Jesús y la ley
En el marco del Sermón del Monte Jesús dice de manera enfática, pareciera que con la intención de dejar muy claro, que él no vino a abrogar o derogar la ley sino a cumplirla. Mateo 5:17 “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”. Ahora bien, cuando se refiere a abrogar o abolir está enfatizando que él no pretendía, de ninguna manera, invalidar la ley de Moisés, tampoco revocarla o suprimirla; por el contrario, Jesús dice claramente que vino a cumplir la ley; es decir, a efectuar en sus actos y a ejecutar en su vida los 10 mandamientos.
La palabra griega para el verbo cumplir “ekpléroó” significa llenar por completo. De tal manera que al cumplir con la ley Jesús no solo hizo tal cual la ley manda u ordena sino que desde el punto de vista mesiánico, Jesús le da todo el valor espiritual a la ley, llenando por completo las profecías, abarcando el cumplimiento de ellas. Además, mostrándonos que más allá de la acción basada en los mandamientos, existe un mundo espiritual en el cual los mandamientos tienen inherencia aunque muchas veces estas situaciones sean solo pensamientos, emociones y sentimientos que existen calladamente en nuestro interior.
Una ilustración de este carácter espiritual que trasciende la mera acción del cumplimiento del mandamiento y que nos demuestra el sentido de llenar hasta el tope el recipiente (cumplir la ley) es la explicación que Jesús hace acerca del mandamiento No matarás: “Ustedes han oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y que cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio, y cualquiera que a su hermano le diga “necio”, será culpable ante el concilio, y cualquiera que le diga “fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve y reconcíliate primero con tu hermano, y después de eso vuelve y presenta tu ofrenda”. Mateo 5:21-24.
Jesús nos enseña que no se trata solo de cumplir la ley en el acto mismo de la acción que se ejecuta o deja de ejecutarse. El nos muestra una nueva dimensión de lo que significa cumplir la ley. No es solo no tomar un arma para matar físicamente a otro sino el hecho de no matarlo en su alma, en sus sentimientos, con flechas de insultos o balas de desprecio. No se trata solo de consumar el acto del adulterio sino de ponerle guarda a nuestros ojos para no mirar y codiciar al hombre o la mujer ajena, porque el pensamiento del deseo constituye el acto mismo del adulterio. Mateo 5:27-28.
Jesús nos muestra una nueva dimensión de la ley, la dimensión espiritual, la dimensión del corazón, lo que nadie sabe sobre nosotros sino Dios y nosotros mismos. Una confirmación de esta dimensión espiritual es la posición de Jesús con respecto a la ley hacia los enemigos: “Ustedes han oído que fue dicho: “Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por quienes los persiguen, para que sean ustedes hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿Acaso no hacen lo mismo los cobradores de impuestos? Y si ustedes saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de más? ¿Acaso no hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean ustedes perfectos (completos), como su Padre que está en los cielos es perfecto (completo)”. Mateo 5:43-48.
Con estas afirmaciones Jesús nos lleva de la mano a trascender, a romper las barreras humanas del odio, a actuar de tal manera que podamos parecernos a Él, quien hace salir el sol y derrama la lluvia sobre buenos y malos. Se trata de una invitación a salirnos del molde del mundo: “¿Acaso no hacen lo mismo los paganos?” Es un llamado al reto, un llamado a encender nuestra luz, a salar la tierra con nuestro ejemplo.
Asimismo, Jesús expresa la vigencia de la ley y su trascendencia en el tiempo con las siguientes palabras: “Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Mateo 5:18. Una declaración contundente que nos muestra el apego de Jesús a la ley, elevando su existencia a la del cielo y la tierra. De tal manera que mientras veamos estos cielos y esta tierra, los mandamientos son y serán la ley de Dios, la ley que Jesús no vino a derogar sino a ampliar, dándole una nueva dimensión espiritual.
Dice la Biblia que un fariseo, que era intérprete de la ley, para ponerlo a prueba le preguntó acerca de la grandeza de los mandamientos: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?” y Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Este es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”. Mateo 22:34-40.
Este pasaje nos revela que Jesús resumió los 10 mandamientos en dos: el Amor a Dios y el amor al prójimo. Ciertamente, si los analizamos notaremos que los cuatro primeros mandamientos se refieren a Dios, nos enseñan la manera cómo debemos demostrarle nuestro amor a Él. Y los siguientes seis mandamientos se refieren al camino que debemos seguir para demostrarle el amor a nuestro prójimo.
“Si guardan mis mandamientos permanecerán en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Estas cosas les he hablado para que mi gozo esté en ustedes y su gozo sea completo”. Mateo 15:10-11.
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