La Chispa que enciende nuestra Sonrisa
Íbamos caminando por una de las calles de nuestra urbanización para hacer ejercicio. Habíamos comenzado esta rutina en algún momento durante la cuarentena. Era parte del día salir a caminar. Habíamos comentado que íbamos a extrañar el poder caminar por nuestras calles tranquilamente, sintiéndonos seguras, sin contaminación, dándole los buenos días a los otros vecinos que también disfrutaban caminando o trotando. Buena educación, respeto, personas barriendo el frente de sus edificios o casas…Eso era lo que siempre encontrábamos a lo largo de nuestro recorrido. Una de mis compañeras recogió un mango en la calle. Estaba perfecto. Hablamos sobre el artículo que yo había escrito hace tiempo sobre cómo en nuestra ciudad capital los mangos llueven del cielo. Una bendición en cualquier tiempo. Mi compañera le regaló el mango a un señor joven que estaba sentado en una acera y quien lo aceptó gustosamente.
La calle era bastante empinada y nos dirigíamos hacia el Norte. Por alguna razón, me volteé a ver a mis compañeras y recordando que era bueno caminar hacia atrás porque se ejercitaban músculos que normalmente no utilizábamos, comencé a hacerlo. Mis compañeras me imitaron y así íbamos las tres, caminando hacia atrás por la subida y sintiendo nuestros músculos.
De repente, un trabajador que estaba sentado sobre un muro con otras personas exclamó desde lejos: “Ustedes como que están queriendo retroceder el tiempo!”. Sonriendo, le contestamos que queríamos regresar a “ayer”. Todos nos reímos juntos y proseguimos con nuestra caminata.
A los venezolanos, en general, nos caracteriza la espontaneidad, la creatividad y esa capacidad que nos permite reírnos a pesar de las circunstancias. Tal vez sea un mecanismo de supervivencia pero es algo que me encanta de vivir en Venezuela. Sé que muchas veces se comenta que tal vez esa sea una de las razones por las cuales estamos donde estamos. Considero, sin embargo, que puede ser una de los motivos por los cuales podemos seguir adelante con la esperanza de una transformación. Hay mucho que debemos transformar. Sin embargo, mantengamos siempre la chispa que enciende nuestra sonrisa y esa creatividad que nos permite dialogar, compartir y reír con desconocidos.
¡Prendamos una vela y pasemos la luz!
