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La estrategia de la plutocracia en América Latina
Miguel Molero
Cada vez que intentamos profundizar en la tragedia del país, vemos como las cosas se hacen cada vez más complejas en comparación con los análisis realizados anteriormente y lo grave es que la complejidad se vuelve perversa y los problemas perversos suelen generar soluciones perversas y una solución perversa no sólo no resuelve nada, sino que por el contrario lo empeora. El problema más perverso en los últimos cinco años tiene que ver con la incapacidad que hasta ahora se ha demostrado para encontrarle al conflicto político y económico del país una salida pacífica y ello es el resultado de la forma maniquea y perversa como ha dirigido el régimen el conflicto, lo cual ha redundado en un escalonamiento silente de la violencia que hasta ahora no ha encontrado canales para desbordarse. Mientras la oposición insiste en su estrategia «Pacifica, Democrática y Electoral» cuestion que pasa por que el régimen grantize las condiciones mínimas para ello.
Pero mientras tanto esto se concrete, la oposición debe dedicarse a estudiar e investigar la profundidad del conflicto político por la cual ha venido atravesando Venezuela desde el Caracazo de febrero de 1989, es decir, han transcurrido 29 años de este evento, 35 años del viernes negro (febrero de 1983), más 27 años del fin de la Guerra Fria y 10 años de la crisis financiera mundial, y el liderazgo de la oposición ha sido incapaz hasta ahora de argumentar a favor de una política que vaya más allá de lo puramente electoral.
La oposición hasta ahora no ha podido mantener un liderazgo cohesionado alrededor de una política coherente y creible que trascienda la estrategia electoral, por cuanto lamentablemente han prevalecido los intereses personales y de grupo por encima de los intereses del país. Esto ha dificultado que la oposición proyecte ante el país y el mundo una seguridad estratégica que previlegie el papel de un Estado democrático por encima de los intereses de las élites.
Los argumentos de la retórica de un determinado liderazgo de la oposición, ha sido tan pedestre y medieval que en la misma (retórica), están ausentes las perspectivas geopolíticas del conflicto del país, lo cual ha provocado que se haya perdido el sentido común y la disposición política de revertir la delicada situación geoestrategica de Venezuela.
Nuestra clase política pareciera haber perdido ahora mismo contacto con la realidad del escenario internacional, especialmente con América Latina.
Colombia se desliza hacia una polarización cruenta con respecto al acuerdo de paz firmado por Juan Manuel Santos. Al respecto el Presidente electo ha prometido lo siguiente: hacer tres cambios sustanciales al Acuerdo de Paz.
En lo que tiene que ver con las amnistías, Duque dice que presentará una reforma constitucional para que quede en la Constitución que el narcotráfico no es un delito amnistiable en ningún caso.
Frente a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), dice que promoverá una reforma que haga tres cosas: que los guerrilleros que cometieron delitos atroces paguen prisión en un sitio de reclusión permanente así no sea una cárcel y no solo una pena alternativa; que los ex guerrilleros no puedan hacer política antes de pagar esa pena de prisión; y que los agentes del Estado no sean juzgados por la JEP sino por una sala especial de la Corte Suprema.
“Civiles y militares no pueden ser igualados con criminales de lesa humanidad, porque son los miembros de las Farc los que están haciendo la transición de la criminalidad a la justicia y no las fuerzas legítimas de la Constitución y los ciudadanos que se rigen por la ley”
Sobre esto el todavia Presidente Juan Manuel Santos en su último discurso como Presidente al Congreso Colombiano, planteó lo siguiente: «Hoy exhorto al Congreso y al nuevo gobierno a que continúen con la debida implementación de lo pactado. La palabra empeñada no es la de Juan Manuel Santos, ustedes lo saben bien: la palabra empeñada es la del Estado colombiano. Es la palabra del Congreso que refrendó por abrumadora mayoría el acuerdo final –con las modificaciones que en buena hora se hicieron con ocasión del plebiscito” (…)
«convoco al Congreso para legislar sobre las iniciativas pendientes para el cumplimiento del acuerdo final de paz, incluyendo temas como la reforma rural integral, la ley de tierras, el tratamiento penal diferenciado para cultivadores de Coca o la norma que se radicará nuevamente para establecer las cúrales para las víctimas del conflicto.
“Y subsisten otros retos, que hay que afrontar con decisión, como los asesinatos de líderes sociales –que nos duelen y le duelen a todo el país–. ¡Qué bueno que representantes de todas las vertientes políticas, sin excepción, firmaron la proclama de rechazo a estos asesinatos!”
Cómo podemos ver pues, los presagios del nuevo Gobierno Colombiano no son muy alentadores respecto al acuerdo de paz firmado con la FARC.
A lo anterior tendríamos que sumarle el nombramiento de Alberto Carrasquilla en el Ministerio de Hacienda y de Guillermo Botero en el Ministerio de la Defensa.
