La «Constitución» no toilette
Venezuela, sí se rige por una «Constitución», pero obviamente, no por la que aprobaron en el año 1999. El país es conducido con entenderes «constitucionales» totalmente ajenos a principios y leyes. Qué acertados estaban los antropólogos estructuralistas cuando demostraron que las sociedades tenían dos dimensiones: la formal donde están las leyes y principios morales y la real, que es la que se utiliza.
Dependiendo de la distancia que exista entre estas dos dimensiones se mide la evolución de una sociedad; esto es, a más hipócrita el comportamiento con las leyes y la moral más primitivos son los países y evidentes las estrategias para sumergir en el charco de la degradación a cualquier sociedad.
Es lo que sucede en Venezuela. Empezaron por montar un salvador que venía a traer paz, justicia, libertad, seguridad, reivindicación, amor, y que después utilizó las leyes a su antojo e interpretación. Impuso una constituyente, generó una Constitución que convirtió en libro sagrado para el mal con el cual respaldaba y justificaba todo tipo de salvajadas con el eslogan «dentro de la Constitución todo fuera de la Constitución nada».
La mentira se convierte en principio de fe, apoyada por el terror y el chantaje y quienes no creen o aceptan las atrocidades y descalabros los califican de «animales» y son tratados como tales. No hay derecho a pensar, respirar o vivir pero se tiene «libertad» para opinar y escribir, siempre bajo la censura oficial y logran su cometido en un mundo exterior infame al cual le venden el falso mensaje de que en Venezuela hay «libertad».
Todo se ha hecho poco a poco, con la Constitución en la mano han convertido el país en un circo donde todos los días inventan un show para distraer y burlarse. Crean fracasos, escasez de alimentos, de medicinas, de moral y obviamente, de sentido común y después aparecen como salvadores. Gracias a la tecnología, montan «ollas» para perjudicar y encarcelar. Se acorrala, humilla, pisotea la dignidad para que no haya ni siquiera el más mínimo atisbo de recuperación del ciudadano; con ello mantienen el control y permanecen en el poder. El pasado y futuro son trasladados al presente, pues desubicar al pueblo es estrategia de gobierno y estimularlo a ser más primitivo, emocional, mediocre, dependiente e ignorante es política de Estado.
(Crédito imagen LaPatilla.com)