La encrucijada del poder y la amenaza en Ucrania
En Ucrania el desarrollo de los últimos acontecimientos políticos no es algo ajeno a entender, tampoco es necesario una bola de cristal mágica para prever ciertas acciones y sucesos. Cuando entendemos que en Ucrania se está ante la construcción de una nación, las piezas comienzan a encajar. Lo que se debe cavilar es acerca de los parámetros por los cuales este país escogerá su alineación dentro del mapa mundial, es decir, para que Ucrania determine sus aliados internacionales ¿será más importante el país con mayor poder o quien represente mayor amenaza?
Ucrania es dueña de una historia marcada por ser un país de constante anexión o un país de área de influencia, solo ha sido verdaderamente independiente cuando dejó de ser una República Soviética en 1991. Sin embargo, necesita de un requisito sine qua non para convertirse en un verdadero Estado, y es desarrollar su carácter nacional y en efecto crear su nación, es decir, su propia comunidad imaginada en palabras de Benedict Anderson, con sentido de pertenencia a la cultura, tradiciones y lenguaje que hacen vida en dicho territorio.
Ucrania es un país con profundas divisiones debido a diversas políticas imperialistas que ha sufrido, en especial cuando Rusia se expandía al este del país, tratando de “rusificar” sus dominios. En el país la división se observa en aspectos tan básicos, como en el lenguaje que hablan al norte y oeste (lengua nativa) en comparación con el sur y el este (ruso como lengua nativa), y que influye de manera proporcional en las afinidades políticas para escoger a sus gobernantes.
Es así como se logró una especie de nación rusa al sur y el este, y del otro lado, se originó un odio y aversión hacia Rusia por los años de yugo, abuso y muertes; haciendo por ende, que toda dirigencia política que llegara al gobierno no fuese representativa, pues una mitad del país nunca iba a estar conforme con el gobierno de turno.
Rusia entonces, ha visto a Ucrania como un baluarte, necesario para la protección de sus fronteras, considerándolo su espacio vital, y en términos estratégicos, como país proveedor y de tránsito de sus exportaciones.
Cuando Viktor Yanukovych decide a finales de 2013 descartar un acuerdo de acercamiento y cooperación con la Unión Europea, comenzaron las tensiones entre quienes decían no a la influencia rusa y si a una independencia con ojos a Occidente, como manera de alejar al temible vecino, pero resultó todo en una anexión de Crimea por parte de una jugada política astuta de Rusia y con fuerzas armadas ajenas al Estado en regiones del este, que buscan la separación de Ucrania y la anexión a Rusia.
Por otra parte, Occidente, en sus años de lucha en contra del enemigo comunista, se valió de la OTAN y la Unión Europea como la mejor forma de garantizar su seguridad, incluyendo entre sus filas países exsoviéticos, y a la luz de los eventos actuales, ha usado las sanciones internacionales como forma de demostrar su poder e influencia a Rusia, desprestigiando aún más a este Estado, excluyéndolo del G8, buscando afectar sus exportaciones y dirigiendo sanciones en contra de activos bancarios y personalidades influyentes.
De esta forma, el país se encuentra en una encrucijada, de cómo salvaguardar su integridad territorial (o lo que queda), y procurar su independencia y bienestar, debiendo realizar una elección racional entre cómo conducir sus relaciones exteriores con Rusia y con Occidente, es decir, con la amenaza y el poder.
Esta escogencia depende claramente de las expectativas de Ucrania de si será apoyado o ignorado por Occidente y confrontado aún más por Rusia en el futuro.
La teoría del equilibrio de la amenaza permite dilucidar la condición actual de Ucrania y la razón de mirar hacia la Unión Europea y Estados Unidos como mejores aliados políticos. Rusia constituye una amenaza latente para este país por la fuerza de sus recursos, por su proximidad geográfica, por sus capacidades ofensivas y las intenciones percibidas de ataque, ya ratificadas por la historia, con la anexión de Crimea, y con la constante ayuda a las fuerzas separatistas del este, lo cual, evidencia que Rusia hará lo necesario para mantener su influencia y control en la zona, lo que indica que una alianza política exclusiva para apaciguar a éste será infructuosa, pues al existir alguna divergencia con las autoridades soviéticas y en asuntos que consideren vitales, sucederán nuevos ataques y políticas de coacción, ya que sus intenciones siempre serán hostiles, siendo necesario voltear la cara hacia quienes sean igual o más poderosos, dispuestos ayudar, pero sin ser amenazantes y así dar frente a cualquier impasse con Rusia, representando ese rol Occidente.
No obstante, por sus complejas características internas, para Ucrania es necesario superar su historia de títere, y procurar buscar de acuerdo a los intereses nacionales que tengan, aliados o socios en Occidente si la situación lo amerita, pero sin ser un protectorado, asimismo, no debe obviar los lazos con Rusia, y procurar ciertas relaciones a lo estrictamente necesario, para así calmar el ímpetu de Rusia y disminuir las presiones separatistas en el este.
Finalmente, para considerar a Rusia un aliado político fiable, será necesario que ante todo, este último deje de ser un país que se vea como destinado a la conquista y de igual manera, que Rusia ya no constituya una nación como la concebida por Karl W Deutsch: “un grupo de personas unidas por una errada apreciación acerca del pasado y odio de sus vecinos”.