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Izquierda radical de México, Colombia y Honduras se rinde ante Trump

Fin del chantaje. Durante los últimos cuatro años los gobiernos izquierdistas de México, Colombia y Honduras utilizaron la migración como arma política. Eso se acabó. En tan solo una semana Trump logró dejar claro que en Washington las cosas han cambiado.

El discurso. “La patria se respeta”, “no somos colonia de nadie”, “con la soberanía no se juega”. En menos de 24 horas, cuatro vuelos repletos de migrantes aterrizaron en México. Una cifra récord, nunca antes vista, dijo Karoline Leawitt, vocera de la Casa Blanca.

Triste pero cierto. La presidente Claudia Sheinbaum hizo virales muchos videos patrioteros contra Estados Unidos. Lejos de ayudar a sus migrantes con más recursos en los consulados y campañas educativas, ha usado el tema migratorio como palanca política.

Reactivan “Quédate en México”. Aunque Claudia Sheinbaum insiste en ser una feroz defensora de los migrantes, en la práctica, hace rato que dobló sus rodillas ante Trump. Están listos para acoger a migrantes mexicanos y de otras nacionalidades.

El 21 de enero pasado, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) restableció los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP), conocido como “Quédate en México”. El programa obliga a que los solicitantes de asilo hagan sus trámites en ese país y no en Estados Unidos.

Gustavo Petro y su domingo antiimperialista. El exguerrillero del M-19 inició una batalla de trinos contra Estados Unidos. Prohibió el ingreso de aeronaves con migrantes, anunció una guerra económica, amenazó a residentes americanos, pero al final se rindió.

Petro intentó dinamitar la relación entre Colombia y Estados Unidos. Fracasó. Trump respondió con una lluvia de sanciones pocas veces vista y menos con uno de sus principales aliados y socios en materia de comercio y seguridad.

Petro y la humillación pública. Tras una fuerte presión de todos los sectores de la sociedad colombiana, Petro tuvo que tragarse sus palabras y aceptar a los migrantes deportados. Sin condiciones y en los términos establecidos por la administración Trump.

Honduras y su discurso antiimperialista. La presidente Xiomara Castro dijo que pondría fin a la cooperación antidrogas con Estados Unidos, cerrarían bases militares y no aceptaría deportados. La amenaza duró poco. Ahora están listos para recibir a sus connacionales.

Hermano, vuelve a casa. Honduras puso fin a sus bravuconadas contra Trump y han anunciado un programa para recibir a sus migrantes deportados, apoyarlos y guiarlos en su retorno a la patria. La relación con Estados Unidos es compleja, pero ha dado un giro dramático.

Trump y la política de paz mediante la fuerza. El nuevo gobierno de Estados Unidos ha retomado la visión de Ronald Reagan y quieren recuperar el respeto perdido hacia la potencia mundial. Ha quedado claro: No hay amigos, únicamente socios.

Aunque Trump tuvo éxito con México, Honduras y Colombia, el verdadero desafío sigue siendo las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Allí está la verdadera batalla. Quebrantar a estas dictaduras y liberar a estos pueblos sería no solo una victoria política sino un legado para la administración Trump. Veremos.

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