La deshumanización del individuo
Una de las características de los regímenes totalitarios ha sido la deshumanización del individuo, al quitarle su condición de ciudadano y convertirlo en súbdito.
Los gobiernos totalitarios aborrecen al que piensa diferente, al que disienta, y al que no se someta sin protesta al credo oficial. Para ellos las personas son engranajes de una maquinaria que pretenden que sea la salvadora de la humanidad, cuando lo que se convierten es en el mecanismo de supremacías de un reducido número de funcionarios que constituyen lo que Djillas denominó la nueva clase.
Frente a ese tipo de regímenes los ciudadanos deben luchar con la fuerza de sus propias ideas y evitar que les siembren ideas pesimistas y derrotistas.
Para vencerlos se requiere solidaridad, unidad en la acción y sobre todo fe y optimismo con lo cual, persistiendo en la lucha por la libertad, más temprano que tarde se logrará la victoria.