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Instituciones+Ciudadanía=República

Recorrió el mundo, a través de las redes sociales, el conciso discurso de la joven guatemalteca Gloria Álvarez, en el Primer Congreso de “Red Iberoamérica líder”, realizado en Zaragoza, España, en el cual propone fortalecer la república para vencer el degradante populismo que infecta las arterias de América Latina, bajo supuestos ideológicos esquizofrénicos, como el socialismo, que es una idílica aspiración juvenil que en la práctica se convierte en la vía para instaurar las más criminales dictaduras que la humanidad ha conocido, pivotadas en la igualdad y la putificada palabra “pueblo”.

Lo que ha sorprendido no es el discurso en sí, sino que haya sido pronunciado por una joven cuya claridad expositiva denota convicción doctrinal, situación sumamente rara en un sub continente atrapado por el discurso pobrecitista del socialismo, que es exhibido con vanagloria por la ignorancia y la estupidez, como sucede en Venezuela, país en el cual ni las más dramáticas evidencias logran alterar la línea de acción equivocada trazada desde La Habana, epicentro latinoamericano de la miseria reflejada en las franelas con la imagen del brutal criminal argentino apodado “el che”.

Y es importante la difusión dada al discurso de esta joven de Guatemala, país gobernado por un ex militar – Otto Pérez Molina – quien fue acusado, ante el relator especial de la ONU contra la tortura, de estar incurso “en las prácticas sistemáticas de tortura y supuestos actos de genocidio durante el conflicto interno en Guatemala entre 1960 y 1996”, pero cuyo pueblo, como bien lo afirma la joven expositora, admira el proceso revolucionario venezolano.

Veleidades de la ignorancia. De lo que deriva la pregunta, ¿qué pueblos son estos? Pueblos subsumidos por la contradicción, protestan masivamente contra la Dilma y reeligen a la Dilma.

En Venezuela un narcotraficante estuvo a punto de ser electo alcalde de una de las principales ciudades del país. Repartía lavadoras chacachaca. Sin pensamiento crítico, sin sentido común y menos lógica, “…adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia”, para seguir citando a Bolívar, en un país “bolivariano”.

De allí la necesidad de estructurar un discurso con definiciones precisas, sin rubores emocionales ni penas con ese señor, pues estamos perdiendo los conceptos políticos para beneficio de los políticos sin conceptos, como le ha sucedido a Venezuela con esta cáfila de oportunistas inescrupulosos que se apoderaron del poder por las vías democráticas para destruir la democracia, porque los llamados a defenderla se hacen la vista gorda, sobre todo si hay petrodólares por el medio.

De allí que es preciso definir los escenarios políticos con propiedad y separando el grano de la paja, enfatizando las diferencias, si queremos en verdad rescatar estos pobres países, a merced de desaprensivos “gendarmes necesarios”, caudillos salvadores, para constituir repúblicas democráticas liberales, con instituciones sólidas, independientes, por la separación real de los poderes públicos y una ciudadanía – formada por la cultura y el pensamiento crítico – consciente de sus deberes y derechos, pues mientras el ciudadano es un individuo que coadyuva el progreso general por el desarrollo de sus potencialidades, la masa está integrada por sujetos que convierten sus falencias individuales en graves problemas sociales, y, desgraciadamente, América Latina sufre las consecuencias de una población mayoritariamente integrada por operarios físicos vegetativos que dependen integralmente del gobierno para su subsistencia. Canteras de esclavitud.

República es democracia
Ya basta de seguir llamando repúblicas a países gobernados por feroces criminales como el caso cubano, pues la “república” como concepto está, hoy en día, indisolublemente unida a la democracia, y no es admisible, por lo tanto seguir llamando “democracias populares” a gobiernos de izquierda – en realidad populistas – que se consideran “la única alternativa”, liberticidas y negadores de los derechos fundamentales del ciudadano, como la vida, la libertad y la propiedad. Son sencillamente “estados dictatoriales”.

Por ello la definición de democracia debería ser, y ajustándome al pensamiento de Bolívar, el sistema político, cuyos gobiernos están sujetos a las normas constitucionales establecidas por la ciudadanía en el libre ejercicio de su soberanía, que profesa y garantiza el respeto a los derechos fundamentales y naturales de la persona humana y en particular a la libertad política, civil y personal, mediante la separación autonómica de los poderes públicos, y consagrado a producir la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política.

Y, por lo tanto, será república toda nación que practique libremente esta definición, que lleva implícita el respeto absoluto al estado de derechos, a las instituciones garantes de los derechos ciudadanos y vigilantes de la actuación del Poder ejecutivo, y ciudadanos respetuosos del ordenamiento jurídico y del derecho ajeno como compromiso individual con la sociedad, que es lo único que necesita América Latina para salir de su atraso secular. Pero mientras sigan estos pueblos con su ignorancia encandilada por el frondoso verbo de demagogos y populistas, eligiendo entre dos males, encumbrando matones y asaltantes, despreciando el conocimiento y la integridad, no habrá salvación posible.

Por ello fue tan celebrado el discurso de la joven guatemalteca, porque puso el dedo en la propia llaga. Los populistas ejercen fascinación sobre las almas simples de los ignorantes, sempiternos esperanzados que creen que lo deseado es posible sin el esfuerzo personal, los encandilan con promesas imposibles, como la igualdad, por ejemplo, pero por encima de la libertad, para usar las urnas electorales como fusiles y decretar la opresión en nombre de adefesios como “la libre determinación de los pueblos” o “la soberanía nacional” – soy independentista no nacionalista – que en la áspera realidad son parapetos que conspiran contra el desarrollo republicano y escudos protectores de gobiernos dictatoriales.

Y, sí, es así joven amiga, la solución es republicana, por institucional y ciudadana. Lo demás es sahumerio decadente con sepulcro en la montaña.

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