Carrasquilla cuando fue Ministro de Hacienda con Uribe planteó eliminar la mesada catorce de los pensionados, recortar las horas extras de los trabajadores, considero así mismo que los asalariados tenían tenían un salario mínimo muy alto, mientras que paralelamente planteaba elevar las prebendas a los altos funcionarios públicos.
Mientras que Guillermo Botero ha planteado regular la protesta social.
Como vemos pues, no son buenos augurios para un país como Colombia donde la desigualdad social ocupa el tercer lugar en América Latina.
En México, Andrés Manuel López Obrador le tocará enfrentar la política comercial de Donald Trump, la persistencia por la construcción del muro en la frontera con los EE.UU. la criminalidad y la violencia de los carteles de la droga.
En el Brasil hasta el 15 de Agosto Lula da Silva tiene chance para escribir su candidatura presidencial, ante un poder judicial politizado y corrompido y una burguesía y unos medios de comunicación (O Globo y Cía.) qué juegan a una dictadura militar, ensayando con la militarización de las favelas de Río de Janeiro, mientras mantienen preso a uno de los políticos más populares que ha tenido Brasil en los últimos años, entretanto juegan con la candidatura de Jair Bolsonaro un ex-capitan del ejército homófobo y racista que es un nostálgico de la dictadura militar de 1964-1985 y que tiene como aliada a Janaina Paschoal
una de las impulsoras del Impeachment de Dilma Rousseff en el 2016.
Jair Bolsonaro es una expresión del neofacismo que hoy recorre el mundo y que tiene su expresión más acabada en Donald Trump, que al igual que Bolsonaro no desimula sus ideas racistas machistas y homófobas que usan un lenguaje mesiánico que conecta con un rasgo genuino de las democracias populistas latinoamericanas en la búsqueda de un Salvador de la patria.
El discurso de la meritocracia que usan estos populista, es una ideología que defiende la idea de que si alguien se esfuerza lo suficiente, va a conseguir las mismas cosas que los demás, independientemente de su condición económica, clase social y red de relaciones. En una oportunidad le escuché un discurso a Lorenzo Mendoza donde manifestaba que el problema no era de oportunidades sino de actitud, es ésta una de las farsas del liberalismo económico, que afirma que todos tenemos las mismas oportunidades y sólo es un problema de actitud ante la vida.
Pero veamos unas citas de Joseph Eugene Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, en su libro; El precio de la desigualdad: «El 90% de los niños/as que nacen en hogares pobres, mueren pobres. Por más capaces que sean.
Más del 90% de los niños/as que nacen en hogares ricos, mueren ricos. Por más estúpidos que sean.Por lo tanto el merito no es un valor»
Es este un error estratégico que en mi criterio la clase política del campo progresita debería empezar a corregir puesto que la mayoría de las veces, compran este discurso como válido.
Al anterior panorama de América Latina habría que sumarle la situación que en el campo del conflicto Geopolítico ha creado las políticas de Donald Trump y tendríamos entonces una realidad mundial muy compleja que no puede ser abordada con una mentalidad política aldeana.
Henry Ramos Allup en uno de últimos artículos al referirse a la situación política del país planteaba entre otras cosas, algunas actitudes de los sectores de la plutocracia. Veamos lo escrito por Ramos Allup al respecto: «Además de las violaciones a los compromisos y acuerdos, hay que mencionar otras circunstancias que también afectan a la unidad: las agendas y planes de sectores plutocraticos prófugos por encima del interés nacional, casi todas concebidas dirigidas y monitoreadas desde el exterior con sus campañas comunicacionales erosivas, sus lobbistas internacionales y sus corresponsalías vernáculas. Esos factores se proponen establecer su proyecto eterno: una seudodemocracia estrafalaria, antipolitica corporativa, sin partidos, sin sindicatos, sin gremios, sin organizaciones no gubernamentales, sólo con políticos de su nóminas, es decir, una Democracia que no es tal sino mera sustitución de un régimen hegemónico y autoritario por otro de iguales características pero de otro signo ideológico» De ultraderecha agregaría yo.
El conflicto político pudiera ser resuelto por vía pacifica pero esta solución requiere de diálogo, negociación y mediación. El diálogo es una salida racional e inteligente pero los sectores plutocraticos han demonizado esta salida y es que esta plutucracia reduce toda idea divergente a sus interés, calificando de comunista todo aquello que se ajusta a sus criterios, anulando por esta via la alternativa socialdemocrata con lo cual le da armas a dictaduras mafiosas como la de Venezuela y Nicaragua pues, ellos prefieren Gobiernos Plutocraticos como el de Iván Duque en Colombia o el de Macri en la Argentina y tal vez la de Jair Bolsonaro en el Brasil.