La desidia del Norte global ante el cambio climático
En el 2024 asistiremos a la intensificación de la crisis climática que conllevará inusuales olas de calor, sequías e inundaciones. Así, según un informe interinstitucional coordinado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), «el planeta está muy lejos de alcanzar sus objetivos climáticos y esta situación socava las iniciativas mundiales encaminadas a combatir el hambre, la pobreza y los problemas de salud, mejorar el acceso al agua limpia y la energía no contaminante, y abordar muchos otros aspectos del desarrollo sostenible». Dicho escenario se verá previsiblemente agravado por la llegada de «El Niño, fenómeno climático que estaría relacionado con el incremento del calentamiento de las aguas del Pacífico oriental ecuatorial y podría significar problemas para partes de África, América Central y el Extremo Oriente asiático según la FAO.
Asimismo, un reciente estudio publicado en la revista «Nature Climate Change», revela que «el calentamiento de la atmósfera terrestre provoca un aumento de la temperatura de la superficie del mar en el Pacífico tropical y favorece que los eventos de El Niño sean más probables y más intensos».En consecuencia, la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) habría ya preparado una respuesta anticipada a la emergencia alimentaria que causará la llegada de El Niño que estaría ya asentado en países como Colombia o Venezuela y que según la OMM podría alcanzar su madurez a finales del 2023 y extender sus efectos hasta el verano del 2024.
La inoperancia de la Cumbre cambio climático 2023( COP28)
En el informe final de dicha Cumbre celebrada en Dubai, suscrito por 180 países y con la ausencia de los mandatarios de los dos países que más gases de efecto invernadero producen del mundo, (China emite casi un tercio del CO₂ del mundo y EEUU sería el mayor emisor histórico), se destaca que » los países en vías de desarrollo son especialmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático y se necesita de opciones de mitigación viables, eficaces y de bajo coste en todos los sectores».
Para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, el acuerdo establece que «se deben reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43% hasta 2030 y un 60% hasta 2035 con relación a los niveles de 2019, y alcanzar las emisiones netas de dióxido de carbono cero para 2050», medidas plausibles pero cuya implementación dependerá de la voluntad de los principales países contaminantes encuadrados en la zona geoeconómica del Norte Global.
Sin embargo, dada la falta de empatía entre el Norte y el Sur global, continuará la incapacidad de ambas zonas geoeconómicas para implementar dichos acuerdos que ayudarían realmente a paliar el cambio climático ya imperante y las crisis alimentarias subsiguientes así como para encauzar los inevitables movimientos migratorios que se avecinan en las próximas décadas.