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La doctrina de destrucción mutua asegurada II

Este trabajo fue escrito al inicio de la invasión de Rusia a la República Independiente de Ucrania en febrero del año 2022. Pasados quince meses del inicio de esta, hoy más que nunca aparece incomprensible la decisión de sacrificar cientos de miles de seres humanos. Los temores por quien esto escribió en esa fecha, muy desafortunadamente hoy los puedo reafirmar, cuál es, para algunos inminente,  peligro de una confrontación a mayor escala con la participación de otras potencias, el cual no se aleja, al contrario, pareciera que se acerca sin miramientos y con una no disimulada tendencia de parte de algunos actores principales a vivir experiencias de aquellas, por ejemplo,  que cuando se inicia el recorrido es difícil detenerse como es la utilización del arma nuclear nuclear.

A partir de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos de América no se detuvieron en Hiroshima y Nagasaki, continuaron desarrollando este poder, tanto ofensivo como disuasivo  (5500 ojivas nucleares)). La URSS, hoy Federación Rusa (6270) desarrolló armas nucleares a gran escala, también la República Popular China (450), el Reino Unido (280)  y Francia (300). En los inicios de la década de los años 60 algunos países de los llamados emergentes,  hoy son parte de ese limitado club. Me refiero a la República de Corea del Norte, a Israel, a Pakistán y a la India, quienes tienen en sus arsenales cifras cercanas a las 100 ojivas nucleares. Caros lectores, propongoles que veamos las líneas esenciales de la doctrina de Destrucción Mutua Asegurada o también la Mutual Assured Destruction, MAD por sus siglas en inglés. Un concepto base de las lógicas de la disuasión recíproca entre dos o más potencias nucleares es que, en el caso que alguna de ellas decida el recurso de estas armas, la destrucción de una como de la otra está asegurada. Un concepto que hasta ayer,  antes de la ilegal y censurable invasión rusa a la República de Ucrania, se consideraba que no tenía gran vigencia, ya que el mundo, si, ciertamente con las vicisitudes normales de todo proceso humano, marchaba sobre un camino aceptablemente pacifico, en cuanto a confrontaciones que pudieran poner en peligro la paz mundial.               

Esta doctrina tiene su base teórica y práctica en la capacidad de cada bloque de aniquilar al otro mediante un ataque nuclear masivo en caso de agresión: el primero que intenta destruir al otro está en cierto modo garantizado para ser destruido a su vez, anulando por completo el interés de tal ataque. Los poderes constituidos representaban fuerzas de destrucción capaces de “volar por los aires el planeta”, según una expresión popular muy de moda en la época, de la llamada guerra fría, en caso de guerra nuclear.

Como consecuencia de la invasión rusa sobre la República de Ucrania, esta teoría continúa vigente. Sin embargo la llamada doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada, es un elemento clave teniendo todas la disuasión como estrategia. Agitar las amenazas nucleares como lo está haciendo repetidamente la Federación Rusa,  hace que esta doctrina venga recordada también por potencias nucleares intermedias, las cuales no tienen el poder de destrucción masivo como el que impúdicamente exhibe el gobierno ruso.

Pues el peligro de la extensión del conflicto que hoy nos ocupa, durante los primeros quince meses, ha estado circunscrito a la frontera Rusa Ucraniana por lo que creo necesario destacar un hecho que crea gran desasosiego en este complejo juego geopolítico, como es que un par de días atrás, el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, persona de gran confianza del presidente Putin declaró que los altos cargos británicos pueden ser considerados «objetivos militares legítimos, por cuanto el “Reino Unido libra una guerra no declarada contra Rusia. Hoy el Reino Unido actúa como aliada de Ucrania, le presta ayuda militar con armamento y especialistas, de hecho libra una guerra no declarada contra Rusia». Curioso razonamiento.

Sobre lo que pudiéramos llamar la continuación de esta escalada de amenazas rusas, el viceministro de Relaciones Exteriores Alexander Grushko, sostuvo que los países occidentales correrán «riesgos colosales» si suministran a Ucrania aviones de combate F-16. Ambas amenazas hechas el pasado día 20 de mayo 2023. Pues los F-16 en pocas semanas serán una realidad en los cielos de Ucrania.

Los Estados Unidos de América no se detuvieron en Hiroshima y Nagasaki, continuaron desarrollando este poder, tanto ofensivo como disuasivo. Los cinco países con el mayor arsenal de armas nucleares son coincidentemente los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, el cual irónicamente es el encargado del mantenimiento de la Paz en el mundo. Regresemos a tiempo anteriores y recordemos que el 1 de julio de 1968 el mundo, deseoso de paz y bajo los auspicios de la ONU, vio cómo se abría un proceso que concluyó con la firma del Tratado sobre la no Proliferación de las Armas Nucleares (TNP). “Desde entonces, se ha convertido en la piedra angular de la acción internacional para prevenir la proliferación de armas nucleares, con el fin último de eliminarlas y promover el uso pacífico de la energía nuclear”. Es hacia el año 1995, cuando este instrumento, el único en la historia desde que el hombre creó esta destructora arma y donde la única víctima es su creador, cumplió sus primeros 25 años de plena vigencia. El Tratado fue prorrogado en esta oportunidad indefinidamente. El TNP sigue siendo único ya que no existe ningún otro acuerdo internacional basado en la negociación entre estados con y sin armas nucleares.

