La crisis prolongada
Venezuela está viviendo una fuerte crisis y desde distintas fuentes se hacen estimaciones negativas respecto al comportamiento de la economía. La baja del precio del petróleo es importante, pero no determinante.
La Síntesis Económica de Ruth de Krivoy y Tamara Herrera estima en su pronóstico del 16 de marzo que el producto caerá alrededor del 9% durante el año (estiman la caída en -9,5%), y según el FMI la caída sería de un 7%. La inflación pasaría de los tres dígitos (alrededor de 120%) tanto este año como el que viene, y la cuenta corriente se tornaría negativa para los dos años, alrededor de 14,3 millones de dólares este año y 10,7 millones de dólares para el 2006, una mejoría ligada al aumento del precio del barril petrolero. Parte importante de este informe se dedica a buscar una respuesta al problema de la cuenta corriente, por la ausencia de dólares.
Al pasar la inflación de los tres dígitos algunos analistas la ven como el comienzo de una hiperinflación. En verdad debería ser un comienzo, ya que la verdadera hiperinflación, según Cagan, son las extremadamente severas, inflaciones que superen el 50% mensual. Como ocurrió en los años veinte del siglo pasado en Austria, Alemania, Grecia, Hungría, Polonia y Rusia.
Las fuentes de análisis internacional son muy pesimistas, especialmente sobre la posibilidad de default si el gobierno sigue sin reaccionar en términos económicos. En la estimación de UBS (Rafal de la Fuente) se hace énfasis en la cuenta corriente de este año, estimando que podrían llegar a ser negativa en 17,2 millones de dólares con un precio del petróleo de 45 millones de dólares, mejorando si los precios del petróleo mejoran. Está de acuerdo con una caída significativa del producto y la muy alta inflación que nos espera para este año.
Ahora bien, el problema ante el cual se enfrenta la economía venezolana parece más complejo. Venezuela no sólo tiene un problema transitorio de escasez de divisas, la cual requeriría una fuerte devaluación bien diseñada y organizada, sino que su aparato productivo ha sido puesto en entredicho por la acción del Estado, a través de la implementación del “Socialismo del Siglo XXI”.
El sistema de precios, la base de la economía, se encuentra seriamente dañado. Prácticamente los precios son hoy establecidos por el Estado, y cada vez es mayor la diferencia del precio establecido con el que hay que pagar para conseguir el producto. Basta con ver el “precio” de los bienes y el tipo de cambio libre o negro, donde se patentiza una brecha impresionante.
Se han cerrado más de 6.000 empresas industriales de las trece mil y quinientas que existían (Guayana es un buen ejemplo) y algo similar sucedió en el campo. Buena parte de la estructura productiva ha pasado al Estado través de la estatización y la confiscación (sin el pago a los productores), con resultados altamente negativos.
Se otorgó el control de la divisas al Estado, donde existe un complejo mecanismo de controles de precios y también de las magras cantidades que se consumen, donde el criterio determinante lo ejerce el Estado.
Es decir, la economía se ha transformado, en grado muy importante, en una donde los precios del mercado parecen no existir y la única voz es la del Estado, donde reina la corrupción. Se trata de la consecuencia directa y obvia de la implantación del “Socialismo del Siglo XXI”, donde la capa social gobernante ejerce la corrupción en alto grado.
Dada esta circunstancia es obvio que Venezuela necesita una reconstrucción. Se requiere un período relativamente largo para recuperar el sistema de precios. Y esto es cada vez más difícil. En las actuales circunstancias no se perciben ninguna señal de sincerar los precios del mercado y parece que la crisis se prolongará.
