La amenaza de Maduro
La reciente declaración de Nicolás Maduro, en el acto protocolar organizado para celebrar el séptimo año de la creación de la Milicia Bolivariana, constituyó una inaceptable amenaza en contra del destino de Venezuela y el de su Fuerza Armada Nacional. Atreverse a afirmar que “si algún día ustedes amanecen con la noticia de que la ultraderecha ha pretendido imponer alguna forma de golpe de Estado, salgan a la calle, como el 13 de abril, a tomar el poder total de la República”, agregando de manera irresponsable que “está decidido a incrementar en 500.000 los efectivos de la Milicia Bolivariana, entregándole un fusil a cada miliciano, para que defiendan su barrio, su estado, las costas, los ríos, las selva y las ciudades, de la agresión imperialista”. Estas graves afirmaciones no pueden tomarse como una declaración más de las tantas que Nicolás Maduro da con gran frecuencia. Exigen de un detallado análisis para determinar su verdadero sentido y objetivo político.
El primer aspecto a considerar es que esa declaración la emitió, en medio de un gran temor, dos días antes de que se realizara una abrumadora demostración de los sectores democráticos en rechazo al contenido de las sentencias 156 y 157 del Tribunal Supremo de Justicia que en palabras de la doctora Luisa Ortega Díaz, fiscal general de la República, “evidencian la existencia de varias violaciones del orden constitucional y un claro desconocimiento del modelo de Estado consagrado en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, produciéndose una ruptura del orden constitucional”. Nicolás Maduro, al aceptar y apoyar el contenido de dichas sentencias, comprometió, aun más, la legitimidad de su gobierno. Ante esta realidad, los ciudadanos y las propias Instituciones del Estado, de acuerdo al contenido del artículo 333 constitucional, tienen la obligación moral y legal de desconocer los actos de ese gobierno. Una de esas instituciones es la Fuerza Armada Nacional. Precisamente, fue esa misma Institución, la que cuestionó la forma en que Hugo Chávez provocó la crisis política y la protesta nacional del 11 de abril de 2002 y la manera como quiso reprimirla.
¿Qué quiso decir Nicolás Maduro al invitar a la Milicia Bolivariana, de manera particular, a salir a la calle, como el 13 de abril, a tomar el poder total de la República? ¿Qué significa anunciar el fortalecimiento de la Milicia Bolivariana al incrementar sus efectivos en 500.000 milicianos, dotarla con fusiles modernos y aceptar públicamente que están al servicio del PSUV? Curiosamente, esta irresponsable declaración ocurre en medio de fuertes rumores de un creciente descontento en los cuadros activos del Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, la detención del vicealmirante ® Pedro Pérez Rodríguez, del general de brigada ® Ángel Vivas Perdomo y de los primeros tenientes, en situación de actividad, José Ángel Rodríguez A., Ronal Ojeda M., Osman García V., Marcos Antonio Briceño C., Daniel González B., Rafael Arreaza S., Carlos Terán L., Eliecer Vásquez G., David Vásquez R. y Luis Eduardo Berbesi M., todos pertenecientes a unidades de combate, y el sorprendente mensaje público de los primeros tenientes Alfredo Rodríguez C y José Méndez S., pertenecientes al 145 grupo de artillería General José de la Cruz Carrillo y Ángel Mogollón M., instructor de la Escuela de operaciones especiales.
La inaceptable y peligrosa arenga del presidente Maduro debe ser aclarada, a la brevedad posible. No hacerlo incrementaría aún más las tensiones políticas existentes ya que de continuar dándose las condiciones necesarias para que el presidente Maduro abandone la presidencia de la República por su permanente irrespeto a la Constitución Nacional, él y su camarilla considerarían esa circunstancia como un “golpe de la derecha”, procediendo a utilizar las milicias y las bandas armadas en contra de las unidades de la Fuerza Armada regular, que tendrían que hacer respetar el mandato constitucional. Ese lamentable enfrentamiento podría ser el preámbulo de una guerra civil. Los venezolanos no podemos aceptar que nuestro destino como sociedad y como país sea irresponsablemente comprometido por las ambiciones desmedidas de Nicolás Maduro y su camarilla. La Fuerza Armada Nacional tampoco puede continuar siendo escarnecida y despreciada por respaldar a un gobierno que se ha deslegitimado totalmente en medio de la tragedia que vive nuestro pueblo. El general Padrino y el Alto Mando deben reflexionar con serenidad sobre el contenido del mensaje hecho público por los oficiales mencionados. No entender que lo expresado por ellos puede ser, en este momento, lo que sienten la mayoría de los integrantes de nuestra Institución es un gravísimo error.
La Fuerza Armada tiene el deber de ser un factor fundamental en la búsqueda de una solución que permita superar la tragedia que vivimos. Es verdad que quienes han tenido la responsabilidad de conducirla han cometido gravísimos errores al incumplir el contenido del artículo 328 constitucional y parcializarse a favor de la ideología política de Hugo Chávez, de Nicolás Maduro y del PSUV, debilitando su prestigio, credibilidad y autoridad moral ante los venezolanos. Sin embargo, estoy seguro que la sociedad acogería con beneplácito una rectificación de esa reprobable conducta. Lo único que se les ha exigido permanentemente ha sido el estricto cumplimiento de lo pautado en ese artículo 328 constitucional. Esa posición, le daría a la Fuerza Armada, la suficiente autoridad moral para influir como factor de equilibrio en una negociación que conduzca a dar cabal cumplimiento a lo exigido por el Estado Vaticano, a través de la carta del Cardenal Pietro Parolín. De lo contrario, insistir en mantener un comportamiento político partidista, alejado de su papel constitucional, solo contribuiría a un mayor rechazo de la sociedad y a un destino incierto para nuestra Institución.
Estimados compañeros de armas: ustedes no pueden permitir la criminal arremetida de las bandas armadas del gobierno en contra de un pueblo inerme. Lo ocurrido esta semana en El Valle es inaceptable. Tampoco, es posible aceptar que la Fuerza Armada Nacional continúe siendo utilizada como un instrumento de coerción y represión del gobierno de Nicolás Maduro que sólo busca amenazar a los venezolanos para satisfacer sus desmedidas ambiciones de poder y sus constantes abusos y atropellos. Los venezolanos siguen esperando una verdadera rectificación institucional. Estoy seguro, que si la Fuerza Armada Nacional lo lograra, recuperaría plenamente su prestigio nacional e internacional. Reflexionen, piensen en Venezuela, y verán que este es el camino.