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La autopsia de la verdad

Es escandaloso el sesgo de algunos medios ocupados por la izquierda sobre los acontecimientos en el Medio Oriente. Calificar a los terroristas de Hamas como “movimiento de resistencia” guardando un silencio cómplice sobre las masacres perpetradas por estos despiadados asesinos, así como la desinformación sobre lo que realmente ocurre en Gaza y la actuación en legítima defensa de Israel, contribuyen a ocultar la verdad. En la esfera política francesa y en la dirección de la mayoría de los medios de comunicación, incluyendo los medios públicos, una liga de intelectuales, políticos y periodistas, utilizando en forma difusa las banderas del multiculturalismo, el tercermundismo, el wokismo y el antiimperialismo, así como el de un humanismo mal entendido, nadan juntos en esa turbia marea antidemocrática y antioccidental orquestada por el comunismo internacional y los movimientos fundamentalistas islámicos. Algunos promotores de esa turbia tendencia llegan a traicionar sus propios valores al aliarse con todo aquello que atente contra Occidente y hasta contra su propio país.

La omertá en los medios de izquierda

Afiche en un pasillo del diario Le Monde donde se lee: “Nunca fue un conflicto. Siempre ha sido un genocidio”. La imagen muestra una mano con un producto desinfectante rociando la bandera de Palestina, cuya etiqueta dice: “Limpieza étnica”.

La omertà​ o ley del silencio, es el código de la mafia siciliana que desde el siglo XVI prohíbe informar sobre las actividades delictivas en las que un testigo o una de las personas incriminadas prefiere permanecer en silencio por miedo de represalias o por proteger a otros culpables, incluso en su propia defensa cuando el acusado es inocente de los delitos imputados. En los códigos de la mafia, romper el juramento de omertà es castigado con la muerte. En Francia es notoria la omertá y el sesgo periodístico de los medios de izquierda. La ideología por encima de la objetividad, las desviaciones, falsas informaciones y el negacionismo están sepultando el periodismo y con éste la confianza del ciudadano en los medios. El diario Le Monde (1944) se sitúa a la cabeza de esta autopsia de la verdad junto a otros medios incluyendo los canales de televisión del Estado.

Eugenie Bastie (1991), editorialista de Le Figaro y CNews, publicó un trabajo de investigación titulado “La gente tiene miedo, es la omertá: un creciente malestar por el trato dado a Israel en el diario Le Monde” (Les gens ont peur, c’est l’omerta» : au Monde, un malaise grandissant sur le traitement d’Israël dans le journal, Le Figaro, 18/12/2024), en el que denuncia el sesgo periodístico de Benjamin Barthe, subdirector del servicio internacional de dicho vespertino y el clima nocivo en el que laboran sus colegas : “La gente tiene miedo, es la omertá”, afirma. Durante un año, ha habido una profunda ira tanto dentro como fuera del periódico por la forma en que aborda el conflicto entre Israel y Hamás. En la redacción reina la ley del silencio: prueba de ello es que todos los periodistas con los que contactamos para esta investigación prefirieron permanecer en el anonimato. Una parte de la redacción está abiertamente del lado de los palestinos. Lo cual no es nuevo, lo que es más problemático es la indulgencia mostrada hacia los verdugos de Hamás y el odio manifestado hacia el Estado Hebreo. En el corazón desinfectado de estas oficinas de vidrio y acero, una pared entera dedicada a Gaza está rematada con una pegatina que dice ‘alto al genocidio’”.

La cobertura sesgada del conflicto a veces se convierte en controversia. El 7 de octubre de 2024, aniversario de los atentados, circuló una portada de Le Monde, Edición especial: “Gaza aplastada por un año de guerra y caos”. ¿Torpeza? ¿Mala fe? ¿Expresión de un tropismo propalestino? Después de esta portada, el periódico vivió una oleada de bajas, cuyo alcance es difícil de conocer, pero lo suficientemente importante como para sensibilizarlo internamente. Este incidente no es el primero”. Pocos días después del 7 de octubre de 2023, el periódico ya había tenido que hacer una corrección en su cobertura sobre el bombardeo del hospital de Al-Ahli, tras atribuírselo al ejército israelí, cuando en realidad se demostró haber sido causado por el lanzamiento fallido de cohetes palestinos. Otra muestra del sesgo de Le Monde, fue el de calificar a Hassan Nasrallah de “mártir” en su obituario, siendo el líder de Hamas y autor intelectual del pogromo del 7 de octubre.  Sobran los comentarios sobre la línea editorial del diario en la que se califica a Hamás como un “movimiento de resistencia palestino” o “eje de resistencia” para designar las atrocidades de estos sádicos terroristas.

¿Es el barco que se mueve o es el paisaje?

Eugenie Bastie, comenta cómo el cinismo se ha posicionado en ese diario: “En un foro en línea con lectores de Le Monde hace unos meses, el subdirector Gilles Van Kote, respondió lo siguiente a un suscriptor que le preguntó sobre la línea izquierdista del periódico: “Lo que veo es que parte de Los lectores de Le Monde se han vuelto de derechas, al igual que la sociedad en su conjunto. Mientras que yo me inclinaría a pensar que Le Monde se ha mantenido fiel a su base de valores, lo que puede llevar a algunos a considerar que se ha deformado. Entonces todo depende del punto de vista: ¿es el barco el que se mueve o el paisaje?”.

La reacción del público se refleja en esta imagen tomada de “X”. Dice: “Le Monde cambia de formato: más compacto, más práctico, más ecológico”.

En Francia y en los países donde reina el socialismo, la información veraz y objetiva está cada vez más confiscada por el cinismo de la izquierda, al detentar el control de los servicios públicos del Estado al servicio del aparato asociativo y militante del progresismo y sus derivaciones ideológicas que van desde la promoción del multiculturalismo y la inmigración, que está demoliendo los valores sociales, hasta las alianzas con el islam radical, su nuevo proletariado. Estos medios apoyan por igual a los regímenes dictatoriales y corruptos de Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, países que conforman la nueva internacional comunista del Foro de Sao Paulo, integrada por la izquierda iberoamericana, guerrilleros, narcotraficantes y grupos terroristas como Hezbollah y Hamas que campean a sus anchas en esos tristes trópicos financiados por Iran, China y Rusia. Salvo contadas excepciones, sus atrocidades no son mencionadas por los medios que, con su silencio, les otorgan legitimidad, por el contrario, les brindan espacio mediático disfrazándolos con todo tipo de eufemismos.

Si la Omertá, también conocida como la “ley del silencio”, es una norma de lealtad entre miembros de la mafia, ésta es notoria en los medios controlados por la izquierda, la regla es, por tanto, la mecánica de mentir por omisión. El silencio por conveniencia ideológica es el “efecto Lucifer” al que apunta el psiquiatra Philip Zimbardo (The Lucifer Effect: Understanding How Good People Turn Evil, 2007), “El mal de la inacción o del silencio es una nueva forma del mal, que apoya a aquellos que perpetran el mal”.

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