Apreciados lectores, creo que debemos retroceder en el tiempo otra vez, se trata del 8 de diciembre del 1987, cuando dos presidentes con gran sentido de sus responsabilidades, como lo fueron el Sr Ronald Reagan,  Presidente de los Estados Unidos de América y el Sr Mihail Gotbachov,  Presidente de la Unión Soviética, firmaron el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, The Intermediate-Range Nuclear Forces Treaty, INF, que ampliaba el compromiso de las dos grandes superpotencias nucleares de continuar reduciendo ese diabólico armamento para así seguir transitando el camino de la Paz.

No obstante la importancia de este fundamental acuerdo para el mantenimiento de la Paz en el mundo, los Estados Unidos anunciaron el día 2 de febrero del 2019, en persona del presidente Donald Trump su retirada del histórico tratado, debido a supuestas violaciones por parte de la Federación Rusa. El tratado INF prohibía el uso de misiles con un alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros y poniendo fin al peligroso desarrollo de cabezas nucleares entre ambas potencias. Era el INF una importante contribución al mantenimiento de la paz.

Evidentemente la respuesta de la Federación Rusa no se hizo esperar. El presidente Putin esa misma noche declaraba en una reunión con sus ministros de exteriores y defensa y retransmitida por la televisión rusa, que los estadounidenses se retiraron del tratado en cuestión,  por lo cual anunciaba a la nación que Rusia también lo hacía. La realidad es que al retirarse del tratado los americanos de la mano de Trump, quien inexplicablemente y de forma reiterada ha manifestado su admiración por el presidente Putin.  Estudiosos de las relaciones internacionales interpretan esta decisión como una “involuntaria ayuda a Rusia” en su ya viejo proyecto de invadir a Ucrania, con todas las consecuencias que podía conllevar y que de hecho hoy podemos constatar.

Concluyo citando al profesor Ulrich Kühn, del Instituto para la Investigación de la Paz y la Política de Seguridad de la Universidad de Hamburgo, en la República Federal Alemana, quien el 1 de agosto de 2019 nos decía  que el fin del tratado INF era una “muy mala noticia para la seguridad europea”, añadiendo que esto significa que “retrocedemos básicamente a los años 80 del siglo pasado y podríamos volver a ver esos misiles apuntando a Europa Occidental desde el lado ruso y quizás dentro de un año o dos también desde el lado occidental apuntando a Rusia”.

Pues distinguido profesor Kühn, sus temores se hicieron realidad. No solo retrocedimos sino que todo parece indicar que no estamos muy lejos de una real amenaza de la tercera guerra mundial. Basta ver hoy 3 de junio los misiles rusos apuntando desde la frontera con Finlandia hacia la Europa del norte y desde la República de Bielorusia haciéndolo sin disimulo a la Europa que comienza en Polonia y finaliza en la República de Irlanda.

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Un comentario

  1. *Sobre la Doctrina de LA Destrucción Mutua Asegurada MAD*

    MAD, también por sus siglas y en franca alusión a la palabra que en ingles se traduce como locura.

    Por allá en 1985, con el grado de Mayor de la Fuerza Aérea de Venezuela, y en mi condición de Instructor de La Escuela Superior de Guerra Aérea, tuve la oportunidad de atender una invitación de la “Air University at Maxwell Air Force Base” en Alabama, como parte de un intercambio de instructores.

    En oportunidad recuerdo la conferencia que ofreció un invitado, militar soviético retirado y refugiado en Inglaterra por disidente, que ostentaba el distinguido grado de “Mariscal del Aire“, condecorado como Héroe de la Unión Soviética por su actuación durante al Segunda Guerra Mundial, cuyo impronunciable nombre olvidé.

    El tema era la discusión del recién firmado acuerdo SALT II (Acuerdo de limitación de armas estratégicas), y el papel de la doctrina MAD. Ese tratado nunca fue ratificado por el Senado de USA en vista de invasión rusa a Afganistan.

    En Occidente era común la concepción de que el argumento de la destrucción mutua asegurada era lo suficientemente disuasivo, como para evitar una confrontación entre ambos bloques por miedo a las consecuencias.

    Pero la disertación del Mariscal, nos dejó a todos los asistentes con cierta sensación de escalofrío al explicarnos la diferencia de interpretación que tal concepto implicaba.

    En efecto, mientras que para los occidentales, la impresión era que las consecuencias serían tan desastrosas que el solo hecho de pensar en continuar viviendo después de la desolación, sería imposible.

    El Mariscal nos explicaba que lo que sucede es que nuestra interpretación del concepto de tragedia nacional es muy diferente a la correspondiente al imaginario ruso. Por ejemplo, los norteamericanos, si suman todos los soldados muertos sufridos en todas las guerras desde su independencia en 1776, el número difícilmente llega al millón.

    Pero en la Rusia de 1917 a 1930, solamente durante la revolución, la guerra civil, las purgas, y hambrunas se cobraron mas de 10 millones de vidas. Si además suman los alrededor de 25 millones que causó en suelo ruso la segunda guerra mundial, llegaremos fácilmente a la conclusión de que el concepto de desastre nacional en esa cultura es muy diferente, y sin embargo se sobre pusieron.

    Por eso que mientras para los estrategas occidentales el concepto de disuasión exitoso era el de la “Destrucción Mutua Asegurada”, los planificadores soviéticos trabajaban bajo el concepto de que “Es posible ir a una confrontación nuclear total, y la ganará quien se recupere primero. Y el pueblo soviético está mejor preparado moral y fisicamente para ello”.

    Nini a mi mente ese célebre proverbio “Una cosa es lo que piensa el burro y otra el que lo va a ensillar”

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