La electrificación de Venezuela
Gracias a la amabilidad y generosidad de nuestro querido amigo Carlos Zuloaga Rodríguez, obtuvimos, nos devoramos y hemos disfrutado un estupendo libro: “Historia del Desarrollo del Servicio Eléctrico en Venezuela 1880-1998” escrito por el Ingeniero Eléctrico venezolano, pionero de la especialidad, Rodolfo Tellería Villapol y prologado por su colega Jorge Pirela Luengo. Tellería es un experimentado ingeniero graduado, en 1951, en la Universidad Central de Venezuela quien contribuyó medularmente al desarrollo de la electrificación de Venezuela, culminando sus labores, todas en el sector público, como Gerente General de EDELCA entre 1970 y 1978. Jorge Pirela, también destacado ingeniero y apasionado empleado del sector eléctrico privado, después de ascender en el organigrama de La Electricidad de Caracas, fue su Gerente General entre 1983 y 1998.
No podemos resumir en estas pocas palabras los maravillosos y muy bien documentados y escritos nueve capítulos en los que el autor dividió su obra. Recorre con fascinante y contundente descripción desde el tiempo de los precursores de la implantación de la electricidad en Venezuela hasta la que denominaremos “hazaña”, interconectar todo el servicio eléctrico nacional después de unificar la frecuencia de todos los equipos generadores, los equipos de los suscritores y las redes de distribución de toda la república.
De la lectura de la obra nos surgen unas cuantas reflexiones y enseñanzas: La primera observación se refiere al cúmulo de iniciativas locales que produjeron la creación poco ordenada de las empresas de muy distintos tamaños y desarrollo que surgieron en la geografía nacional. Maracaibo, Caracas y Valencia fueron las ciudades pioneras. Todas ellas fueron iniciativas de venezolanos que decidieron darle a sus pueblos y ciudades la posibilidad de iluminar sus noches y darle energía a sus empresas. No quisiéramos hacer un elenco de pioneros, allí, en la obra de Tellería están todos, pero si queremos resaltar que con contadas excepciones, llevan apellidos muy venezolanos y sus líderes solo emplearon a empresas consultoras de primera línea mundial, hasta que a partir de 1967 comienzan a desarrollarse empresas consultoras venezolanas que se fundaron sobre las experiencias recogidas de las anteriores.
En segundo lugar debemos resaltar que después de la etapa que podemos denominar de parroquial, casi rural, y ya con una empresa maravillosa que le suministraba electricidad a la capital de la república, se entendió que la generación del fluido requería del desarrollo de las fuentes hidroeléctricas enormes de nuestro territorio y que las magnitudes de las inversiones eran descomunales e inaccesibles para el capital privado, así, con un espíritu nacional de estrecha colaboración entre los sectores privado y público se acometió la ciclópea labor de desarrollar y aprovechar el potencial eléctrico del rio Caroní. Allí, en esas labores, también concurrieron profesionales venezolanos que entregaron sus pasiones a las labores de construir una nación. Para ello si queremos destacar el nombre del ingeniero y militar que desde su época de Mayor del Ejército y hasta los últimos años de su vida la consagró a pensar y llevar adelante labores fundamentales para la nación y todos sus ciudadanos. El General Rafael Alfonzo Ravard (1919-2006), dedicó más de un tercio de sus 87 años a liderizar la gerencia de grandes pasos de la economía nacional sin otro estímulo que el hacer a Venezuela una nación importante en el concierto mundial y una ciudadanía que tuviera y disfrutara un país mejor. Guayana, Puerto Ordaz, Uverito, Macagua, Guri, y luego PDVSA, son nombres de obras, empresas y regiones donde sus actuaciones fueron medulares.
En tercer lugar creemos que el mérito de integrar las visiones de personas que dedicaron sus ejercicios profesionales al sector público y al privado es la demostración de que Venezuela es una y que solo con el concurso de los mejores ciudadanos, dondequiera que se ubiquen, se pudieron lograr empresas como la de la electrificación de todo el país.
Por último y sin la esperanza de haber agotado el tema, queremos rendir un muy merecido homenaje al autor, su obra no es solamente una historia. En sus páginas se puede abordar y entender el desarrollo de la nación, su tránsito desde la Venezuela rural hasta la urbana y todo ello está ilustrado con una prosa rica y precisa, con inteligentes y laboriosos gráficos y tablas que, al lector acucioso, le permite leer y entender mucho más de nuestra nación.
Quisiéramos finalizar con la esperanza y el ruego de que sus páginas se puedan traducir en una presentación visual que sea posible enseñarla en todos los centros educativos y en los medios disponibles para la ciudadanía, de manera de que se empapen de las causas del desarrollo nacional.
Allí se describe la Venezuela que queremos y que creemos merecer.
