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La dialéctica para Marx: método y no sistema

En 1974, año de nacimiento en la ciudad de Guanare, estado Portuguesa, Venezuela, un 16 de julio, bajo la efeméride, en nuestra creencia católica, de la celebración de la aparición de la Virgen del Carmen, de mi único hermano, Eduardo Azócar, Arquitecto ya con cincuenta años; se dieron varios acontecimientos internacionales significativos que marcaron la historia de la humanidad; por un lado  la dimisión de Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU), quien el 9 de agosto renunciaría debido al escándalo de Watergate, convirtiéndose en el primer presidente estadounidense en dimitir en el cargo. Su renuncia tuvo un impacto profundo en la política estadounidense y la confianza pública en el gobierno; del mismo modo, ya se tenía el impacto de los acontecimientos del 25 de abril de la llamada revolución de los Claveles en Portugal, donde se experimentó un cambio de régimen pacífico que puso fin a una dictadura de casi cincuenta años, evento que fue significativo en la lucha por la democracia en Europa.

También se dio la invasión turca de Chipre, el 20 de julio, que es cuando Turquía invadió a Chipre en respuesta a un golpe de estado que buscaba la unión de la isla con Grecia; este conflicto llevó a la división de Chipre y a tensiones que persisten hasta hoy día. El 7 de febrero se había dado la independencia de Granada del Reino Unido, marcando un hito en la descolonización del Caribe; simultáneamente se dio el descubrimiento de los Guerreros de Terracota, en un campesino en Shaanxi, China, un hallazgo arqueológico que reveló mucho sobre la historia y cultura chinas, considerados como uno de los descubrimientos arqueológicos más significativos de la historia y han sido catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987; su descubrimiento ha proporcionado una visión única de la antigua guerra china, incluyendo detalles sobre armamento, tácticas y la organización militar de la época. Y en ese 1974, se dio la Copa Mundial de Fútbol, celebrada en Alemania Occidental del 13 de junio al 7 de julio, ganando Alemania el torneo. Y en el mes de noviembre, diecinueve para ser exactos, la Editorial venezolana Monte Ávila Editores  publicó el libro de Ludovico Silva (1937-1988), “Marx y la alienación”, bajo el criterio de ser un avance de una obra más ambiciosa que el filósofo estaba elaborando. En sus propias palabras expresa Silva: “El presente libro no es, en realidad, sino medio libro. O tal vez menos aún. Desde hace ya tres años ando a cuestas con un vasto proyecto, no muy fácil de realizar: la reconstrucción más completa posible de la teoría de la alienación en la obra de Marx. El libro entero se titularía La alienación como sistema, e implicaría un minucioso rastreo del concepto de alienación a lo largo de toda la obra de Marx, que es por cierto imponente, tanto por su calidad como por su cantidad. En mi escritorio y en mis cajones me acechan y me vigilan una cantidad enorme de notas, cuadernos, citas, observaciones, esbozos. Diversas circunstancias vitales, bastante dolorosas, me han impedido durante largo tiempo darle remate a la obra, es decir, redactar todo lo que abarca La ideología alemana hasta los últimos escritos de Marx, pasando por los Grundrisse, El Capital, las Teorías sobre la plusvalía, etc. El volumen que ahora público debe considerarse, por tanto, como un «pequeño adelanto» que comprende apenas dos años de la juventud de Marx, o sea lo que va de los Manuscritos de 1844 a las Tesis sobre Feuerbach. Va un complemento: un ensayo sobre Marx y el método científico, no del todo desvinculado del problema de la alienación…”

El texto ensayístico «Marx y la alienación» de Silva se centra en la teoría de la alienación de Karl Marx, explorando su desarrollo a lo largo de su obra y proponiendo una rehabilitación del pensamiento marxista en un contexto contemporáneo. Silva argumenta que la noción de alienación es fundamental para comprender el sistema marxiano en su totalidad, no solo como un concepto asociado a los escritos juveniles de Marx, sino como una idea que permea su obra madura, incluyendo «El Capital».

Las ideas principales de la obra son: Rehabilitación de Marx, donde se busca rescatar a Marx de interpretaciones dogmáticas y ortodoxas, enfatizando la necesidad de leerlo en su contexto original y en su totalidad, sin dividirlo entre un «Marx joven» y un «Marx maduro».

