La catástrofe
Lo que se nos viene encima es terrible. Los irresponsables, ineptos, corruptos, resentidos e ignorantes que desde hace 19 años se han aferrado al poder en Venezuela, los socialistas, acaban de decretar el mayor genocidio de nuestra historia. Miles de personas morirán de hambre, de mengua y por arte de la violencia incontenible en los tiempos que vienen. Quitar cinco ceros a la moneda, y hacerlo con unas autoridades monetarias absolutamente inútiles, que no lograron eliminar el billete de Bs. 100, es una condena a un país que ya venía boqueando y malherido. Es, además de la anarquía que se va a presentar como reacción inmediata, decretar una inflación mayor que la de 1.000.0000% que anunciaron los expertos internacionales para lo que queda del año. La gasolina, que hoy significa 40 o 50 bolívares por tanque para un automóvil normal y 80 o 100 o un poco más para un camión o un autobús, va a alcanzar cifras que casi no podemos imaginar: 10, 20, 30 y hasta 200.000 bolívares por tanque. No menos de 1.000 veces más. Eso significa que el transporte de personas y de mercancías va a llegar a valores que no podemos visualizar. Todo se va a paralizar. Los que tienen automóviles y camiones los tendrán que dejar parados, porque no podrán pagar la gasolina. Y los que no los tienen se quedarán varados en sus casas, no podrán ir a trabajar. No se producirá ni se consumirá nada. La catástrofe.
Y no estoy siendo apocalíptico, sino realista. El que no tenga en su casa alimentos para varias semanas, o medicinas, va a afrontar una realidad infernal, y el país entero se va a convertir en un infierno. Es el resultado del socialismo, el “legado de Chávez”, el efecto de la irresponsabilidad, la locura, la demagogia y la corrupción de Chávez, con su famoso pito y sus jaquetones “¡exprópiese!” con los que se sintió un Napoleón de poceta.
Lo positivo puede ser que estos animales inevitablemente caigan, porque las cosas han llegado a un extremo que no puede mantenerse por muchos días. Pero aun con ellos fuera del poder, la situación es muy grave. Se dejó que las cosas llegaran demasiado lejos. La economía del país está destruida y ni siquiera con la mejor voluntad del mundo se podrá reparar en un tiempo razonable. Los que pueden restaurarla se han ido al extranjero y no van a regresar de inmediato. Es posible que se arme una operación heroica de caridad universal, que muchos países vengan a repartir comida y medicinas, pero eso son pañitos tibios. Ni siquiera tener dólares va a salvar a los que los tengan, porque no va a haber nada que comprar.
Venezuela fue víctima de la canallada de mucha gente: de los chavistas, irresponsables, ineptos, corruptos, resentidos e ignorantes, de los que creyeron que ganarían mucho haciéndose pasar por demócratas, de los otros irresponsables, llámense adecos, copeyanos o masistas, de los canallas cubanos que nos chuparon la sangre, de los chinos y los rusos que quisieron apropiarse de las riqueza de Venezuela, de los egoísmos latinoamericanos, de la estupidez y la ceguera de los norteamericanos. Ha sido una combinación perfecta, total, de males y de mala suerte. Dios nos salve, porque es el único que puede.