la moral no es algo que es adoptada por un pueblo, o una civilización mediante la razón o una ley promulgada por el Congreso. Bajo este contexto, Friedrich von Hayek, ha estructurado en sus obras, una antropología mediante la cual el hombre es un ser productor de normas y seguidor habitual de tradiciones. Se diferenciaría de los animales, entantoque actúan sólo guiados por los instintos, por una doble capacidad. De una parte, de acción reflexiva e instrumental; y, por   otra, por tener una aptitud espontánea para generar y cumplir normas y tradiciones sociales, las cuales constituyen la base de la vida social. Esta capacidad solo es  posible por el desarrollo y desempeño de destrezas obtenidasa través deun aprendizaje colectivo y la imitación, así como por la habilidad de trasmitirlas  culturalmente. De esta forma para nuestro pensador, en las edades primitivas, los pueblos recolectores y cazadores, tenían un trabajo colectivo, poco a poco, cuando fueron evolucionando en sus técnicas productivas, crearon el comercio y el intercambio de bienes. En eso, unas tribus vieron que otras progresaban más rápidamente, y se dieron cuenta de que las causas de su progreso se debían a dos instituciones fundamentales: la propiedad privada y la familia.

Otro pensador alemán, Max Weber, también ha señalado el progreso del capitalismo gracias a ciertos valores inculcados por la reforma protestante en especial por Calvino, para quien la riqueza es el premio al buen uso del tiempo, al trabajo y a la frugalidad. Y ello ha explicado la mayor prosperidad de la Europa protestante en comparación con la Europa católica u ortodoxa ( Grecia, Rumania, etc). También han explicado la gran superioridad económica de Estados Unidos en relación a sus vecinos latinoamericanos.

Esto es, sea como fuere la moral no se crea por decreto o se impone desde arriba. En este sentido, las religiones como la judaica, la cristiana y la islámica han creado tradiciones morales de larga data. Los díez mandamientos de Moisés constituyen una prueba evidente de estos logros.

En este aspecto, ahora nos extraña la aparición de un índice o indicador de libertad moral, que también pudiera ser cambiado su nombre por índice de libertad  inmoral. Por lo tanto, un país sería más libre en lo moral, si los homosexuales fueran más respetados u ocuparan los mejores cargos. También comparan en este índice países de gran tradición católica como los latinoamericanos con países con tradición islámica como Egipto, Arabia Saudita, e Irán. Por lo tanto, que las mujeres estén obligadas a usar burka en Afganistán sería comparable con la prohibición o castigo de la pedofilia en los países occidental. Tomar drogas es un indicativo de libertad moral, mientras que la castidad en los sacerdotes católicos es visto como un retroceso en la libertad moral.  Al parecer Holanda, donde las prostitutas son exhibidas en vidrieras es un país con el más elevado índice de libertad moral. También el aborto y la eutanasia son vistas como ejemplos a seguir según este índice.  Los estudiosos e historiadores como Hippolyte Taine, han descubierto y descrito el ambiente inmoral que había en la Francia prerrevolucionaria, en donde las familias distinguidas prácticamente vivían en fiestas y  esposos y esposas vivían separados entre sí. “Jamás se veían, nunca se les encontraba en mismo carruaje, jamás se les hallaba en la misma casa, ni con mayor razón, reunidos en un lugar público” ¿Será otra revolución como la francesa que quieren los que apuestan a la gran libertad moral?

Ojalá se encienda un debate en este tema novedoso y lleno de aristas y espinas por todos lados.

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