Dialéctica como Método y Sistema: La dialéctica es presentada como el método adecuado para entender el desarrollo histórico y social. Silva sostiene que Marx utiliza la dialéctica para conectar lo abstracto con lo concreto, comenzando su análisis desde la realidad capitalista, específicamente la mercancía, y avanzando hacia conceptos más abstractos; Teoría de la Alienación, siendo vista esta como un fenómeno que afecta tanto al individuo como al colectivo en el contexto del capitalismo. Silva argumenta que la alienación no es solo un tema de juventud de Marx, sino que se manifiesta en su obra madura, siendo esencial para entender su crítica al capitalismo; y Crítica a la Interpretación Ortodoxa, donde se aborda una crítica a los marxistas que han relegado la teoría de la alienación a un plano secundario, señalando que su abandono debilitaría la estructura del pensamiento marxista.

Las ideas secundarias que refuerzan las anteriores son: la influencia de otros pensadores, donde Silva se apoya en la obra de pensadores contemporáneos y clásicos para enriquecer su análisis, incluyendo a Hegel y autores del freudo-marxismo; la relevancia actual de la alienación se presenta como un concepto vital para entender las dinámicas sociales contemporáneas, incluyendo la manipulación mediática y la pérdida de control sobre la propia vida; y la descripción amplia de un estilo literario de Marx, destacado  por la postura argumentativa bajo la figura de un lenguaje con claridad y frontalidad, donde resaltan las esencialidades de las ideas entorno a la sociedad capitalista estudiada por Marx que permita una comprensión adecuada de sus teorías y del valor que tiene la figura de la alienación en la construcción de la sociedad moderna transdisciplinaria.

En este libro, Silva propone que la teoría de la alienación es un hilo conductor en la obra de Marx, que, como el filósofo expone, se manifiesta en sus escritos desde los Manuscritos de 1844 hasta «El Capital».

A través de un análisis crítico, el autor sostiene que la alienación refleja la pérdida de control del individuo sobre su trabajo y su vida en un sistema capitalista que prioriza el lucro sobre el bienestar humano. La dialéctica, como método, permite a Marx y a Silva abordar la complejidad de la realidad social y económica, mostrando cómo las relaciones humanas son mediadas por estructuras de poder y capital.

Silva concluye que la comprensión de la alienación es crucial para cualquier intento de transformación social, resaltando la vigencia del pensamiento marxista en la lucha contemporánea por la justicia social. En resumen, «Marx y la alienación» es una obra que busca revitalizar el pensamiento de Marx, enfatizando la centralidad de la alienación en su crítica al capitalismo y proponiendo la dialéctica como un método esencial para entender la realidad social. Otro aspecto que introduce Silva es la visualización de la teoría de la alienación en la obra de Karl Marx como el producto de un sistema compuesto por tres variables fundamentales en el pensamiento de Marx: la división del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil.

En la obra se establece una teoría marxista de la alienación que considera aplicable empíricamente, a diferencia de otros enfoques que la han convertido en un concepto ambiguo o meramente antropológico; para Marx la alienación capitalista es un sistema sincrónico compuesto por esas tres variables históricas.

Es importante resaltar que, a juicio de Silva,  Marx muestra en sus escritos de juventud las huellas de que el dinero y el mercado tienen presente en sus interrelaciones  la alienación, pero se hace necesario superar esa economía mercantil y monetaria, desde la dialéctica como método, la cual permite alinear la relación de esta con la ideología, sosteniendo  que la alienación no es simplemente un fenómeno filosófico, sino un sistema compuesto por factores históricos y sociales que se manifiestan en la división del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil.

Estos elementos constituyen la base de la alienación capitalista, que se presenta como un conjunto interrelacionado en la sociedad contemporánea. Las interpretaciones occidentales de la teoría de la alienación, argumentando que muchos estudiosos han malinterpretado a Marx al enfocarse en sus escritos más tempranos, como los Manuscritos de 1844, sin considerar su evolución conceptual en obras posteriores. La alienación debe ser entendida en un contexto histórico y práctico, y no como un concepto abstracto o filosófico.

Por su parte, la dialéctica, en el pensamiento marxista, es un método que permite analizar las contradicciones inherentes a la sociedad capitalista, lo que a su vez ayuda a entender cómo se produce la alienación; en este sentido, la dialéctica se convierte en una herramienta fundamental para desentrañar las dinámicas de poder y explotación que caracterizan las relaciones sociales en el capitalismo.

Ahora bien, el ensayo “Marx y la alienación”, surgió como interés de dar a conocer un avance de un estudio más ambicioso titulado «La alienación como sistema», e cual Silva publicaría  en 1983, nueve después; siendo ya en esta época un estudio bajo el rigor de una profunda exploración de la teoría de la alienación en la obra de Karl Marx. El argumento del autor es que la alienación no es un concepto que Marx solo trató en su juventud, como muchos estudiosos han sostenido, sino que es un tema recurrente y central a lo largo de toda su obra, incluyendo sus escritos más maduros y económicos. Silva adopta una postura crítica hacia la interpretación predominante de la teoría de la alienación, que considera errónea y limitada. A lo largo del texto, se opone a la idea de que la alienación es un mero producto de los primeros escritos de Marx, especialmente los «Manuscritos de 1844»; en lugar de ello, Silva sostiene que Marx desarrolló una teoría de la alienación más compleja y socioeconómica en sus obras posteriores, como los «Grundrisse» y «El Capital». Esta crítica se extiende a los académicos contemporáneos que, según él, han malinterpretado o simplificado el concepto, al enfocarse en una visión filosófica en lugar de una perspectiva histórica y económica.

