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José Joaquín Burgos: ¡Hasta luego poeta!

Abres la puerta y dices la buena nueva.
Te anuncias.
Te dibujas en los espejos.
Te haces guitarra, luna, agua encantada, brizna viajera del verano.
Y entonces etornas a tu olvido.
Cierras la puerta.
¿Cómo era  la flor que te aromaba los cabellos?

JOSÉ JOAQUÍN BURGOS
(Poema “Brisa”, 2017)

El mes de agosto de este 2017, vino cargado de sensibles partidas en el mundo cultural planetario: Judith Jones, escritora y editora estadounidense (1924), Jim Marrs, escritor estadounidense (1943), Christian Millau, escritor, periodista, locutor de radio, y crítico gastronómico francés (1928), Ernst Zündel, escritor y editor alemán (1939), Gregorio Martínez Navarro, escritor peruano (1942), y recientemente el poeta José Joaquín Burgos, escritor y académico guanareño-venezolano, cronista de la ciudad de Valencia, estado Carabobo-Venezuela.

A José Joaquín Burgos (Guanare, 1933), cariñosamente Pepo le llamaban sus amigos, no solamente fue un hombre de letras y trabajo intelectual continuo y alto nivel de resonancia en Venezuela y el mundo, sino que fue un hombre de pueblo, de raíces, impregnado de su gentilicio como guanareño y defensor de los valores literarios de las nuevas generaciones de escritores. Pepo, apostó a una lírica limpia, molde seguro de un canto a la alegría, a la mística al ritmo intermitente de las voces de la naturaleza en su vínculo lujurioso con el hombre. Nunca apartó de sus escritos la influencia mariana de la Virgen de La Coromoto, ni la imagen cristalina del paisaje de meseta en donde se anidó su Guanare colonial y su Guanare moderna. Como expresara José Rafael Silva Sánchez, en su escrito  “José Joaquín Burgos o el aire iluminado” (2012), Burgos tiene “…una escritura que condensa un acelerado juego de palabras, vocablos inesperados, términos poco usuales, paralelismos fonéticos, asociaciones verbales ardorosas, las cuales revelan las sorprendentes tensiones interiores del poeta, su sensibilidad desenvuelta, sus ensueños, su mordacidad, sus aprensiones, su incertidumbre, su desesperanza y su angustia vital”.

Así mismo, recalca Silva Sánchez, Burgos, en toda “…la extensa (e intensa) obra….no solamente en su poesía, sino en su narrativa, sus ensayos, sus artículos de prensa, sus conferencias, sus editoriales, e, incluso, en su sabia conversación cotidiana, con la cual siempre nos ilustra y nos deslumbra, en todos sus libros, el poeta mantiene un tono de sobria dignidad idiomática, un dominio sublime del lenguaje, una mesura siempre proveniente de la autenticidad interior. Así lo observamos en sus obras:  Ronda de Luz (poesía, 1956), Los Días Iniciales (poesía, 1963), Guanare Siempre (poesía, 1974), Por aquí se escuchan las pisadas del tiempo (discursos, 1976), Guanare Piedraluz (poesía, 1993), Unicornio (poesía, 1991), Piel de Sueño (poesía, 1996) Coromotanías (poesía, 1992), Torreparque (novela, 1988), El Pozo del Arcoiris (narraciones, 1995), Don Juan de los Poderes (novela, 2003), La Ciudad Novelada (2006), Las Murallas del Reino (novela, 2007), Cansancios de orilla (poesía, 2012). Es necesario mencionar también sus columnas sabatinas (Indocencias) en el diario NOTI-TARDE y los editoriales de TIEMPO UNIVERSITARIO, vocero de la Universidad de Carabobo…”

El autor de la columna y José Joaquín Burgos, en el 2015, cuando la UNELLEZ, se le otorgó el Doctorado Honoris Causa
El autor de la columna y José Joaquín Burgos, en el 2015, cuando la UNELLEZ, se le otorgó el Doctorado Honoris Causa

Pepo, fue, y seguirá siendo por siempre, un intelectual integral, revelador de una fulgurante luz, en la que destaca la multicolor  metáfora de un poeta que avanza con acierto en el vasto espacio del lenguaje transfigurado, rehuyendo, con todos los aparejos, giros y procedimientos de su apertura creativa; la frase iluminada, el momento de espera, la vibración del aire, las pausas, el suspenso rítmico, todo subrayado con decretados ademanes que forman parte de su vínculo expresivo. En este sentido, destaca Silva Sánchez, la creación intelectual de Burgos es el producto de su contemplación meditada, de “…su desciframiento del paisaje cósmico y espiritual, su asistencia al instante cuando la lámpara del ser encandila la palabra y un canto insiste en inaugurar un alba de sempiterna creación…”

Valga oír la voz del poeta de uno de sus versos, “Cigarra”,  incrustados en el texto “De Cansancios de orilla” (2012): “Una cigarra/ anda escondida silenciada/ vuelta trizas sus alas/ que fueron la envidia del relámpago/ ahora inmóviles/ entre las manos/ de un vendedor de magia el poeta la recoge/ la alienta con sus ojos/ con sus manos tejedoras de tiempo/ ya no canta la cigarra/ dejó la sombra de su voz/ mirada luz silencio vida/ el sol amanece repartiendo colores/ la cigarra duerme/ es cuestión del poeta despertarla/ sacudirla/ echarla a volar”.

Despedir a don José Joaquín Burgos, quien se fuera al encuentro con el Santísimos a las primeras horas del día  lunes  07 de agosto del 2017, causa una inmensa sensación de ausencia y de orfandad… Parte quien para las nuevas generaciones de escritores guanareños y portugueseños, y planetarios por qué no, un padre en toda la extensión de la palabra que nos miró con respeto, con ternura y nos alentó a seguir los caminos de la literatura cargados de dignidad y una adhesión total al cuidado del lenguaje y su arquitectura. Pepo fue la voz que marcó un sendero valeroso, proyectó hacia el pensamiento universal el corazón y el paisaje guanareño, a pesar de contraerse con su talento en la ciudad de Valencia como una autoridad literaria y cronista, nunca abandonó su terruño, airando con fino tino el papagayo de los recuerdos y acercando su silbido al ideario mariano que fue su tatuaje poético y literario.

El poeta partió al encuentro con  Licelia Rodríguez de Burgos, quien falleciera a comienzos de este año, su compañera por sesenta años, amiga y musa, siempre vital en su poesía y en su alegría. Otro que partió, amigo de Burgos, pero en el 2015, fue Orlando Pichardo, y nada mejor que dedicar un fragmento del poema “Oficio de poeta”, de Pichardo, como voz del más allá del maestro, poeta y ser luminoso como lo fue José Joaquín Burgos: “…Soy poeta de oficio/ y oficio de poeta/ de piedra o relámpago, / de beso clandestino, / de cometa anarquista…Hago de caída/ y me voy por el vacío de la demencia./ Perdí la memoria/ y no recuerdo nada más que no sea el oficio de poeta”.

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