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La crueldad de la hegemonía

La hegemonía bolivarista ha sido de una inhumanidad y de una impiedad con Venezuela y con los venezolanos, que literalmente debe y tiene que ser denominada como una hegemonía cruel.

Todas las hegemonías despóticas y depredadoras son perversas. Todas. Pero ésta, además, es de una intensa crueldad.

Haber sumido al país en una crisis humanitaria después de la bonanza petrolera más prolongada y caudalosa de la historia, es crueldad.

Haber malbaratado la oportunidad de desarrollo económico y social más importante de toda la historia venezolana, es crueldad.

Haber transmutado a la nación venezolana en una de las más violentas del mundo; no de la región, no sólo de América Latina, sino del mundo… es crueldad.

Haber desbaratado la economía productiva nacional, en lo industrial, agrícola, pecuario, y en todos los demás renglones de la actividad legítima, es crueldad.

Haber desmantelado a Pdvsa como corporación petrolera de escala mundial, para exprimirla como burocracia clientelar y partisana, es crueldad.

Haber multiplicado por lo menos en diez veces el monto de la deuda externa del Estado, en medio de un boom petrolero, es crueldad.

Haber convertido a Venezuela en un país de presos políticos, de perseguidos políticos y de exiliados políticos, es crueldad.

Haber violentado de manera masiva y sistemática los derechos humanos de la población venezolana, sobre todo por razones políticas, es crueldad.

Haber suspendido en la práctica la vigencia de las garantías constitucionales, primera de ellas la de la libertad de expresión, es crueldad.

Haber rebajado el discurso público a un chorro de vituperios e insultos, de ufano supremacismo e impunidad, es crueldad.

Haber depredado por causa de la corrupción cientos de miles de millones de dólares, siendo que tan sólo la corrupción cambiaria se estima en 250 mil millones de dólares, es crueldad.

Haber, más todavía, saqueado al país como lo documenta el reciente libro de Carlos Tablante y Marco Tarre: “El Gran $aqueo”, es crueldad.

Haber distorsionado la economía, a fuer de demagogia y en tal magnitud, que se padece la inflación más alta del mundo, y una escasez creciente de alimentos, medicinas y otros productos básicos, es crueldad.

Haber dolarizado a las patadas a la economía, porque el único precio que no se dolariza es el precio del trabajo, o el salario, es crueldad.

Haber instigado las diferencias y desigualdades sociales para dividir y polarizar a la nación venezolana en provecho de una parcialidad política, es crueldad.

Haber desmontado la estructura institucional del Estado, paso a paso, para ir desplegando un proyecto de dominación hegemónica, es crueldad.

Haber corroído los principales sistemas de servicios públicos, como el eléctrico y el hídrico, a pesar de contar con abultados presupuestos, es crueldad.

Haber vilipendiado el historial democrático venezolano, e intentado abolir la historia misma en aras de un mamarracho historiográfico, es crueldad.

Haber promovido la proliferación de bandas armadas o colectivos armados para reforzar el control político-delictivo sobre la población, es crueldad.

Haber instaurado una satrapía que no tiene paz con la miseria, en nombre de la justicia, la soberanía, la patria o la igualdad, es crueldad.

Haber dilapidado gigantescos recursos en propaganda de defraudación, manipulación y glorificación personalista, es crueldad.

Haber regalado decenas de miles de millones de dólares, a gobernantes aliados de otros países, para apuntalarles política y patrimonialmente, es crueldad.

Haber engañado la buena fe de millones de venezolanos con una retórica de redención y solidaridad, al tiempo de configurar una boliburguesía del pillaje y de la delincuencia organizada, es crueldad.

Haber abandonado gran parte de la defensa soberana de las fronteras de Venezuela, ahora en manos de grupos violentos y hamponiles, nacionales y foráneos, es crueldad.

Haber permitido, si no facilitado, que nuestro país se convirtiera en una pieza central del negocio global del narcotráfico, es crueldad.

Haber conseguido, por acción y omisión, que centenares de miles de venezolanos, en especial jóvenes profesionales, se hayan ido al exterior en busca de un destino digno, es crueldad.

Y así podríamos continuar, porque se trata de una lista enumerativa, abierta y no cerrada, de aquellos desmanes principales que caracterizan la crueldad de la hegemonía. No sólo despótica. No sólo depredadora. No sólo perversa. Sino por encima de todo, cruel. ¿Harán falta más razones para comprender que esta hegemonía de la crueldad tiene que ser superada?

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