Las ideas principales de esta obra teoría de la alienación: Silva argumenta que la alienación es un sistema compuesto por tres variables fundamentales: la división del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil. Estas variables se interrelacionan para formar una comprensión más completa de la alienación en el contexto capitalista; persistencia de la teoría, mostrándola como expresión de un hilo conductor en la obra de Marx, desde sus escritos juveniles hasta sus textos más desarrollados, desafiando la noción de que la alienación es un concepto que Marx abandonó en su madurez; y se aborda la alienación como categoría socioeconómica,  enfatizando que esta debe ser entendida no como un concepto filosófico aislado, sino como una categoría socioeconómica que tiene implicaciones éticas y políticas; la alienación está ligada a la estructura económica y social de la sociedad.

Otras ideas que se desarrollan en el texto de Silva, son la crítica a la interpretación eurocéntrica, la cual expone ha ignorado la riqueza de la obra de Marx, lo que ha llevado a una comprensión distorsionada de su teoría de la alienación. Silva concluye que la alienación no solamente es relevante para entender la crítica de Marx al capitalismo, sino que también ofrece un marco para abordar problemas contemporáneos en las sociedades modernas.

De manera puntual, Silva en sus obras deja por sentado que Marx se valió de la dialéctica como método de argumentación y razonamiento filosófico que se basa en la confrontación de ideas opuestas para llegar a una síntesis o nueva comprensión; establece que la descripción originaria de dialéctica como un método de conversación o argumentación similar a la lógica actual caracterizado por plantear una tesis (idea inicial) y la confronta con una antítesis (idea opuesta) para llegar a una síntesis (nueva idea que integra elementos de ambas); por buscar la verdad a través del diálogo y el debate entre interlocutores con perspectivas divergentes, utilizando la razón y la lógica para examinar las contradicciones inherentes en los procesos de cambio y desarrollo y reemplazando la noción de «cosa» por una visión dinámica donde la realidad evoluciona a través de contradicciones, es muy diferente a la que aborda Marx. Expone Silva: “Para Marx, como él mismo lo confiesa, la dialéctica era un método. Pero nada más que un método; en forma alguna se trataba de un sistema. Lo malo es que los marxistas, entre ellos el mismísimo Engels, han querido convertir lo que era un método en un sistema completo, un sistema, una concepción filosófica del mundo en la que caben todas las cosas que ha querido parir nuestro universo. Engels, en su Dialéctica de la naturaleza, construyó una dialéctica marxista que poco tiene que ver con Marx. Lo mismo, siguiendo sus pasos hizo Lenin…  Puede admitirse que, en buena lógica, es incorrecto el empleo que Marx hacía del vocablo contradicción. Pero, en todo caso, allí está el aparataje de El Capital para demostrar que el interés de Marx no residía en formular un sistema lógico…”

En una palabra, a juicio de los aportes de Silva, “…Marx nunca habló de contradicciones en un plano estrictamente lógico, sino en un plazo histórico material…”. En esta realidad hay en Marx una consolidación hacia un método más ambicioso que abarca la realidad social y abstracta de la sociedad capitalista, y es se caracteriza por el ideal de la totalidad, entiéndase la “complementariedad” o “transdisciplinariedad” en el marco metódico moderno. Explica Silva: “…el principio metodológico de la totalidad tiene, en la sociedad capitalista, un fundamento ontológico, una apoyatura en la realidad. Si la ciencia social burguesa no adopta el punto de vista metodológico de la totalidad, ello se debe a intereses reales, a intereses ontológicamente fundados, que pueden simbolizarse en el caso de las empresas capitalistas”.

La idea fundamental es comenzar a construir esa metodología de la totalidad en las ciencias sociales por la vía del sujeto transdisciplinar; que podamos reorientar la dirección y sentido lógico de la sociedad de consumo que gravita en un sistema capitalista cada vez más violento y antidemocrático, donde los modos de producción siguen marcando las bases esenciales de nuestros pueblos y se sigue cultivando la explotación del hombre por el hombre como una premisa de progreso y desarrollo. La paz quiere ser sustituida por la violencia y eso es un asunto que debe comenzar a ser estudiado con seriedad desde nuestra academia.

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