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La devastación del Amazonas en nombre del “socialismo”

Los gobiernos “socialistas del siglo XXI” y sus falsos “presidentes de los pobres”, se han caracterizado por entregar a oscuros intereses los recursos naturales y minerales de la Amazonia, llegando a ceder la soberanía sobre esos territorios a cambio de jugosos negocios, en un “se vale todo” corrupto y voraz, permitiendo la extracción indiscriminada de minerales y la tala de sus bosques, provocando la progresiva desaparición del pulmón que le brinda oxígeno al planeta y la extinción de culturas indígenas milenarias que allí habitan.

El Amazonas venezolano, territorio de 184.000 Km2, forma parte del ecosistema verde del planeta y constituye una de las más prodigiosas reservas de recursos naturales del mundo. Pese a su importancia vital, el régimen chavista ha permitido la explotación de minerales estratégicos, la penetración de la narcoguerrilla colombiana y toda suerte de negocios de extracción de minerales manejados por militares y mafias del crimen organizado, incrementándose a raíz de la desafectación y la liquidación del sistema de parques nacionales, reservas forestales y de la biosfera de ese territorio, cedidas al negocio multimillonario de actividades mineras, petroleras, forestales y “otros desarrollos”, contemplados en el decreto del Arco Minero del Orinoco, que ha colocado en situación de riesgo ecológico y humano dicha región. Los proyectos extractivos promovidos por Chávez y continuados por Maduro, que arrasan indiscriminadamente la selva y utilizan mercurio en el proceso de extracción del oro, perjudicando los suelos y envenenando los ríos, se encuentran en territorios indígenas, donde éstos son utilizados como guías, esclavizados en las minas, hostigados y asesinados, lo que implica la progresiva desaparición de esas etnias.

Los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de las FARC controlan la explotación de los recursos minerales del suelo venezolano, específicamente el oro, el diamante y el coltán. Según el diario El Tiempo (Valentina Lares Martiz, Amazonas, el estado venezolano donde manda el ELN, 13.11.2018 ), “Se trata de la reinvención de estos grupos a la sombra de la “revolución bolivariana”, que en tiempos de Hugo Chávez tuvieron luz verde para entrar y descansar en Venezuela, pero bajo el régimen de Nicolás Maduro tienen un “trabajo” formal en las minas: organizar a los mineros para explotar el recurso, luego transportarlo y entregarlo al gobierno venezolano (…) Estas actividades de explotación y entrega de oro y coltán solían estar a cargo de los ‘pranes’ (criminales o exconvictos pertenecientes al crimen organizado que controlan a sangre y fuego la explotación de los recursos), pero poco a poco las FARC y guerrilleros del ELN que han entrado a Venezuela han ido asumiendo estos roles”. 

La Amazonia brasileña del “hermano Lula”

Los mineros utilizan mercurio para extraer oro envenenando los ríos

Durante el gobierno del “socialista” Lula (2003-2010), paladín del Foro de Sao Paulo, se deforestaron 110.852 Km2 de la selva amazónica, concedidas a las corporaciones madereras, petroleras, mineras y de biocombustibles, sin importarle la destrucción de la mayor reserva de la biosfera del mundo, la desaparición de miles de especies animales y de plantas, así como las repetidas masacres en pueblos indígenas. Según informes de Green Peace, el gobierno brasileño presidido por Lula, financió y participó como accionista de las grandes industrias y corporaciones locales y transnacionales que operan en la Amazonia, convirtiéndose en el principal impulsor de la más grande deforestación del planeta en lo que va de siglo. Además, las leyes presentadas por sus asesores ante Congreso brasileño conceden derechos de propiedad a esas corporaciones, ocupantes ilegales de millares de hectáreas y así duplicar la porción de selva que podía ser deforestada “legalmente”. Las organizaciones Trident Ploughshares, la Fundación Right Livelihood Award y la Fundación para la Defensa del Ambiente (FUNAM), denunciaron que, durante el gobierno de Lula, Brasil fue el país que registró la mayor cantidad de asesinatos de líderes ambientales e indígenas: 365 víctimas de los sicarios de empresas ganaderas, agrícolas, mineras y madereras. Los negocios y ganancias que producen el desastre ecológico no se detienen. Entre 2017 y 2018, se talaron cerca de 7.900 km2 de bosque en la Amazonia brasileña, según Greenpeace Brasil, aproximadamente 1.185 millones de árboles desaparecieron y con ellos miles de especies de flora y fauna.

Evo, el falso indígena

En Bolivia, se recuerda a Evo Morales como el “falso indígena” cuando en 2011 ordenó reprimir salvajemente una marcha de indígenas que protestaban la ocupación de sus tierras en el parque nacional Tipnis, reserva en la cuenca amazónica boliviana, donde viven 14.000 habitantes ancestrales de ese territorio. Desde entonces, Morales trató de imponer el proyecto de una carretera, planificada, financiada y construida por su vecino Brasil con el objetivo de conseguir una salida al océano Pacífico, para exportar al Asia los productos de las mega corporaciones madereras y de soja que están devastando la Amazonia brasileña. A la sombra de este proyecto también se encontraban los productores de coca, a quienes se les facilitaría esta vía de comunicación dentro de la reserva. Recordemos que desde 1996, Evo Morales preside el Comité de Coordinación de las seis federaciones de productores de coca de Bolivia.

