¿Jorge Rodríguez o Henrique Capriles?
«Este año es imposible un revocatorio”.
Jorge Rodríguez en entrevista con José Vicente Rangel. Televen, 29 de mayo de 2016
Cuando el psiquiatra y cuentista Jorge Rodríguez Gómez se asomó al escenario político venezolano – corría el año 2003 -, prácticamente nadie, salvo los viejos amigos de su padre, como Teodoro Petkoff, quien fungiera como uno de sus padres putativos, o cualquiera de los compañeros de la Liga Socialista, fundada por Jorge Rodríguez padre involucrado en el secuestro del gerente de la compañía multinacional norteamericana Owen Illinois William Frank Niehous, sí tenía conocimiento todo aquel que hubiera leído los periódico con el suceso del secuestro, que sacudiera a la adormecida sociedad venezolana en 1976. Gobernaba por entonces Carlos Andrés Pérez y se disfrutaba de las mieles de la concordia del Estado con las guerrillas gracias a la mediación pacificadora – ¡cuándo no! – del socialcristiano Rafael Caldera. A pesar de lo cual y en un hecho por demás rocambolesco, un comando guerrillero asaltó la casa del joven empresario norteamericano en Prados del Este llevándoselo secuestrado hasta que fuera liberado, tres años y cuatro meses después, en la selva venezolana. Por entonces, Jorge Rodríguez padre había padecido el via crucis de una detención en las mazmorras de la DIGEPOL, el SEBIN de la época, y había muerto en los “apremios” a que lo sometieran los interrogadores. Era ministro del interior Octavio Lepage y vice ministro Marco Tulio Bruni Celli. La pareja de interrogadores fue detenida, encausada, condenada y encarcelada hasta cumplir la condena. Eran otros tiempos.
De modo que Jorge Rodríguez Gómez, de quien venimos hablando, por entonces de 38 años cumplidos, salía de las olvidadas brumas de un oscuro suceso, con un diploma de médico y un premio al mejor cuento de El Nacional bajo el brazo. Digamos: un profesional ucevista, esmerado lector de El Nacional y aficionado a la literatura. Tiempo después, un amigo me recomendó leyera el cuento para tener constancia de lo que se anidaba en las telarañas de su espíritu: una mezcolanza de homosexualidad latente, prostitución y asesinatos que ocurría en las cercanías de la UCV y en los cochambrosos despachos detectivescos, bajo los puentes del Guaire. Una melcocha erótico policial con olor a morgue y cloaca. La historia de la muerte de su padre la supe de boca de Marco Tulio Bruni Celli. Y del talante del joven psiquiatra que hacía sus pinitos en el universo literario supe detalles por un amigo gastroenterólogo que me contó, sin mayores pretensiones, que en la escuela de medicina de la UCV sus compañeros de aula, entre las que se contaba su hija, aseguraban que de tener que escoger entre dormir con una mapanare o con Jorge Rodríguez, no dudarían en escoger a la mapanare. Cito textualmente.
Miembro de la Comisión Política de la Coordinadora Democrática me interesó el tema, pues el por entonces desconocido joven psiquiatra asumía todos los poderes del Consejo Nacional Electoral que se encargaría de dirimir y controlar el Referéndum Revocatorio bajo el sonido de atabales y trompetas de tirios y troyanos. Un Deus ex Machina caído del cielo, como en una obra de Bertolt Brecht. Cargo y encargo extraños, pues ¿qué podría saber un personaje de ese talante como para situarlo en la cúspide de la imparcialidad de este “choque de trenes” – Sosa S.J. dixit – y resolver un conflicto de inmensas proporciones que hacía a la esencia de la sobrevivencia de la República, salvo contar con la buena pro del chavismo duro y las simpatías de ex compañeros de su padre, ya entonces y por azares del destino, haciendo vida en las filas opositoras? No te preocupes, me alertó un famoso y respetado abogado constitucionalista, ex miembro de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, militante del partido COPEI y amante de la poesía de la generación del 27. “Fue compañero de mi hija, es un muchacho muy serio y de fiar”. Fin de la cita.
Cené por pura casualidad con el esquivo personaje de marras la noche vieja del 2003, en los ranchos de Chana. Y su amigo, el hijo de Chana Uzcátegui, nuestra amiga, que lo había invitado a pasar unos días en el rancho de su madre, me aseguró picándome el ojo mientras apuntaba con la punta de sus labios a su socio Jorge Rodríguez que “la oposición no ganaría ese revocatorio ni que se viniera el mundo abajo. Te lo aseguro yo, que sé de qué te estoy hablando”.
Tanto han cambiado los tiempos, tan encumbrado llegaría a ser el puesto de Jorge Rodríguez en el escalafón de la nomenclatura chavista – de vicepresidente de la República a alcalde del municipio Libertador, mientras su hermana, ni psiquiatra ni cuentista, pero tan hija del guerrillero como su hermano, se hacía cargo de la cancillería de Nicolás Maduro – que ahora no espera a cometer el delito de un fraude planetario jugando a la imparcialidad académica, como entonces. Declara tan suelto de cuerpo que Henrique Capriles, PJ, AD, la MUD y sus ingenuos seguidores podrán cantar misa: este año no habrá revocatorio. Lo dice Jorge Rodríguez, amo y señor del CNE por decisión de Maduro, con ese descaro inaudito que los dioses del olimpo castrocomunista le dieron. Del más de un millón de firmas recolectadas, ¿cuatrocientos mil falsas? Lo dice a pesar de que basta una parte de las seiscientas mil restantes para darle curso. No habrá revocatorio porque a él, vocero de Maduro, y a su jefe Raúl Castro les sale del forro. Punto. ¿Lo sabrá la MUD?
No lo dijo al pasar ni en cualquier parte: se lo dijo a la vieja Casandra del golpismo castrocomunista venezolano, el ya decrépito y estragado José Vicente Rangel en su programa televisivo de ayer domingo 29 de mayo por Televen. Fue, sin lugar a dudas, un desafío a su contrincante en liza, el gobernador Henrique Capriles Radonski. Con quien comparte las simpatías por Lula y Dilma Rousseff y el rechazo al empeachment de la segunda. Aunque Usted no lo crea. ¿Cuál de ambos tendrá la razón? ¿Jorge Rodríguez o Henrique Capriles? Ya lo sabremos.
@sangarccs