La conspiración de los antonios
En 1780 ni al más imaginativo de los nobles y criollos se le habría ocurrido nada tan sorprendente como el desenlace autonómico que dio lugar, el 19 abril 1810, a la Junta Suprema. Y sin embargo cuarenta años antes, en un lugar de América Meridional había estallado una conspiración contra la corona española cuyo programa fue el más audaz de todos. Audaz, sí, pero utópico.
Postulaba una república democrática, el sufragio universal, sin excluir a analfabetas ni esclavos. Respiraba un extravagante aire socialista e igualitario.
Dos franceses residenciados en Chile y un criollo organizaron los preparativos del golpe que, pese a ser debelado rápidamente, es tenido en Chile por precedente de la Independencia hispanoamericana.
Los tres conjurados se llamaban Antonio. Hablemos de otro Antonio, sometido a la escabrosa justicia de una sedicente revolución. Le imputan el cargo de conspirador solo que, a diferencia de sus tres homónimos del siglo XVIII, a Antonio Ledezma se le persigue siendo inocente, a sabiendas de sus maliciosos perseguidores.
Esclavizados estos a una obsesión enfermiza, exhiben un anhelo desesperado de retener el poder que se les escapa, así sea a costa del país y de los venezolanos de todas las corrientes del pensamiento. Se castiga a Ledezma debido, paradójicamente, a su exitoso desempeño, siempre apegado a la moral, la justicia y la eficiencia administrativa.
Se trata de apartarlo del escenario en momentos decisivos. Su caso es el de Leopoldo.
Son líderes emanados de la realidad, que enfrentaron con tenacidad y espíritu de entrega. Eso los hace peligrosos para un régimen de febles principios y con la marca de la derrota tatuada en la frente.
Hace poco escribí un artículo titulado De Leopoldo a Antonio resaltando que las aberraciones jurídicas y procesales son idénticas en los dos casos.
Puesto que Leopoldo fue sentenciado disponemos de una película anticipada de los severos daños que la barbarie judicial le ha acarreado a sus autores.
El costo político pagado por afincarse contra Leopoldo está a la vista y el manadero de agua borbollando no amaina.
Si esperaban desordenar las filas de la alternativa democrática golpeando las cabezas de sus líderes, ya sabrán cuán equivocados estaban.
No hay manera de sostener los cargos contra Ledezma. La Fiscalía lo acusa de conspirar en solitario, cuando para incurrir en semejante delito se necesitarían a lo menos dos. La estulticia de ciertos humanos o inhumanos (escojan ustedes) puede ser infinita. Observemos a la juez Barrientos. Dictada la infamia la meterán en un avión y la empaquetarán para Chile, tratando de poner tierra de por medio.
Pero el rechazo se ha internacionalizado y Susana tampoco le podrá sostener la mirada a los chilenos, escandalizados por el deplorable estado de la justicia venezolana.
Antonio ha enraizado su prestigio. El país lo quiere en libertad, con Leopoldo y todos los presos y emigrados políticos.
¿Qué pasaría si, en lugar de absolverlo, repitieran con él, el perverso designio contra el líder de VP? Leí de dirigentes de la MUD que el crecimiento eruptivo de la oposición se enfrentaba a la burocracia, mas no al PSUV, cuya dinámica regresiva marcha a la velocidad que lo hace el gobierno de Maduro.
Frente a los mostachos de este hombre el cambio democrático avanza con paso de gigante.
El 6D la historia puede marchar hacia un nuevo comienzo bajo el signo de la democracia y los derechos que incuba. Los de comer obviamente, ladrar y producir, en lugar cimero.
@AmericoMartin