Sobre los recientes incendios forestales en Bolivia, que han devastado mas de un millón de hectáreas con toda la flora y fauna que la integran, provocando el desplazamiento de miles de indígenas y campesinos, Carlos Sánchez Berzaín, Director del Interamerican Institute for Democracy, afirma que este ecocidio fue provocado y ejecutado «legalmente» por Evo Morales, quien desde hace 30 años promueve y defiende con violencia y muerte la implantación y expansión de cultivos ilegales de coca como materia prima de la cocaína y del narcotráfico regional. Según expresa Sánchez Bersaín, “La zona del Trópico de Cochabamba fue convertida en cocalera por medio de quemas, talas y ‘desmontes’ de bosques tropicales. Los cultivos de coca ilegal que eran de 3.000 hectáreas en el año 2003, hoy son mas de 80.000 hectáreas, porque Morales el jefe vitalicio de las federaciones de cocaleros que producen cocaína es el jefe del Estado Plurinacional de Bolivia.  La ampliación de cultivos de coca ilegal ha llevado a Evo Morales a invadir y destrozar el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS), que es un área protegida de Bolivia, declarada Parque Nacional en 1965 y Territorio Indígena en 1990, de una extensión de l.236.296 hectáreas en territorio de los departamentos de Cochabamba y Beni.

El ecocidio está probado por acciones concretas de Evo Morales y su régimen, entre otras, el 25 de Agosto de 2017 el vice presidente de Morales repudia la protección del ecosistema afirmando que «las áreas protegidas fueron elaboradas por los gringos para guardarse nuestros recursos naturales para el día que se hagan cargo del país».  El 10 de Julio de 2019 Evo Morales por Decreto Supremo 3973 ordena que «en los departamentos de Santa Cruz y Beni, se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias. En ambos departamentos se permite las quemas controladas». El 16 de julio de 2019 el Viceministro de Sustancias Controladas en su informe oficial «admitió que hay tala y quema de arboles para ampliar el cultivo ilegal de coca en la reserva del TIPNIS».

La Fundación Amigos de la Naturaleza (fan-bo.org) informa que «entre los años 2005 al 2018 se ha detectado mas de 7,1 millones de hectáreas de bosque quemado en Bolivia. El 71% en Santa Cruz, el 21% en el Beni. En 2018 las áreas quemadas en el Beni sumaron 1,8 millones de hectáreas». Esto demuestra, además, que en sus 14 años de detentar el poder, Evo Morales y su dictadura castrochavista hicieron del ecocidio una acción reiterada para su beneficio”.

Niña Yanomami

Me pregunto, qué piensan los antropólogos de izquierda, que hacen activismo político dentro de las universidades latinoamericanas, norteamericanas y europeas, de esta dramática realidad que viven los indígenas de Amazonas y del ecocidio provocado por sus camaradas Chávez, Maduro, Evo y Lula.  La supuesta utopía que anunciaron los ideólogos del Foro de Sao Paulo en 1990, la nueva Internacional Comunista dirigida desde Cuba, cuando decidieron fomentar movimientos políticos étnicos por los derechos de los indígenas o “pueblos originarios”, reclutando a estos “idiotas útiles” para sus fines, no se trataba de otra cosa que la de sistematizar el saqueo de esos territorios para beneficio de las mafias corruptas de Brasil, Bolivia y Venezuela.

La Amazonia, en su totalidad con una superficie de 5.5 millones de Km2, es considerado el pulmón verde del planeta y constituye una de las más prodigiosas reservas de recursos naturales del mundo. Sus bosques pluviales tienen una antigüedad de 75 millones de años y junto a otros idénticos ecosistemas a lo largo del verde cinturón ecuatorial del globo terráqueo, interactúa con las zonas polares manteniendo el equilibrio climático al producir nubes, lluvias, agua y oxígeno para hacer posible la vida en nuestro planeta. Allí habitan culturas indígenas ancestrales que viven en perfecto equilibrio con el ambiente. Se debería promover la creación de una corte penal internacional, un Núremberg ecológico, para enjuiciar y condenar a los criminales que destruyen su ecosistema.  

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Un comentario

  1. Este artículo, más que un análisis, se trata de un «panfleto político». Su característica más triste es partir desde las personas que ocupan la gestión del estado, y no partir de realidades territoriales. De esta forma se desvía la atención y perdemos la posibilidad de evaluar a partir de «indicadores» socioambientales. El abordaje ético, supera este meollo, ya que no constituye un dato de relevancia ambiental, el hecho de que un evento de contaminación masivo, como las rupturas de diques mineros en Brasil, se hayan hecho bajo una gestión u otra. Al hacer de lo ambiental algo partidario, ya estamos perdiendo todos.

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